Sabemos de las limitaciones a que todos estamos sometidos, pero la importancia de los premios merecía un mejor destino

Los Premios Platino del Cine Iberoamericano han sido desde hace siete años una vitrina importantísima para la expresión cinematográfica, sobre todo en español y portugués.

Se ha intentado disputarle un cierto espacio al cine en inglés, dueño de las salas del mundo. Y precisamente a partir de expresarnos en nuestros idiomas, tan importantes como el inglés, no sólo en cantidad, sino en igualdad de condiciones. Hollywood pesa y mucho. Son demasiadas décadas de preeminencia mundial y no es fácil competir con eso.

Darle una presencia festiva a nuestro cine y tratar de competir desde una posición de no tanta fortaleza y tradición como los Oscar, no es nada fácil.  Este magno encuentro anual ha tenido como sedes Panamá en 2014, Marbella en 2015, Punta del Este en 2016, Madrid en 2017, Punta Cana en 2018 y 2019 y la reciente presentación en este 2020 restringido por todo lo que sabemos.

He participado como jurado en la mayor parte de estos encuentros, salvo en el de 2015 en Marbella, donde acudí personalmente ya que una película venezolana-española que produje, La distancia más larga, participaba como concursante y que afortunadamente ganó el premio de Mejor Opera Prima. También estuve presente en los de Punta del Este y Madrid. A los de México me fue imposible asistir por la tenencia de un pasaporte vencido y difícil de renovar —gaje del oficio de la venezolanidad.

Los Premios Platino, a pesar de tener el aporte de todos los países de la región latinoamericana y de la península ibérica, reciben el soporte de la industria española, la más fuerte entre todas y la más consolidada internacionalmente, de Egeda (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales) y Fipca (Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales). Esos organismos  han sostenido este evento en todo sentido —económica, estética y funcionalmente— y eso se agradece y mucho.

Todas las premiaciones han culminado en una gala muy bien organizada, desde el punto de vista del espectáculo, digna del cine que promocionan, y con unas decisiones que aunque no satisfagan a todo el mundo, han sido seleccionadas por un amplio jurado y de una manera lo más democrática posible, donde han concurrido ejemplares de las cinematografías más avanzadas y de las más incipientes. Prácticamente todos los países participantes se han llevado algún que otro premio, y eso es muy motivador.

Este año, el 29 de junio, se realizó la gala, que no lo fue tanto debido al descalabro sanitario, económico, social y pare usted de contar, que está afectando al mundo en general y a los países iberoamericanos, ya que muchos de ellos han sufrido el embate de la pandemia y de qué manera. El resultado fue deprimente, para muchos por el resultado de la premiación, donde resultaron favorecidas obras que quizás no se lo merecían, pero que podemos aceptar por aquello del juego democrático, pero fundamentalmente por la calidad del evento. Puedo decir que nos defraudó. Sabemos de las limitaciones a que todos estamos sometidos, pero la importancia de los premios merecía un mejor destino, la realización dejó mucho que desear, con unos anfitriones en sus peores momentos, sin un guion coherente, banales, desangelados, mal presentados, casi como un chateo en las peores condiciones. Y un soporte técnico prácticamente inexistente, sin una buena selección de imágenes, la repetición innecesaria de algunas y, en fin, con la absoluta carencia de creatividad e impacto.

Quiero invocar mi deseo de que por haber sido transmitido un lunes a unas horas más bien tempraneras y sin mucha promoción previa, la cantidad de personas que lo vieran fueran lo mínimo posible; ojalá que el video final se disuelva con el tiempo y no afecte la imagen que se venía consolidando de un evento tan importante como nuestro cine. Anhelo por el bien de todos que este horror de la pandemia cese y que el próximo año, nuestro cine, tome el sitial que se merece y que había estado presente en los años anteriores. Mientras tanto —y a manera de estímulo— coloco las palabras de Antonio Banderas al ser premiado en el año 2015 como figura fundamental del Cine Iberoamericano, entregada por una actriz mítica en EEUU como es nuestra Rita Moreno, palabras que aún resuenan en mi recuerdo y espero nos estimulen a continuar por el camino que nos espera.

Mando un saludo a todos los pueblos latinos con los que me une no solo  la lengua sino el deseo compartido de soñar. Y de hacerlo a través del arte de la pantalla en movimiento, eso a lo que llamamos Cine. Hoy estoy tan contento y excitado por aceptar este reconocimiento que agradezco desde lo más hondo de mi corazón recibir a tantos amigos, tanto talento que espero que esta mi tierra malagueña les abra las puertas y los trate con el mismo cariño con el que yo he sido tratado en cada uno de los países latinos en los que tuve la suerte de trabajar. Siete películas en México, tres en Argentina, una en Venezuela, una en Chile, una en Colombia, una en Puerto Rico, donde logré compartir con equipos de grandes profesionales una manera de hacer cine y una forma de entender la vida. Pero el gran cambio todavía no se ha producido, el gran salto no se ha dado; fue realidad en los Estados Unidos, que hay que reconocerlo, poco a poco ha ido dando posibilidades al talento hispano y algunos de los que aquí nos encontramos nos beneficiamos de ello. «Al César lo que es del César» y a los hispanos lo que es nuestro. Es allí repito donde llego a comprender la dimensión real, el carácter universal e indudable potencial y la fuerza incontenible de los latinos. Ese lugar y en el que, pese al interés insano y absolutamente reprochable del señor Donald Trump por patearnos el trasero, se reúnen un crisol de comunidades que hablan la lengua cervantina y que no solo enriquecen la vida cultural del país sino que aportan valores apoyados en su propia dignidad, en el trabajo duro, el sacrificio y el poderoso regusto de sentirse unidos contra nadie. Efectivamente, sin enfrentamientos, con el corazón abierto. Con la curiosidad por bandera y con la idea clara, que aunque todos amamos a nuestro país de origen, poseemos sin duda la idea de los latinos y el orgullo de sentirse hispanos. Pienso que estos Premios Platino son una plataforma para iniciar un camino que nos ayude a consolidar el respeto que ha adquirido la cinematografía latina. Que nos permita reivindicar nuestra lengua en las producciones y que nos haga fuertes para poder competir en igualdad de condiciones, ni más, ni menos. Nadie nos valorará si no lo hacemos nosotros primero. Terminaré con Cervantes y su Don Quijote, que desde su mente soñadora y por momentos lúcida decía: «Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles. Confía en el tiempo, que suela dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”. Antonio Banderas.

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