¿Cuáles han sido los países que han tenido el peor desempeño en la lucha no sólo contra el Covid-19, sino contra sus desastrosas consecuencias?

Si nos atenemos estrictamente a las estadísticas sanitarias elaboradas por organismos perfectamente comprobables y hacemos un frío y desapasionado análisis acerca de los resultados de la lucha contra los desastres humanos causados por el coronavirus Covid-19 y que, como su nombre lo indica, ya tiene un semestre rodando por el mundo, podríamos sacar algunas indiscutibles conclusiones.

¿Cuáles son los países que han logrado el menor daño posible, tanto en víctimas humanas como en afectación económica y social? La conclusión es evidente. La encabezan, sin lugar a dudas, Alemania, Corea, la del sur desde luego, Japón, Taiwán, Singapur, Suiza y los países del norte de Europa. ¿Qué tienen en común estos países y sus sociedades? En primer lugar que son democracias sólidas dirigidas por políticos profesionales y además que los ciudadanos de esos países tienen un profundo y generalizado sentido de la responsabilidad y de la solidaridad, acostumbrados a funcionar más como sociedad que como individuos. El triunfo de ‘nademos todos juntos’ versus el ‘sálvese quien pueda’.

Son sociedades donde los dirigentes políticos tienen antecedentes fundamentados en un trabajo paciente y sostenido, consistentemente reforzado por la existencia de organizaciones políticas donde se ejecutan las tareas preliminares de selección y escalamiento de sus dirigentes en función de sus capacidades y liderazgo. Participar y llegar a dirigir un partido político, además de ser el sustento de toda verdadera democracia, es el entrenamiento perfecto para posteriormente llegar a encabezar un país.

¿Y qué es precisamente dirigir un país? Algo relativamente fácil cuando todo anda sobre ruedas como decimos. Los verdaderos dirigentes surgen precisamente en las crisis. Sí, pensemos en la grandeza de Churchill, y díganme si no le tocó durísimo.

Producto de muchos males de la humanidad y precisamente aupado y enaltecido por la universal ignorancia, algunos políticos y sus entornos, corruptos todos ellos, han tendido un manto malsano sobre la profesión en sí y han creado un monstruo de mil cabezas que ha ido proliferando por el mundo a pasos agigantados, la antipolítica.

¿Qué es eso? En primer lugar hablar mal de los políticos, de todos los políticos. Y aclaremos el asunto, toda generalización es estúpida, pero qué quieres que te diga, esto también es una generalización. En fin, volvamos a lo nuestro. Los políticos cometen errores, no son infalibles, pero precisamente los Estados verdaderamente democráticos son aquellos que tienen los mecanismos bien aceitados y funcionando para que sean sustituidos lo antes posible para evitar que el daño sea mayor.

Algunos países —desgraciadamente entre los grandes también— han caído en la tentación de los encantadores de serpientes, empresarios o bucaneros, que bien asesorados en eso que hoy en día llamamos marketing, y muy bien elaboradas sus ‘imágenes’, han logrado vender exitosamente sus productos. Productos, que como muchos que pululan por el mundo hoy en día, tienen poca o ninguna garantía.

Muchos han sido exitosos empresarios, Berlusconi dixit, parlanchines grotescos, Johnson dixit, socialistas trasnochados, Zapatero dixit, exmilitares, Bolsonaro dixit, estúpidos, López Obrador dixit, y un largo etcétera que lamentablemente ha seguido creciendo. El empresariado, la payasería o el revanchismo han demostrado fehacientemente que no son buenos ingredientes para dirigir un país, se necesita algo más. Un sentido global del asunto, una necesidad de justicia, una equidad de oportunidades, una solidaridad humana, una protección a todos, para resumirlo en una palabra, la esencia de la democracia.

Y si volvemos al inicio de nuestro artículo, hagamos ahora la pregunta del otro lado de la balanza. ¿Cuáles han sido los países que han tenido el peor desempeño en la lucha no sólo contra el Covid-19, sino contra sus desastrosas consecuencias?

Italia, España, Inglaterra, Estados Unidos, y alguno que otro que fatídicamente se le unirá muy pronto. Y qué tienen en común esos países precisamente. Son aquellos donde ha triunfado la antipolítica, y se han convertido en experimentos malsanos que desgraciadamente no sólo han tenido consecuencias en lo social y en lo económico, sino en lo que debería ser fundamental para todos los habitantes del planeta tierra, en la humanidad, en los seres humanos que la habitamos. Donde todos tenemos el mismo valor y la misma importancia, es decir la democracia.

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