El precursor de la independencia americana fue un venezolano singular y de gran experiencia y conocimientos: político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo.

la retórica es el arte de la manipulación a través de las pasiones.

Aristóteles

Lo que nos convoca en esta oportunidad son las relaciones de las sociedades venezolanas con las autoridades que ejercieron el poder desde antes y después del surgimiento de la República.

Las sociedades humanas se comunican y hacen vida en comunidad para lograr objetivos de bienestar y la consecución de determinados fines de la vida mediante la mutua cooperación. La historia moderna y contemporánea de un territorio que con el tiempo se llamó Venezuela, nos demuestra como el poder ejercido sobre esas sociedades fue de marcada tendencia de lo que actualmente llamamos populismo. Debo resaltar que estamos de acuerdo con Enrique Krauze cuando dice que el populismo…es una forma de poder, no una ideología.  

La acepción sociológica más sencilla describe al poder como la capacidad de ejercer dominio o influencias sobre las personas, y es desde esta perspectiva como  trataremos de aproximarnos al ejercicio del poder y a los acontecimientos humanos del pasado y de la actualidad. Revisar la historia del poder ejercido sobre la sociedad venezolana y el tipo de relaciones humanas que generó, preocupa.

Hace 521 años cuando en su tercer viaje (1498) de expedición marítima para llegar a Asia desde el oeste, Cristóbal Colón navega por la costa nororiental de la zona meridional del continente y le sorprendente la tierra firme donde desemboca un gran río, en forma conmovedora en sus relaciones escritas describe este acontecimiento del viaje y llama a este territorio Tierra de Gracia. Posteriormente será Alonso de Ojeda quién la hará existir como nuevo mundo y no las Indias, la nombra Venezuela (1499).

Esta Tierra de Gracia desde esos finales del siglo XV es sometida a procesos históricos intensos, el ejercicio del poder se va a manifestar de diversas y traumáticas formas, ante todo por la confrontación que deriva de las visiones de mundo de las personas que conforman esas sociedades nuevas, en las cuales los amerindios, los europeos y los africanos se relacionan e intercambian desde sus diferentes aproximaciones a la realidad.

Todos poseen formas diferentes de entender la realidad, historias diversas, valores distintos sobre lo que los rodea,  y, son  pueblos que necesariamente se vinculan  para la vida en esta particular realidad que despierta y convoca.

Los tiempos, ante todo de los inicios, están marcados por las diversas maneras de relacionarse sociedades y hombres distintos que se encontraron en suelo americano.

Los imaginarios colectivos de las sociedades europeas, indígenas y africanas tratan en un primer momento de encontrar coordenadas para decodificar, codificar  y comunicarse, ocasionando desencuentros y también crear importantes nexos.

Podemos destacar que estas sociedades americanas que nacen mediante las diversas y particulares características de los pueblos que las forman, inevitablemente están sometidas desde sus inicios a formas de poder o dominio sobre ellas, determinadas por individuos, básicamente los conquistadores y fundadores que abusan de la palabra y fabrican verdades a su conveniencia e intereses, reparten riquezas y poder  a los que les rodean, adulan y obedecen, propician la división entre los grupos humanos, domestican las instituciones para sus beneficios y desprecian los límites del poder.

Sumando y restando los impactos entre los originarios y los visitantes. El encuentro de mundos ocurre ante la sorpresa de los amerindios, habitantes que por milenios están unidos en sociedades y pueblos con normas y costumbres relacionadas íntimamente al universo de abundancia natural y cultural que conocen, y donde habitan creando realidades en sociedad desde milenios antes.

Esta humanidad originaria de las Américas enfrenta, luego del paso de Colón y la llegada de los primeros conquistadores, el desconcierto ocasionado por el conocimiento y descubrimiento de unos señores muy diferentes a ellos, la más de las veces barbados, cubiertos por vestimentas metálicas, cabalgan caballos desconocidos en estas latitudes y utilizan armamentos que descargan fuego, y ante todo observan que los visitantes ven riquezas materiales  en todo los que las culturas aborígenes poseen.

La sorpresa es mutua, cuerpos desnudos ante cuerpos vestidos, animales y mundo vegetal desconocidos y armas frágiles frente a poderosos arcabuces.

Estos particulares centauros que llegaron, descienden de sociedades donde el sabio sincretismo unió a celtíberos, romanos, árabes y judíos en el tiempo. Es sabido que ocurrió por más de 700 años (del 711 a 1492) la convivencia entre generaciones y generaciones de ibéricos, árabes y judíos.

Armonía interrumpida cuando son llamados a la guerra y se inicia la Reconquista de la península ibérica por los cristianos, la cual concluye en 1492 cuando España deja de estar bajo el dominio de los árabes y los bereberes del norte de África. A su vez en ese mismo año ocurre el encuentro de mundos, en el territorio que se llamará América.

Afortunado año para los reyes católicos al coincidir el cese de la Reconquista del reino español con el encuentro de los mundos europeo y americano que ellos impulsan y financian.

Estos hombres ibéricos, una vez concluida la Reconquista de España, no tienen otro oficio que combatir y guerrear, por ello se embarcan hacia otra conquista, la  del encuentro con el mundo recién conocido por los europeos y los occidentales.

Para estos conquistadores ese encuentro no es de exploración sino de apropiación con infinitas posibilidades de hacerse de bienes y fortunas.

Los años de conquista y fundación de las provincias siguen las directrices y los modelos del imperio español y permiten el surgimiento de las primeras provincias en América. Entre ellas Venezuela (1527) que luego se convierte en la Capitanía General (1777) perteneciente a la Real Audiencia de Santo Domingo.

En sus inicios fue un territorio al que no se le concede importancia económica y es tratado con desinterés, lo que no ocurre con los Virreinatos iniciales ricos y poderosos en tesoros, ubicados donde existieron grandes culturas e imperios americanos.

Desde el  siglo XVI hasta el XVIII transcurre el período colonial, e igual a un largo bostezo la colonia lentamente se desenvuelve como sociedad conformista, donde los criollos rivalizan con los fundadores, fortaleciendo a los descendientes de los europeos, estimulando las desigualdades sociales, marginando a los esclavos negros o indios, creando riquezas e iniciando una economía significativa de exportación e intercambio de productos bajo normativas de control y monopolio del Imperio.

Juan Liscano dice: «los viajeros de Indias constituyeron por 300 años las raíces humanas de la clase dirigente y de ese modo fundaron las normas, los arquetipos, las formas de relación y las escalas de valores.»

La ciudad de Cumaná registra que en el año 1570 llegan los primeros esclavos a Venezuela y desde ese momento en diversas regiones se incorporan, aportando sus particularidades culturales y personales.

La cosmovisión y los imaginarios colectivos a los que pertenecían estos grupos humanos africanos, los cuales eran muchos y variados porque venían de diferentes regiones de África con culturas distintas, lo intercambian con los aborígenes americanos y los conquistadores.

Su presencia enriquece el  importante diálogo iniciado por los europeos y los amerindios, sumando a las formas de percepción de la realidad y a la construcción de las nuevas sociedades.

En este período colonial, las relaciones de las sociedades de la provincia de Venezuela con los que ejercían el poder, estaba determinado por intereses precisos sociales y económicos, marcadas por desigualdades y menosprecios humanos donde el liderazgo era ejercido por los europeos y los criollos descendientes de los fundadores.

La frase de “Se acata pero no se cumple” significaba que se acataban las órdenes y leyes dictadas por la Corona, pero que por no ser viable a los interesados, las mismas no se cumplían. Eran las normas que los representantes de la corona y los herederos de los fundadores, los criollos, ejercían  sólo si convenían a sus ambiciones.

Los criollos poderosos de la colonia, los mantuanos, con los representantes de la Corona, dirigían la sociedad y determinaban grandes diferencias e irrespetos humanos mediante el uso del poder para sus beneficios.

Situación que en el naciente país fue el terreno fértil para las primeras manifestaciones en contra de las autoridades coloniales y el orden establecido en sus provincias, en el siglo XVIII y los inicios del XIX surgen promisorios liderazgos y protestas que fueron reprimidos.

En 1749 ocurrió una rebelión encabezada por Juan Francisco de León y otros productores canarios, quienes se veían impedidos para exportar cacao a precios diferentes a los impuestos por los abusos y monopolios de la compañía Guipuzcoana. Se realizó un manifiesto exigiendo la liquidación de la compañía y  acompañados por la población marcharon sobre Caracas, donde se obtuvo el apoyo del Cabildo; ésta puede considerarse como la primera revuelta en contra del poder colonial.

El 10 de mayo de 1795 José Leonardo Chirino acaudilló con los negros de Coro un movimiento considerado como génesis para la independencia americana.  Fue apresado, condenado a muerte, trasladado a Caracas, donde fue ejecutado el 10 de diciembre de 1796. Este movimiento, de hondas raíces sociales, llamó la atención sobre las diferencias existentes y las injusticias, particularmente en lo tocante al cobro de impuestos a los más humildes. Esta rebelión condujo a la reducción de los impuestos.

Otro de los movimientos revolucionarios en contra del poder de la Corona en las colonias, fue el organizado en La Guaira y Caracas en 1797, por Manuel Gual y José María España; se le considera el antecedente más cercano a los sucesos del 19 de abril de 1810. Proyecto igualitario, republicano y democrático, con proyección hacia el resto del continente.

En la conjura participaron individuos de todas las clases sociales, exceptuando a los mantuanos. Aunque fracasó como movimiento revolucionario y se extinguió definitivamente con la muerte de sus principales líderes, los textos que se difundieron durante la misma tuvieron una considerable influencia en el movimiento emancipador de Hispanoamérica.

A inicios de del siglo XIX, exactamente en 1806, el veterano Generalísimo Francisco de Miranda de 56 años en esos momentos, intenta enfrentar el poder de la Corona Española al desembarcar en Ocumare de la Costa y unos meses después en la Vela de Coro de Venezuela, con un contingente de barcos y hombres que reunió, y fracasa por no encontrar apoyo popular.

El precursor de la independencia americana fue un venezolano singular y de gran experiencia y conocimientos: político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo. Miranda fue un combatiente destacado en tres continentes: ÁfricaAmérica y Europa pero no logró acaudillar a las masas venezolanas e inclusive no era simpático a los jóvenes patriotas.

Este ilustre estratega venezolano era un veterano militar con principios obtenidos en estudios, disciplina y prácticas de la guerra en Europa y Estados Unidos, lo cual no conectaba con el incongruente desafuero desorganizado del movimiento patriótico en sus inicios.

Lamentablemente en Venezuela no contó con el apoyo popular necesario ni el respeto de los mantuanos para un militar de tan admirable y reconocida trayectoria. Le resultó difícil integrarse y dirigir un movimiento independentista que se iniciaba en manos de hombres jóvenes sin experiencias y fortalecidos en sus necesidades particulares de ascenso. Los criollos estaban imbuidos de ideas de libertad pero  desconocían la organización política y militar.

Miranda no fue populista, en ningún momento utilizó la emocionalidad necesaria para movilizar los resentimientos y servirse de ellos. Tampoco fue un carismático caudillo que arrastrara masas en su país ofreciendo nuevos reinos, ni simpatías. No logró el  respeto y la admiración que le brindaron Europa y América del Norte donde se valoró su inteligencia, formación y disciplina.

Participó en los inicios de la República de Venezuela y el Generalísimo le dio a su país bandera, aportó ideas, hechos y sueños para formar parte de un continente unido y liberado.

Su idealizado proyecto geopolítico Colombia de una América unida, cristalizó en la creación de la Gran Colombia, esfuerzo liderado por Simón Bolívar y otros libertadores para lograr la liberación de los territorios de la Corona española en América y aspirar a unificarlos en una sola gran nación, surgió en 1819, formada por Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá y fue disuelta a principio del año 1830, detalles que serán motivo de otro texto.

El poder del Imperio Español sobre América tendrá en el siglo XIX su final. En Venezuela se iniciarán los procesos para la Independencia con la proclamación el 19 de abril de 1810, y la declaración el 5 de julio de 1811. El mismo año surge la 1ra República que concluye en 1812, y el mismo año se inicia la cruenta y particular guerra que concluirá con la Independencia en 1821 con la Batalla de Carabobo.

Transcurren más de diez años desde el 19 de abril hasta la Batalla de Carabobo, la guerra entre patriotas y realista, las montoneras y guerrillas a favor de uno y otro bando caracterizan este desafortunado tiempo.

Las estrategias populistas son utilizadas por los caudillos o líderes que se enfrentan en el ejercicio de mando y la capacidad para convencer a los seguidores. Los rasgos populistas en esta gesta son manifiestos, los caudillos y los libertadores sean realistas o patriotas, no escatiman en tales tácticas.

«Los Libertadores repiten los actos de los encomenderos, y los caudillos reflejan la actitud rebelde de algunos conquistadores en sus acciones», nos dice Francisco Herrera Luque.

Es necesario destacar el caudillaje de José Tomás Boves (tiempos de la Segunda República y muere en 1814), quién se convierte en jefe realista dirigiendo un ejército de renegados y resentidos, españoles, negros e indios que son azotes y terror de la población mantuana. Franca personalidad carismática populista que utiliza la desgracia de los menos favorecidos para manipularlos, ofreciendo poder y permitir darle rienda suelta a sus sentimientos de venganza y odio.

En esta etapa entre repúblicas fallidas, guerra de Libertadores y guerrillas de caudillos, las tensiones por el poder y la lucha por los liderazgos desatan uno de los más grandes procesos humanos para utilizar unos pocos los sueños de libertad de muchos.

Desde esos momentos, el caudillaje y el ejercicio del poder totalitario y autocrático  determinan el devenir histórico del país hasta nuestros días, con la pausa de algunas democracias en el siglo XX.

En esos arduos años de lucha y ruina por las pugnas de la guerra, donde participan los libertadores y sus poderes, los caudillos y sus montoneras (en la actualidad los colectivos) se construye una épica sobre nuestro mundo, la cual heredamos inicialmente de las observaciones y escritos de los Cronistas de Indias y está instalada en la imaginación colectiva de la contemporaneidad donde se abren paso los caudillos y falsos profetas.

Los dirigentes políticos utilizan, canalizan y manipulan el resentimiento social, fruto de las desigualdades, tanto en la época colonial  como en la república actual para lograr sus objetivos y monopolizar el poder.

Muchos de estos sujetos carismáticos proponen la igualdad social y propician la movilización popular de sus seguidores sin importarles llevarlos a un desfiladero si sirve a sus beneficios e ideas.

La historia y las sociedades americanas están inmersas en desenvolvimientos  políticos populistas, vistos estos como formas de poder y ocurren desde  el encuentro de mundos hasta nuestros días.

Son notorios y conocidos los enfrentamientos por el poder entre varios de los libertadores, a los cuales Simón Bolívar va controlando, ya sea acorralando a Piar o distanciando a Santander, los cuales van a tener sus consecuencias en la disolución de la Gran Colombia.

A los libertadores del Oriente y del Occidente de la Provincia de Venezuela les resultó incomodo entregar sus mandos y no liderar a sus seguidores, ellos eran sus caudillos y sabían de las necesidades y deseos.

La muerte de  Simón Bolívar y la separación de Venezuela de la Gran Colombia en el año 1830, inicia la existencia de la República y una desenfrenada lucha por el poder entre caudillos donde el populismo como forma del ejercicio del poder se muestra en todas sus posibilidades con muchos nombres y variables entre centralistas y federalistas, conservadores –azules- y liberales –amarillos; guerras de guerrillas, montoneras y otras modalidades del caudillismo que apenas terminan a fines del siglo XIX. El autócrata JV Gómez llega al poder en 1908 e inicia una dictadura sin montoneras, cruento ejercicio del poder que durará hasta 1935 valiéndose de estrategias populistas.

Venezuela en el siglo XX experimentó varias formas de prácticas del poder entre democracias y dictaduras. Las democracias hicieron esfuerzos por modernizar y lograr beneficios sociales para una gran mayoría, lamentablemente se descuidaron los constructos que debían dirigirse a las igualdades de oportunidades entre la población para eliminar resentimientos y propiciar crecimiento.

A finales de este siglo, los medios de comunicación entre otros factores, profundizaron en las diferencias sociales, la corrupción política, el desengaño y la destrucción de los partidos políticos tradicionales sin ofrecer alternativas, abriendo las posibilidades a un liderazgo populista que toma el poder y conduce al país bajo falsas promesas socialistas a la anomia y destrucción.

El siglo XXI ocurre ante el descarado despliegue del ejercicio de un gobierno populista totalitario que secuestra los derechos civiles, políticos y sociales, mediante falsas promesas a los más desfavorecidos.

Entre los problemas globales que atraviesa la civilización en estos tiempos se encuentra el mal del populismo que está penetrando y  trastocando el ejercicio del poder y la política en países tan diversos como los europeos y asiáticos; ya no sólo es un problema de Latinoamérica, lo es del mundo.

Los caudillos autócratas, tanto de derecha como de izquierda, amenazan la convivencia y la tolerancia, y una alerta está encendida para preservar las democracias.

Krauze, Enrique. EL PUEBLO SOY YO. México: Penguin Random House G Ed. 2018

Herrera Luque, Francisco. VIAJEROS DE INDIAS. Caracas: Monte Avila Editores C.A. 1981

 

 

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