El Congreso del Perú le dio el grado de Gran Mariscal de Ayacucho, ratificando una decisión de Bolívar.

Hace varios años la Biblioteca Biografica de El Nacional publicó mi biografía de Sucre. Ese libro no creo que se consiga ahora, por lo que hice un resumen del mismo que les anexo. Quizas esta demasiado condensado, pero creo que contiene lo mas importante. Espero que les guste. Saludos,

Antonio José de Sucre nació en Cumaná el 3 de febrero de 1795. Fue el séptimo hijo de Vicente de Sucre y María Manuela de Alcalá.

Conocemos pocos datos sobre la infancia de Antonio José, aunque sabemos que transcurría, como la vida de todo niño cumanés, entre la familia, el río Manzanares, el mar y los paseos a las fincas o ‘charas’ cercanas, así como a la hacienda de su padre en Cachamaure, cerca de Mariguitar. También sabemos, por las propias palabras de Sucre, que la infancia en Cumaná le dejaría recuerdos y sentimientos muy agradables. Antonio José aprendió a nadar bien pero no así a montar a caballo, como lo prueban diversos testimonios sobre su vida.

Como era costumbre entonces, Antonio José de Sucre aprendió a leer bajo la guía de su madre. Desdichadamente, doña María Manuela de Alcalá murió en 1802, cuando Antonio José contaba apenas con siete años de edad. A la muerte de su madre, su tío José Manuel de Sucre asumió la responsabilidad de dirigir los estudios de Antonio José y algunos autores creen que lo llevó a vivir con él. Lo hizo recibir clases de matemáticas en Cumaná, impartidas por el ingeniero español Juan Pires.

En 1808, por consejos de su tío José Manuel, su padre accedió a enviarlo a continuar estudios en Caracas, al cuidado de su padrino, el arcediano de la Catedral, presbítero Antonio Patricio de Alcalá. En Caracas, Antonio José asistió a la recién fundada escuela de ingeniería militar del coronel de ingenieros Tomás Mires. Es muy probable que en la academia de Mires Sucre recibiese su primera instrucción militar.

Antonio José contaba apenas quince años de edad cuando en 1810 se inició el proceso de Independencia en Venezuela. Tal acontecimiento significó la interrupción de sus estudios en Caracas y su inmediato retorno a Cumaná. La Junta de Gobierno de Cumaná, de la cual formaba parte su padre, le confirió el empleo de Subteniente de Infantería y comenzó así su exitosa carrera militar.

Entre 1811 y 1817, Sucre actuó como oficial subalterno, a la orden de varios jefes patriotas, entre ellos Mariño y Bermúdez. Fueron años de algunos éxitos y muchos fracasos, en los cuales Sucre tuvo que refugiarse temporalmente en las Antillas y también participar en la defensa de Cartagena, en 1815. En 1816, Mariño lo nombró jefe de su Estado Mayor. Sucre participó con ese carácter en la campaña de ese año y principios de 1817.
Luego de algunos triunfos en los primeros meses de 1817, Mariño y los demás jefes orientales tuvieron la intención de desconocer la autoridad de Bolívar, pero Sucre no estuvo de acuerdo. La ruptura definitiva entre Sucre y Mariño se produjo el 8 de mayo de 1817, en ocasión del llamado Congresillo de Cariaco. Sucre, Urdaneta y otros oficiales fieles a Bolívar se retiraron de la reunión y se fueron a Angostura, para ponerse a las órdenes de éste. Sucre nunca más se apartaría del lado de Bolívar.

Entre 1817 y 1819, por decisión de Bolívar, Sucre actuó como Jefe de Estado Mayor de la división de la provincia de Cumaná, a las órdenes del general Bermúdez. En 1819, Bolívar lo condecoró con la Orden de Libertadores y fue ascendido a General de Brigada.

Entre 1819 y 1820, Bolívar encargó a Sucre de tareas logísticas, primero en Apure y luego en las Antillas. Cumplió con éxito ambas misiones y luego acompañó a Bolívar a Cúcuta. Después, Sucre fue nombrado por Bolívar Ministro de Guerra interino y con este carácter le acompañó desde Cúcuta hasta la ocupación de Mérida y Trujillo. El General en Jefe del Ejército Español, don Pablo Morillo, solicitó una tregua y Bolívar designó a Sucre y otros altos oficiales para negociar el armisticio. El armisticio y el tratado de regularización de la guerra se
concluyeron entre el 25 y el 26 de noviembre de 1820 y el tratado se ratificó el 27 de noviembre de 1820, en la reunión de Bolívar y Morillo efectuada en Santa Ana.

A comienzos de 1821, cuando llegaron a Bolívar las noticias de la revolución independentista que había estallado en Guayaquil, decidió enviar a Sucre para lograr que esa provincia independiente se incorporase a la República de la Gran Colombia. También le ordenó que tomara el mando de las tropas que hubiese en Guayaquil, como paso previo para la liberación de Quito.

Sucre venció en la primera batalla en la que le correspondió ser el jefe, el combate en Yaguachi, el 19 de agosto de 1821. Pocos días después, el 12 de septiembre, se produjo la derrota de Huachi. El resultado del combate fue desastroso para el ejército colombiano. Apenas se salvaron unos cien hombres de cerca de mil que entraron en combate. Sin embargo, Sucre no se atribuyó la derrota a sí mismo sino a una imprudencia del general José Mires, al desobedecer sus órdenes y lanzar un ataque que desordenó las filas colombianas y las hizo fácil presa de las fuerzas enemigas.

En Guayaquil, Sucre tuvo una hija en esa ciudad con Tomasa Bravo, a la que su madre puso por nombre Simona. Cuatro años después, muerta Tomasa, Sucre hizo enviar a Simona a Quito para que la criasen y la educasen.

En enero de 1822 inició Sucre la campaña para la conquista de Quito, situada a 2.850 metros sobre el nivel del mar. Se movió con rapidez y habilidad. Luego de tomar sucesivamente a Cuenca, Riobamba y Latacunga, cayó sobre Quito, triunfando en Pichincha sobre el mariscal Melchor Aymerich el 24 de mayo del mismo año. En arriesgada y hábil maniobra, marchó con su ejército durante la noche y sorprendió a los españoles atacándolos por donde no lo esperaban. En la jornada murieron cuatrocientos soldados españoles y doscientos soldados colombianos. En apenas cuatro meses de campaña, Sucre había logrado la conquista de Quito y la independencia de lo que hoy conocemos como Ecuador, consolidando además su incorporación a la Gran Colombia.

Bolívar, que había triunfado en Bomboná, se encontró con Sucre en Quito el 16 de junio. Luego lo ascendió a General de División y lo nombró Intendente del Departamento de Quito. En Quito conocieron a Manuela Sáenz y a Mariana Carcelén, quienes serían sus respectivas compañeras en los últimos años de sus vidas.

La actuación de Sucre como Intendente del departamento de Quito fue su primera prueba como gobernante. Pero los tiempos no eran de paz y Sucre tuvo que combinar la acción administrativa con la militar. Pasto se sublevó y Sucre acudió a resolver esa situación. En una acción rápida, Sucre acabó con la rebelión, tomando posesión de la ciudad el 24 de diciembre de 1822. Bolívar, que todavía se encontraba cerca, llegó a Pasto poco después que Sucre y aprobó el indulto que éste había dado en favor de todos cuantos se sometieran al régimen republicano, pero ordenó confiscar los bienes a los más reacios e impuso mayores tributos a la provincia.

Poco menos de un año duró la gestión de Sucre al frente de la Intendencia de Quito. En ese tiempo, no sólo ejerció una buena labor de gobierno sino que se comprometió con la que luego sería su esposa, Mariana Carcelén y Larrea, marquesa de Solanda y marquesa de Villarrocha. Mariana tenía diecisiete años, diez menos que Sucre. Rica, alegre y vanidosa, era una de las muchachas más codiciadas de la ciudad en ese momento. Pero Sucre tuvo que marcharse de Quito y el matrimonio no tendría lugar sino casi seis años más tarde.

Luego de una eficiente labor administrativa como Intendente de Quito y dominar la sublevación de Pasto, Sucre recibió órdenes del gobierno de Colombia de colaborar en la liberación definitiva del Perú, único país de América del Sur que permanecía bajo el poder de los realistas en 1823. Bolívar había logrado en Guayaquil que el general argentino José de San Martín le dejase el campo libre en Perú y le encomendó la misión a Sucre.

Sucre llegó a Lima a comienzos de mayo de 1823. El joven general venezolano tuvo que enfrentar una situación caótica en Perú. Al evitar involucrarse en la confusión existente y demostrar que no tenía ambiciones políticas, logró la confianza de los bandos en pugna. Además, fue proclamado Jefe Supremo Militar, pese a su renuencia a aceptar el cargo.

El 18 de junio de 1823 las fuerzas españolas, al mando de Canterac sitiaron Lima. La confusión en el lado peruano era grande, pero Sucre ordenó la salida del ejército de Lima, para salvarlo, y decidió defender el Callao. Se perdió Lima, pero se salvó el ejército.

Bolívar llegó el 1º de septiembre a 1823 al Perú y junto con Sucre tuvo que enfrentar toda suerte de dificultades en ese tiempo, incluyendo la anarquía, la insubordinación y las intrigas. Sucre, en su condición de Comandante General del Ejército Unido, acompañó a Bolívar en las operaciones que condujeron a la victoria de Junín, ocurrida el 6 de agosto de 1824. Sucre comandaba la infantería y no tuvo necesidad de intervenir en la batalla, porque la caballería patriota, que iba bastante adelante, decidió por sí sola el triunfo.

A fines de octubre de 1824, los realistas reanudaron su ofensiva desde el Cuzco. Bolívar, separado del mando del ejército por decisión del gobierno de Colombia, envió a Sucre a hacerles frente. Con un ejército menos numeroso, aunque en él participaban fuerzas de catorce naciones latinoamericanas, además de algunos europeos, Sucre engañó al enemigo mediante hábiles maniobras, buscando la oportunidad propicia para enfrentarlo

Finalmente, Sucre derrotó al enemigo el 9 de diciembre en el campo de Ayacucho, logrando la capitulación del virrey La Serna. El éxito de Ayacucho fue rotundo. La victoria no sólo confirmó la independencia del Perú sino que consolidó la emancipación de las hasta entonces colonias españolas en América del Sur. El Congreso del Perú le dio entonces el grado de Gran Mariscal de Ayacucho, ratificando una decisión de Bolívar. Era la culminación de una exitosa carrera militar.

Luego de consumada la liberación de Perú, tras la victoria de Ayacucho, Sucre le pidió a Santander y a Bolívar que le concedieran su retiro del ejército para irse a Quito y casarse con Mariana Carcelén. Pero Bolívar se empeñó en que siguiese al Alto Perú y logró convencerlo y mantenerlo a la cabeza del ejército.

El 20 de diciembre de 1824, a menos de dos semanas de la victoria de Ayacucho, Sucre se puso en marcha. Entró triunfante en el Cuzco. Luego fue recibido con gran alegría en La Paz. En febrero de 1825, el Congreso de Colombia lo ascendió a General en Jefe. Este grado, equivalente al de Gran Mariscal que le había sido conferido poco tiempo antes por el Congreso del Perú, era el más alto grado militar de la época. Sucre apenas acababa de cumplir los 30 años de edad cuando recibió tan alta distinción. Además, Bolívar anunció en Lima que había escrito una biografía del joven oficial cumanés, ya héroe de la independencia.

En ese mismo mes, Sucre emitió un decreto en La Paz en el que afirmó la soberanía del Alto Perú y convocó a una asamblea de diputados para que decida su destino. Era la primera señal de la intención de crear una republica aparte, que más adelante tomaría el nombre de Bolivia.

De La Paz, Sucre prosiguió a Oruro y Potosí. En Oruro se descubrió un intento para asesinarlo, ordenado por el general Olañeta, ultimo jefe realista en acción para la época. En Potosí, Sucre recibió la noticia de la muerte de Olañeta, en combate con las tropas americanas al mando del coronel Carlos Medinacelli.

Pero en esos días comenzaron los problemas de la creación de Bolivia. Sucre recibió carta de Bolívar en la que recriminaba su deseo de independizar el Alto Perú y le mostraba su voluntad de anexar esa provincia a Buenos Aires. Sucre respondió airado y sostuvo que el Alto Perú debía ser independiente y la voluntad de su pueblo era contraria a la sumisión a Buenos Aires. Después de realizar algunas consultas con los gobiernos de Buenos Aires y Lima, Bolívar finalmente accedió, el 16 de mayo, a convocar la asamblea del Alto Perú, como lo había propuesto Sucre.

La asamblea convocada por Sucre y ratificada por Bolívar se reunió en Chuquisaca el 10 de julio de 1825. En ella se decidió formar la República de Bolivia y se escogió Chuquisaca (hoy Sucre) como capital. Se proclamó a Bolívar Presidente, pero Sucre continuó como encargado de la presidencia. En La Paz nació un hijo natural suyo y de Rosalía Cortés, José María, el 13 de enero de 1826.

En mayo de 1826 el Congreso lo designó presidente de Bolivia. Sucre rechazó la designación pero luego accedió, ante la insistencia del Congreso, con la condición de ejercer la presidencia sólo por dos años. Pocos días después de asumir la presidencia, Sucre fue objeto de un nuevo intento de asesinato, que también fue detenido a tiempo.
Al ser elegido Sucre Presidente de Bolivia, Bolívar le envió un proyecto de constitución para la nueva república, en el que había trabajado durante varios meses. Sucre le manifestó su oposición a determinados artículos del proyecto; pero, no obstante, la Constitución se aprobó como la propuso Bolívar.

Como Presidente de Bolivia, Sucre cumplió una obra significativa. Sin embargo, tuvo que enfrentar una situación muy difícil desde fines de 1827. Por una parte, algunos políticos bolivianos miraban con recelo la presencia de un extranjero al frente del gobierno de Bolivia, poder al que ellos aspiraban. Por otro lado, el gobierno peruano y sus aliados bolivianos pretendían anexar el territorio de Bolivia al Perú y eso no era posible con Sucre en la Presidencia.

Los intereses que se confabularon en contra de Sucre culminaron en el intento de asesinato en el motín de Chuquisaca, el 18 de abril de 1828. En ese motín, Sucre resultó herido en el brazo derecho, que le quedó inútil. La guarnición de Chuquisaca protestaba aparentemente por falta de dinero, pero la revuelta fue instigada, entre otros, por el abogado Casimiro Olañeta, quien además de enemigo político de Sucre estaba molesto con él porque le había quitado a su novia, Manuela Rojas, y esta se encontraba embarazada de Sucre. El niño nació unos dos meses después del motín y fue bautizado como Pedro Cesar.

Sucre había otorgado poder al coronel Vicente Aguirre, el 25 de enero de 1828, para que lo representase en el matrimonio con Mariana Carcelén. El matrimonio se realizó el 20 de abril en Quito, apenas dos días después del atentado en Chuquisaca.

A fines de abril de 1828, tropas peruanas, al mando del general Agustín Gamarra, invadieron Bolivia, con la complicidad de algunos políticos bolivianos, enemigos de Bolívar y Sucre. Sucre estuvo separado del ejercicio de la presidencia por los invasores peruanos, pero esperó en Chuquisaca hasta cumplir su mandato legal y renunciar ante el Congreso de Bolivia, el 2 de agosto de 1828.

El mismo día que presentó su renuncia al Congreso de Bolivia, Sucre partió de Chuquisaca para la costa y allí abordó una fragata, que lo llevó al Callao y luego a Guayaquil. Llegó a Quito el 30 de septiembre de 1828 para encontrarse con Mariana, después de casi seis años de separación.

Aunque vaciló al principio, Sucre aceptó la solicitud del gobierno de Colombia para enfrentar una ofensiva peruana que pretendía apoderarse de Guayaquil. Dejó su casa en Quito a fines de enero de 1829. Mariana se quedó embarazada y dio a luz el 10 de julio de ese año a Teresa, la única hija legítima que tuvo Sucre.

Sucre trató de evitar por los medios conciliatorios de la diplomacia la guerra contra La Mar y Gamarra, dos de sus principales oficiales en la batalla de Ayacucho, pero no tuvo más remedio que enfrentarlos El combate, innecesario choque entre hermanos, se dio primero en Saraguro, el 12 de febrero de 1829, resultando en triunfo del ejército colombiano comandado por Sucre. En Tarqui, quince días después, se dio el combate definitivo. Aunque disponía de fuerzas menores, en un breve combate Sucre logró derrotar a las tropas peruanas. Al igual que en Pichincha y Ayacucho, ofreció luego una capitulación a los vencidos.

Volvió a Quito a mediados de 1829, a tiempo para el nacimiento de su hija Teresa. Sucre dio su hija para bautizar al general venezolano Juan José Flores, quien luego sería Presidente de Ecuador. Se encontró de nuevo con sus libros y con sus campos y parecía decidido a no salir más de allí. Se sentía enfermo, como también lo estaba Bolívar, pero la política no los dejaba en paz. Ante la insistencia de Bolívar de que volviese a la actividad pública, Sucre se negó. Bolívar lo visitó en octubre de 1829 y lo convenció una vez más. En diciembre, Sucre partió hacia Bogotá, para asistir al Congreso llamado Admirable, en representación de la provincia de Cumaná. No vería más ni a su esposa ni a su hija.

En camino a Bogotá, Sucre tuvo conocimiento del movimiento separatista que Páez fomentaba en Venezuela. El héroe de Ayacucho no creía posible mantener la unidad política de la Gran Colombia, pero antepuso su lealtad a Bolívar y aceptó ser designado Presidente del Congreso Admirable, convocado por el Libertador para tratar de salvar la unidad política de la nación.

El Congreso celebró sus sesiones en enero de 1830, en un marco de desaliento y confusión. En febrero del mismo año, el Congreso nombró una comisión integrada por Sucre, Monseñor Esteves, obispo de Santa Marta, y el diputado Francisco Aranda, para conversar con los representantes de Venezuela, en el deseo de sostener la integridad de la Gran Colombia. Lamentablemente, Páez dio órdenes de no dejarlos entrar a Venezuela, por lo que debieron retroceder de La Grita, adonde habían llegado, y regresar a Cúcuta. Sería esa la última vez que Sucre pisara suelo venezolano.

La comisión, presidida por Sucre, esperó en Cúcuta a los representantes de Venezuela. Estos fueron el general Mariño, quien fuera jefe de Sucre entre 1813 y 1817, y los señores Tovar Ponte y Fernández Peña. En la reunión no se pudo llegar a ningún acuerdo, pues Mariño lo que hizo fue discutir violentamente con Sucre.

A pesar de su deseo de regresar pronto a Quito, Sucre fue primero a Bogotá. Necesitaba ver a Bolívar y expresarle su solidaridad en momentos tan difíciles. Apenas tres días pudo estar Sucre cerca de Bolívar. En ese tiempo se reunieron varias veces, en conversaciones muy tristes. Veían frustrados sus sueños y esperanzas. Y Sucre contemplaba con dolor que se extinguía la vida de Bolívar.

Cuando Bolívar se marchó para Cartagena, con la intención de viajar a Europa, Sucre acudió a despedirlo pero ya el Libertador se había ido. No le quedó otra posibilidad que escribirle una afectuosa carta, que sería también la última que dirigiría a su apreciado amigo. Se despidió luego de las nuevas autoridades colombianas, recién electas por el Congreso, y emprendió la vuelta a Quito, a la que nunca llegaría.

Sucre salió de Bogotá hacia Quito, el 13 de mayo de 1830, por el camino de Popayán y Pasto. Iba acompañado por seis personas. Algunos de sus amigos le habían aconsejado ir al puerto de Buenaventura y desde allí viajar por barco a Guayaquil, para evitar los riesgos del camino. Pero Sucre prefirió irse por allí para llegar más rápido a Quito.

El 4 de junio, cuando entraban en la montaña de Berruecos, Sucre fue asesinado por tiros de fusil. Tenía apenas 35 años, pero obtuvo grandes logros en su corta vida. Sus restos fueron trasladados posteriormente a Quito. El gobierno de Colombia ordenó de inmediato la investigación del asesinato. En 1831, Erazo, un salteador de caminos que fungía como jefe de milicias local, estuvo preso por sospecha, junto con Sarria, otro salteador, y el coronel Apolinar Morillo, pero entonces no se les pudo probar nada. No fue hasta 1839, cuando se detuvo a Erazo por otro motivo, que se retomó el proceso y se logró identificar los culpables. Las declaraciones de Erazo comprometieron a Morillo y las de éste al general colombiano José María Obando, quien había sido realista y luego patriota y para el momento del asesinato era Comandante General de Pasto. Obando se refugió en territorio peruano y evitó ser sometido a juicio. Regresó unos años después y llegó a ser Presidente de Colombia entre 1853 y 1854.

Varios historiadores han coincidido en afirmar que el asesinato de Sucre tuvo una clara intención política: eliminar al sucesor de Bolívar

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