Gota de sangre
Hoy detengo a un diputado, mañana me quedo tranquilo, pero eso sí, el domingo muy tempranito le allano la casa a otro que se fue del país, o le detengo al abuelito de un dirigente estudiantil porque fue quién lo crió y no lo hizo bien pues hasta rebelde salió el muchachito.

No, no es el último ritmo de reguetón ni nada por el estilo. Es nada más y nada menos que el mejor invento utilizado política y militarmente en la última mitad del siglo pasado y lo que va del actual. Expliquémoslo en detalle. En primer lugar no pretendo hacer ni un análisis histórico ni estratégico del asunto, eso se lo dejo a estudiosos o analistas políticos de la posmodernidad (término que no entiendo muy bien, si es que significa algo, pero que queda de lo mejor si uno lo utiliza). Me voy a limitar a dar muestras del asunto.

Si Hitler hubiese usado  esta estrategia en lugar de ser un  invasor y represor masivo, limitándose en su condición de bocón y payaso multitudinario, a lo mejor todavía lo tuviéramos gobernando en Alemania, ya momificado, al estilo Mugabe o Castro.

Ahora bien, en qué consiste la maniobra. En que si tú dominas un país y quieres apoltronarte en esa silla para siempre no puedes cometer el error, amparándote en las circunstancias históricas de los pasados siglos, de enviar tropas a reprimir masivamente, tipo zares, o lo que es peor, a mandarlas a invadir otro país, tipo Napoleón. Grave error hoy en día.

No sé quién inventó la técnica, pero es eficacísima. Parece que lejanamente en la historia humana la utilizaban para torturar a los prisioneros, quienes impedidos de movilidad eran sometidos a un permanente goteo en la cabeza, cosa que los enloquecía. Sabemos el poder destructor de un goteo; cuando vemos que nuestro techo comienza a manifestarse de esa manera nos aterrorizamos ante la posibilidad que todo él se nos caiga encima. Y esa es precisamente la razón de ser del goteíto.

¿Cómo se aplica hoy en día? Ilustrémoslo con ejemplos. Y en nuestra desaparecida Venezuela los tenemos por montón. Hoy detengo a un diputado, mañana me quedo tranquilo, pero eso sí, el domingo muy tempranito le allano la casa a otro que se fue del país, o le detengo al abuelito de un dirigente estudiantil porque fue quién lo crió y no lo hizo bien pues hasta rebelde salió el muchachito. Incluso si vamos más atrás en la época de la represión de las manifestaciones, nada de asesinatos masivos ni arremetidas gigantescas, no, al estilo pisa-pasito, hoy matamos a uno, mañana a dos, descansamos tres días a ver qué pasa y ¡ah, recomenzaron!. Pues bien, matémosle dos o tres más hasta que se queden tranquilos. Y sabemos que les dio resultado, nada de asesinatos masivos, solo selectivos. El goteíto. Y el goteíto produce mares de muertos.

Como no hubo miles de muertos (en un día) la comunidad internacional se fija un ratico y se le olvida. Pero a los manifestantes no, hoy mataron a Zutanito, el jueves a Perencejito y tú dices, si sigo así, a lo mejor el sábado me toca a mí, y entonces mi mamá va y me dice que si vuelvo con la vaina me va a botar de la casa porque a ella le va a dar un soponcio si yo sigo yendo a las manifestaciones. Y madre hay solo una y mira que manda. Y las manifestaciones van desapareciendo, como los diputados, como los militares presos, poquito a poco, despacito, y esta si es una canción.

Y a la tropa, que antes era como de comiquita, ahora los cubanos los enseñaron a matar y hoy le dicen a Hermenegildo, te toca a ti, hoy me matas a uno solito, así que practica tu puntería, porque si fallas te doy de baja y vas a ver dónde consigues el sueldito y la comida, y entonces Hermenegildo va y mata a uno, total él no lo conoce y entonces regresa al cuartel y le dan doble ración y lo ascienden a sargento de tercera. Y Hermenegildo es un ejemplo y el ejemplo se repite hasta el infinito.

El goteíto lo han perfeccionado en muchas partes del mundo. Los cubanos después de 60 años de prácticas lo han afinado enormemente, son unos maestros del asunto y sus alumnos venezolanos y nicaragüenses se están aplicando también. Y ni hablar del hijo de Putin que gobierna Rusia. Hoy apoyo el Brexit, mañana me quedo tranquilo, el próximo mes manipulo las elecciones en EEUU, paso agachado unos meses y después financio los chalecos amarillos en Francia, me retiro un poquito y cuando las cosas están calmadas, ¡zuas! me cojo Crimea, y para distraer ayudo a la independencia de Cataluña, o mando armas a Venezuela o tropas a Siria, o me alío con Turquía. El mundo patalea y chilla, pero yo sigo en Crimea y con orgullo ostento el hecho de la invasión de un territorio por otro extranjero, cosa que desde el bocón de Hitler no sucedía. ¡Ajá! Se los clavé completico y… Hagamos concursos a ver quién adivina la próxima maldad.

Y el gigantesco número de deseadores de milagros vocifera: los Ortega están arrinconados, Evo está que se cae y Maduro ni se diga, ahora sí, Corea del Norte va a tener un cambio, fíjense que King y Trump se dieron la mano, los Kirschner no volverán. Y como dicen en mi expaís: “Deseos no preñan”.

Los papaupas del goteíto parece que fueron (y siguen siendo) los chinos, a quienes algunos adjudican su autoría.  Pero la inteligencia china los tiene muy bien amaestrados hoy en día. Fíjense que hace poco inauguraron el primer Costco en Shangai y el rebullicio que se armó fue tan grande que tuvieron que cerrarlo el primer día, y no por protestas, sino por la multitud que se arremolinaba para arrebatarse las carnes, los pollos asados y todas las ‘maravillas’ occidentales que se mostraban en cantidades exorbitantes a los ansiosos chinos de modernidad. Y después dicen que China y EEUU están peleando. Pa’mí que son como las peleas matrimoniales, siempre terminan en la misma cama. Una cama que han vestido con sabanas de seda china, esa seda que usamos como símbolo para crear ‘el nuevo camino de la seda’, ese que va suave, suavecito, lento despacito, acercándonos a África y a Europa. El goteíto. Como aquel viejo cuento: ¡sólo la puntica! ¿Se acuerdan?

 


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