Quizás vengan otras medidas que permitan romper el cordón umbilical entre el régimen venezolano y el cubano
Nicolás Maduro y Raúl Castro
Quizás vengan otras medidas que permitan romper el cordón umbilical entre el régimen venezolano y el cubano

Cada vez más el mundo reconoce que el regreso a la democracia en Venezuela pasa por debilitar el cordón umbilical que existe con Cuba. Y que es necesario demoler el mito creado alrededor de los Castro para comenzar a actuar coordinadamente en la liberación de Venezuela, no solo del chavismo sino del castrismo.

La Cuba de los Castro ha sido un motivo de perturbación en este continente, y quizás más allá desde que se instaló con el apoyo de todos los demócratas que veían en las guerrillas de la Sierra Maestra la liberación de un pueblo que había caído en manos de una dictadura militar. En un continente lleno de esa plaga militar, en medio de la Guerra Fría apoyada por los EEUU, se creó el mito del ‘buen revolucionario’ que venía a redimir al pueblo de la opresión castrense.

Bahía de Cochinos

Los castristas y la izquierda mundial celebran en abril su victoria antiyanqui en Bahía de Cochinos, pero olvidan decir que en la llegada de Castro al poder los mismos yanquis jugaron un papel importante apoyando a Fidel Castro. Claro que apoyaron a Batista, pero el sargentón no quiso dejar el poder cuando se lo propusieron (Misión Pawley) e incluso le impusieron un embargo de armas. Según el embajador norteamericano Earl T. Smith, quien le informó al tirano que ya no contaba con el apoyo de EEUU, éste “fue derrocado por la corrupción y la desintegración interna, pero también los EEUU ayudaron directa e indirectamente al derrocamiento del Gobierno de Batista y llevaron al poder a Fidel Castro”. Smith acusa al Departamento de Estado de haber desechado varios gobiernos de transición y de que no hicieron nada para pararlo, aunque sabían el talante comunista de los Castro.

En lo de Playa Girón, donde fueron derrotados los cubanos anticastristas que intentaban enfrentar militarmente al régimen, también EEUU jugó un papel importante, no solo entrenando a los incursores sino en el apoyo de la operación. Solo que el apoyo se quedó corto. El escuálido ataque aéreo no logró sus objetivos y no hubo apoyo marítimo como se había planificado. Kennedy, que había heredado el plan de Eisenhower, recortó el apoyo. Temía ser acusado de actuar imperialistamente y no poder demostrar que Cuba era una amenaza a la seguridad nacional, de los EEUU.

Esperemos que hayan aprendido de estos errores.

De Olas al Foro de San Pablo

Fidel no solo se conformaba con someter al pueblo cubano, sino que comenzó a apoyar militar y financieramente los movimientos revolucionarios en el continente. El triunfo de la revolución cubana llenó de entusiasmo a muchos jóvenes que pusieron sus vidas en el frente de combate para reivindicar una libertad y una democracia que nunca llegaron a Cuba. Claro, Fidel —el gran embaucador de la comarca— convenció a medio mundo de que todo es culpa del embargo del imperialismo norteamericano y no de lo desastroso del modelo comunista que impuso en ese país.

Para eso crearon, en 1967, la Organización Latinoamericana de Solidaridad (Olas) que planteaba la lucha armada y la guerra de guerrillas con el fin de extender su revolución a toda la región y más allá, por eso la llamaron Primera Conferencia Tricontinental de Solidaridad Revolucionaria y contaba con organizaciones revolucionarias de Asia, África y América Latina.

Pero esto no funcionó. Para los años setenta tenía poca operatividad. Después, por falta del apoyo ruso, y tras la vuelta de las democracias en el continente, la lucha no era liberarse de los gobiernos gorilas de la región. Ahora la toma del poder por esta izquierda comunista sería por la vía electoral para luego, claro está, buscar la manera de perpetuarse.

Entonces con Lula da Silva, un líder obrero del país más grande de Latinoamérica, Fidel Castro forma el Foro de San Pablo un año después de la caída del Muro de Berlín; es decir, de la primera Guerra Fría —y digo primera, pues una nueva se está dando y el epicentro es Venezuela.

El castrochavismo

El Foro era una organización débil hasta que llegó Chávez al poder. Para Raúl Castro “fue importante que en el Foro de San Paulo las ideas de Fidel y Lula convergieran para recibir y apoyar a Chávez”. Pero fue al revés: embaucaron al ‘arañero de barinas’, a quien le masajearon el ego a cambio de ser el gran financista del proyecto continental castrista. Entonces, Fidel lograba dos de sus más preciados deseos: le puso la mano al petróleo venezolano, aquel que le negó Rómulo Betancourt, y obtuvo los petrodólares venezolanos para el proyecto de expansión de su poder enmascarado de revolución.

Así cayó en garras de los isleños el país que fue ejemplo alterno al desastre del comunismo tropical de los Castro. Y desde aquí se expandió esa ideología cancerígena por el continente, ahora revestida de populismo. Ya no se hablaba de la dictadura del proletariado sino del socialismo del Siglo XXI, que se organizaba bajo la captura de todos los poderes del Estado y la reelección indefinida del líder. Dictadura sin proletariado. Pero el dinero que financiaba esa ilusión, comenzó a escasear y muchos países lograron zafarse del castrochavismo. Solo han quedado Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia.

¿Y los gringos?

Quizás los norteamericanos (como muchos venezolanos) no previeron que, con la llegada de Chávez al poder, Cuba pondría fácilmente una ‘pica en Flandes’ y que bajo el ropaje de la democracia y el financiamiento de Venezuela fueran conquistando poder y dominación en el continente.

Al principio, EEUU estaba más perdido que el hijo de Lindbergh, como decimos en Venezuela. Lo del 11 de septiembre llevó a concentrar sus esfuerzos en el Medio Oriente y abandonaron Latinoamérica. Esto fue aprovechado por Cuba a través de Venezuela para reintroducir viejos actores de la primera Guerra Fría en el continente de la mano de Chávez. Nos referimos a Rusia y China, pero también a Irán, un nuevo y poderoso enemigo de los EEUU.

George W. Bush, cuando lo sorprendieron en la Argentina con el entierro del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), parece que se quedó en neutro, aunque logró firmar tratados de Libre Comercio con casi todos los países latinoamericanos de la cuenca del Pacífico.

La llegada de Obama fue en cierta forma peor, pues conociendo el tema se acerca a la región, pero con una política que parece copia de la del Foro de San Pablo: reincorporación de Cuba en las relaciones internacionales de la región; incorporación de las FARC a la vía electoral; y como corolario el mantenimiento del status quo en Venezuela.

Es decir, que no entendieron lo nefasto que la expansión del castrochavismo sería para Latinoamérica y los EEUU. Y en esto, como en el pasado, algunas fichas en el Departamento de Estado jugaron un papel clave. Todavía algunos allí se preguntan si el castrochavismo es “una amenaza a la seguridad nacional, de los EEUU.”

¿Hasta cuándo Cuba?

En términos de fomentar la democracia y la libertad en el continente, la política norteamericana hacia la región ha sido en mucho una política errada. Al principio creyeron que apoyando las dictaduras de derecha derrotarían el castrocomunismo. Pero al regresar la democracia a la región, la abandonaron y entonces surgió el castrochavismo.

La llegada de Donald Trump y su nuevo equipo ha cambiado la visión y la acción de EEUU hacia el continente. En especial han entendido que no es un tema de Venezuela o Nicaragua, sino que están articulados además de que la raíz de esta enfermedad está en La Habana. Y que este vals hay que tocarlo a cuatro manos.

Es importante tener claro que hay que romper el bloque en el poder para producir el ‘cese de la usurpación’ y que en esto es fundamental, como lo refuerza el presidente de Venezuela, Juan Guaidó, conseguir que los militares dejen de obedecer a Maduro y se pongan del lado de la Constitución.

Pero hay un poder detrás de todo esto y es Cuba. Esta controla el aparato de inteligencia, en especial el creado por Maduro; es decir, el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), que entre otras cosas mantiene un firme control sobre el aparato militar venezolano.

Esta presencia cubana lleva al profesor Jorge Lazo a apuntar, en un tuit: “La FAN no sostiene a Maduro. A Maduro lo sostienen los cubanos y quienes reprimen a los venezolanos en las calles (fundamentalmente FAES, Sebin, Dgcim, PNB, algunas unidades de la GN y paramilitares-colectivos). Para el chavismo, la FAN nunca ha sido confiable”.

La administración Trump ha entendido esto y está enfilando sus baterías a la isla. Ya entienden, como lo expresa el consejero de la Casa Blanca para la Seguridad Nacional, John Bolton, que Cuba, Venezuela y Nicaragua conforman ‘la troika de la tiranía’. Así como que el enfrentamiento en este hemisferio es contra “las destructivas fuerzas de la opresión, el socialismo y el totalitarismo”.

Ya Trump había revertido el acercamiento de Obama a los Castro; pero ahora va más allá y se dispone a facilitar la aplicación del título III de la Ley Helms-Burton que, permite llevar a la Corte en EEUU a ciudadanos o entidades foráneas o nacionales que ocupen las propiedades que incautó el gobierno castrista. Por ahora, por un mes, y limitado a las empresas pertenecientes a una ‘lista negra’ de la Casa Blanca, que en general son las vinculadas a las fuerzas armadas cubanas.

Quizás vengan otras medidas que permitan romper el cordón umbilical entre el régimen venezolano y el cubano; por ejemplo, algunas vinculadas con el envío de petróleo a la isla, las comunicaciones y la ‘cooperación técnica y financiera’, entre otras cosas. Esto facilitará la vuelta de Venezuela a la democracia.

Aquí lo importante es rescatar una política razonablemente efectiva contra el castrochavismo que ataque también a Cuba y esto parece haber sido entendido por EEUU y debe ser entendido por las democracias de la región.

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