En su libro Koba el Temible: La Risa y los Veinte Millones (2004) Martin Amis constata cómo el régimen de Stalin fue el más brutal de todos los que existieron en la ex Unión Soviética pero difícilmente se le compara con su gemelo fascista Nazi.
El fascismo es un método de control social de izquierda o de derecha que lamentablemente persiste en nuestros días tanto en terribles sistemas totalitarios como Corea del Norte como neo-dictaduras: Rusia, Turquía, Venezuela, Siria, etcétera.
Ciertamente Amis no es el primer intelectual en advertirnos que el nazismo y el comunismo en la época de Stalin eran casi gemelos en sus objetivos y proceder y que, el dictador soviético (apodado “Koba”) fue responsable de la masacre de más millones de sus compatriotas de lo que fue Hitler fue con respecto a ciudadanos alemanes (si bien el llamado Führer causó la muerte de más personas que Stalin por el Holocausto y las víctimas de la II Guerra Mundial).
Filósofos como Hannah Arendt y Raymond Aron, entre otros, observaron cómo las ideologías nazi y comunista fueron ambas nacionalistas, con un discurso similar de creación de ‘un hombre nuevo’ y el uso del terrorismo de Estado. Amis las define como el ‘socialfascismo’ soviético y el ‘etnofascismo’ nazi.
Amis nos recuerda que el hambre adoptado como instrumento de matanza comenzó con Lenin (1921-22) pero fue Stalin quien la llevó a su máxima expresión en 1933 para causar la muerte de unos 5 millones de ucranianos y exterminar a la clase latifundista campesina de esa república rebelde, cuestión que luego adoptó Mao en China. Eso, históricamente, sí es parte del fascismo comunista, que junto a las torturas y matanzas representa lo peor del fascismo ambidextro.
Reflexiono sobre esto ahora que el régimen fascischavista acaba de ‘suicidar’ al preso político Fernando Albán y usa el hambre como instrumento de control social.
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