Ritos mortuorios
Son escenas efímeras que adquieren la fuerza de un eterno presente en este libro fotográfico donde Salvatore combina imágenes con afectos familiares, textos breves y reflexiones.

«La fotografía es un recordatorio de la muerte» Susan Sontag

Hay muchas formas de morir, pero la muerte es una y definitiva. Impone silencio y exige resignación a los que sobreviven a la pérdida. Pero también hay diferentes maneras de decirle adiós a ese ser que pasa a otra dimensión. Y es allí, en las escenas ceremoniales de despedida, que se detiene el lente de Rafael Salvatore en Ritos mortuorios, su libro más reciente.

Salvatore es un fotógrafo itinerante. Durante más de 30 años ha recorrido Venezuela registrando lo más auténtico de la cultura tradicional venezolana, parte de cuya riqueza radica en ceremonias mortuorias que mucho dicen de las creencias, costumbres y visión del mundo de cada pueblo.

Hay drama en ellas, por supuesto, como bien lo reflejan las mujeres durante un funeral en Manicuare (Sucre); pero también hay baile en el ritual de los kariña en Tascabaña (Anzoátegui) y música y alegría —aunque suene paradójico— en las comparsas que acompañan el velorio y el entierro de figuras como María Rodríguez y Carmen Castañeda ‘La Coita’ en Cumaná (Sucre). Con estas imágenes se tropezó Salvatore en sus viajes por el país. Pero también con otras igualmente expresivas: el ataúd del motorizado apoyado en el asiento de su vehículo y rociado de cerveza; el homenaje a un turero muerto en Maparí (Falcón); la artesana Remigia Reina sosteniendo en sus manos el retrato —la foto dentro de la foto— de su difunto padre en Palmira (Táchira).

Son escenas efímeras que adquieren la fuerza de un eterno presente en este libro fotográfico donde Salvatore combina imágenes con afectos familiares, textos breves y reflexiones. Con sobriedad, sin artificios.

Autolibro en tiempo de crisis

Rafael Salvatore es un reconocido fotógrafo de cine en nuestro país. Las imágenes de innumerables películas venezolanas y extranjeras han salido de su cámara y han sido reunidas en dos libros: Fijaciones que una foto fija y Foto Fija ma non troppo, ambos publicados por la Cinemateca Nacional.

Otro, sin embargo, fue el camino para Ritos mortuorios y la forma como se hizo es algo que vale la pena destacar. El libro es el resultado de una aventura autónoma e independiente, sin editoriales de por medio, donde Salvatore fungió de ‘hombre orquesta’ al encargarse de todo el proceso, desde el concepto editorial y diseño, hasta las labores de corte del papel impreso, refilado, costura de los lomos, entre otras. “Este libro es producto de la crisis que atraviesa el país. Es por así decirlo su imagen especular. Frente a la escasez, el deterioro generalizado y los desorbitantes costos de impresión decidí publicarlo de modo artesanal para que las fotos, poco nítidas y sin detalles, sean reflejo de la imagen difusa y gris, sin matices ni contrastes, del momento que atravesamos”, explica Salvatore en la presentación del mismo.

Hasta el momento, con este sistema, el fotógrafo ha podido financiar la impresión de 50 ejemplares firmados, a manera de una obra gráfica, de los cuales quedan actualmente 20. Su interés es conseguir más recursos para seguir publicando.

El resultado, en definitiva, es muy original e interesante, muy personal, y su textura refleja los tiempos que corren en este país. Es como un acto de rebeldía, como un soplo de vida, porque demuestra que ningún obstáculo puede doblegar la creatividad y que a lo único que debemos temer es a la muerte de las ideas. Como bien señala el autor: “En espera de tiempos mejores la utopía sigue siendo nuestro refugio esperanzador. Por ahora es tiempo de duelo”.

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