Arepa 1
Todos los rellenos posibles

Para los fanáticos de la arepa, que somos muchos, Margarita se ha convertido en un auténtico paraíso con su amplia oferta de lugares que ofrecen este condumio genuinamente venezolano. Used me dirá que arepas hay en toda Venezuela, lo cual es cierto, pero las de Margarita guardan ciertas características especiales. Yo, muy personalmente, prefiero las arepas a las empanadas margariteñas. Cuando mi esposa y yo llegamos a Punta de Piedras, en el primer ferry de la mañana, vamos directamente al Mercado de Conejeros. Allí nos batimos en duelo hasta reencontrarnos con esos sabores tan particulares. La blanca masa del maíz envuelve los más diversos rellenos, sobre todo los que vienen del mar. Esa breve superficie del cereal americano conforma el soporte de sabores ancestrales que contrastan deliciosamente en su sincretismo. Pero Conejeros es sólo el  comienzo. Son muchas las areperas de la isla pero le voy a hablar de las cuatro mejores, desde mi humilde paladar.

Hoy por hoy, las arepas margariteñas más famosas son las de los hermanos Moya, que podemos disfrutar en la vía que conduce a Playa El Agua, pasando el pueblo de El Salado y antes de llegar a Playa Parguito. A cualquier hora el local se encuentra abarrotado, mucho más en esta temporada vacacional. Un pequeño quiosco muy limpio, algunas mesas bien organizadas y una atención esmeradísima constituyen los preparativos para disfrutar de dos muy delgadas lonjas de masa que aprisionan el relleno de l celebrado cazón, de la deliciosa madreperla, de la salseada carne mechada, de queso gouda holandés que se derrite, del albo queso telita, de lo que usted quiera. Creo que el secreto de los Moya no es tal secreto sino una factor universal de la buena gastronomía: excelente materia prima y técnicas bien ejecutadas La masa es fundamental pero también la sazón de los uisos. Uno no puede ir a Margarita sin probar las arepas de los hermanos Moya, quienes, de paso, son unos tipos muy simpáticos que viven peleando entre ellos frente a los comensales, lo cual no es más que un show.

Mucho menos conocida que la de los hermanos Moya. pero absolutamente desconcertante y deliciosa, es la arepera que se llama El Sazón de la Arepa, ubicada al final de la avenida Miranda, sector Cruz Grande, en Porlamar, justo antes de llegar al estadio Guatamare. No está en la ruta turística y hay que buscarla con intención. Ofrece los rellenos más insólitos que proponen cierta audacia al comensal. Desde la clásica Reina Pepeada hasta la arepa de lengua a la criolla, pasando por el solicitado cazón, las carnes más variadas y los quesos más peligrosamente sabrosos. Es un local visitado por los conocedores y los pobladores. Hay pocos turistas, no está reseñados en la prensa y se ha convertido en el lugar de encuentro de quienes buscan los mejores sabores.

Hablando de encuentro es imposible dejar de citar El Punto de Encuentro, allí en una esquina de la avenida 4 de Mayo de Porlamar, donde se encuentra la típica arepa caraqueña, es decir, la grande con mucho relleno al estilo de las tradicionales areperas de Las Mercedes. Se diferencia de las margariteñas en la consistencia de la masa. Las de El Punto de Encuentro son gordas, desbordantes, grandes y generosas, mientras que la margariteñas son delgaditas y menudas,  coquetas y crujientes, casi un chip sin caer en un nacho, flexibles y de cocción más rápida. Allí, en esa esquina de Porlamar, se encuentra todo el repertorio de rellenos de usted pueda imaginar. Buena calidad y buen servicio. Además, se pueden comer otros platos de la culinaria criolla —el pabellón tradicional y el margariteño, el asado negro, los sancochos de pescado y de gallina, el «cruzao» de tierra y mar— y se ha convertido en el sitio de los desayunos del liderazgo de la isla. Allí se han acordado algunas decisiones importantes.

Finalmente, en la calle Cedeño de Porlamar, a unos pasos de la Santiago Mariño, se encuentra Las 3 Pericas, una arepera muy divertida, muy mañanera y muy cumplidora, atendida por unas señoras simpatiquísimas.  Arepas sencillas pero muy sabrosas, sobre todo a la hora de comer en la madrugada después de una noche de rumba.

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