Este ensayo expone una nueva perspectiva en torno al Edipo Rey de Sófocles. Fue escrito para la materia Técnica Literaria del Drama de la licenciatura de Actuación de la Universidad de Los Andes, dictada por el profesor Edilio Peña. Tuvo una ponderación de 20/20 puntos.
El interior de cada individuo es un complejo entramado de emociones, pasiones y deseos. Es en este andamio carnal e instintivo donde puede encontrarse lo más hermoso del ser humano y, de igual modo, lo más putrefacto del mismo. Confluyen en este armazón las verdades más expeditas de cada ser, asàcomo los secretos más oscuros y refugiados que con afán se procura mantener en cautividad. Cautividad que guarda verdades tan profundas que resultarÃÂÂÂan inverosÃÂÂÂmiles y macabras para muchos, y que por esta misma razón se esconden con cuidado. Muchas veces se prefiere una mentira caliente y digerible a una verdad cruda y gruesa, que atragante con su espesor. No obstante, es la verdad la que con su luz consigue destapar todo lo oculto; bueno o malo, puro o impuro. La ambición, el poder y la muerte se fusionan en una de las varas de este entramado y son la daga que destruye pensamientos, personas y alrededores; logrando despedazar todo ÃÂÂÂmpetu y vitalidad, asàcomo beberse hasta la última gota de la esencia de quien la porta y de su entorno.
Teniendo esto en cuenta, encontramos que aunado al interior de cada persona, hace presencia también otro elemento: su destino. Estos dos factores generan una acción-reacción el uno con el otro de manera cÃÂÂÂclica y permanente. Todo individuo será afectado por su destino, y su forma de ser le jugará a favor o en contra siguiendo este hecho nada fortuito que le marcará desde antes de nacer. Y aun cuando cada persona se crea con el control absoluto de su existencia, tarde o temprano notará que su pensamiento es total y remotamente utópico.
Resulta obvio pensar que si no podemos ser titiriteros de nuestra propia existencia con una total eficacia, es absurdo el hecho de que podamos serlo de un conjunto de personas, con gran destreza y de manera audaz. Si bien es cierto que la polÃÂÂÂtica permite a un grupo de seres tener en mayor o menor medida algo de control sobre un conglomerado mayor de entes, siempre habrá un cabo suelto que será imposible insertar a la cadena por la simple condición de nuestra limitada humanidad. Y es este hecho el que podemos ver a lo largo de la historia y que ha estado presente de generación en generación, pasando entre diversas culturas. La ambición aunada a la predestinada existencia puede resultar fatÃÂÂÂdica para quien la posee y para su entorno. Este mismo acontecimiento es el que puede observarse claramente en la historia de la antigua ciudad de Tebas; lugar predestinado al caos constante y circular que pareció ser infinito.
Tebas fue originalmente fundada por Cadmo, hijo de Agénor, con el nombre de Cadmea. La hija de Cadmo, ÃÂÂÂgave, engendrarÃÂÂÂa a Penteo quien serÃÂÂÂa el sucesor de su abuelo. El reinado de Penteo no duró mucho y fue luego Polidoro, hermano de ÃÂÂÂgave, quien tomarÃÂÂÂa el reinado de la ciudad. Después de la muerte de éste, quien tomarÃÂÂÂa el trono serÃÂÂÂa Nicteo, regente de su hijo Lábdaco. Posteriormente, el trono serÃÂÂÂa ocupado por Lico, el hermano de Nicteo, quien también fue regente de Lábdaco hasta que éste pudo gobernar finalmente. No obstante, Lico volverÃÂÂÂa al poder al usurparle el trono a Lábdaco. Luego, AntÃÂÂÂope, nieta de Nicteo, quedarÃÂÂÂa encinta por el dios Zeus, cosa que éste no creerÃÂÂÂa y por la cual la acusó de blasfemia contra los dioses. Después de la muerte de Nicteo, Lico y su esposa Dirce perseguirán a AntÃÂÂÂope por petición de éste. Debido a esto, Anfión y Zeto, hijos de AntÃÂÂÂope, se vengarÃÂÂÂan y tomarÃÂÂÂan el trono de Cadmo, renombrándola ahora como Tebas, debido al parentesco que tenÃÂÂÂan con Tebe, hija de Asopo y Métope. Luego, el sucesor de los hermanos serÃÂÂÂa Layo, hijo de Lábdaco, quien se casarÃÂÂÂa con la hija de Cadmo, Yocasta. A éste le fue confiado Crisipo, hijo de la ninfa Penélope, para enseñarle las destrezas de la guÃÂÂÂa de caballos, pero Layo se enamorarÃÂÂÂa de él, lo seducirÃÂÂÂa y, traicionando la confianza de su madre, lo violarÃÂÂÂa. Después de esto Crisipo morirÃÂÂÂa â€â€ÂÂalgunos sostienen que lo asesinaron, mientras que también se piensa que se suicidó debido a la vergüenza de lo que le habÃÂÂÂa ocurrido y como castigo por lo acontecido por Layo, la esfinge serÃÂÂÂa enviada a Tebas con un acertijo complejo a descifrar. Quien no descifrase el acertijo de la esfinge serÃÂÂÂa asesinado por ésta.
Por otra parte, Layo y Yocasta trataron de tener un hijo en varias oportunidades, pero al notar que no podÃÂÂÂan tenerlo acudieron al oráculo de Delfos, el cual le anunciarÃÂÂÂa a Layo una tétrica profecÃÂÂÂa; su hijo le asesinarÃÂÂÂa y se acostarÃÂÂÂa con su madre. Yocasta finalmente concebirÃÂÂÂa un hijo de Layo, pero ambos se deshicieron de él esperando que muriese para que no se cumpliera la profecÃÂÂÂa recibida. Lo que no sabÃÂÂÂan es que Edipo nunca morirÃÂÂÂa sino que serÃÂÂÂa adoptado por Pólibo, rey de Corinto. Tiempo después Edipo también recibirÃÂÂÂa la misma profecÃÂÂÂa dada a Layo y, para no asesinar a su padre Pólibo, huyó a Tebas. Fue entonces cuando en el cruce de tres caminos cometió parricidio sin saberlo.
De este modo, Creonte, hermano de Yocasta llegarÃÂÂÂa a un acuerdo con la esfinge; si alguien resolvÃÂÂÂa el acertijo, ésta se irÃÂÂÂa. Debido a esto, Creonte ofreció la mano de su hermana a aquel que descifrase el enigma. Y fue asàcomo Edipo, después de resolver el desafÃÂÂÂo de la esfinge, se convertirÃÂÂÂa en rey de Tebas y desposarÃÂÂÂa a Yocasta, con quien cometerÃÂÂÂa incesto; sin saberlo tampoco.
Es curioso como el destino puede resultar sarcástico; aunque alguien trate de escapar de él, éste siempre volverá. Lo curioso de todo esto, no sólo es el destino sino su relación con lo interno que vive cada quien, pues existen algunos cabos sueltos que encajan perfectamente si se revisa el Edipo Rey de Sófocles. En la historia, Tebas está sumergida en una terrible peste acontecida por el asesinato del rey Layo. Según el oráculo, el culpable debÃÂÂÂa morir para que la peste acabase. Es interesante observar que aunque el villano parece ser Edipo, en realidad no lo es, porque la peste logra acabar sin que él muera, lo que hace pensar que es otra persona la que desencadenó el castigo a la ciudad.
Probablemente Sófocles quiso maquillar al verdadero protagonista o los verdaderos protagonistas de su historia con un seudo-protagonista, quien simplemente jugarÃÂÂÂa parte en el destino circular que se traerÃÂÂÂa el primero o traerÃÂÂÂan los primeros entre manos. Es remarcable la primera conversación entre Edipo y Creonte, suscitada en la obra de Sófocles, cuando el rey le pregunta a su cuñado cuál es la respuesta que trae del oráculo y este le responde que una buena y que incluso las desdichas pueden terminar en venturas. Esto genera dudas sobre la verosimilitud en las respuestas de devoción absoluta por parte de Creonte a su cuñado Edipo en los encuentros posteriores en la obra, pues si él afirmaba que era una buena noticia un anuncio como ese, es porque algo debÃÂÂÂa ocultar. Y ello genera la siguiente interrogante: ¿Acaso no pudo ser Yocasta quien fraguó el asesinato de su marido para cederle el poder a su hermano Creonte?
El escritor Edilio Peña en su libro Trama. Proceso y construcción de la obra teatral afirma que en Edipo Rey hay otras posibilidades de conceptos en cada lectura y que los personajes son quienes los expondrán mediante sus relaciones e interrelaciones situacionales. Es por este motivo que considero que la historia real no está estructurada como la plantea el escritor sino que él nos la ofreció asàpara escudriñarla y resolver un misterio; poniéndonos en el papel de Edipo, resolviendo el enigma de la esfinge.
Después de releer la obra, considero que Creonte siempre quiso asir el poder y que querÃÂÂÂa asegurarse de tenerlo por siempre. Éste procurarÃÂÂÂa que su cuñado nunca tuviese heredero alguno al trono, por lo que compró la traducción del oráculo de Delfos, sin saber que todo lo que saliese del mismo se cumplirÃÂÂÂa y creyendo que él mismo era quien podÃÂÂÂa ejercer control sobre su destino y el del pueblo tebano. Una vez dada la profecÃÂÂÂa, Creonte se asegurarÃÂÂÂa de que su cuñado y su hermana se deshicieran de su hijo, atemorizados de que se hiciese verdad lo anunciado por el oráculo. Culminado esto, comenzarÃÂÂÂa a trazar un plan para asesinar a Layo. Creonte no imaginaba que su cuñado morirÃÂÂÂa como lo hizo porque no creÃÂÂÂa en su oráculo comprado. Una vez muerto su cuñado, Creonte parecÃÂÂÂa tener todo a su favor, hasta que llegó la esfinge. Antes de quedarse sin un pueblo al cual gobernar se asegurarÃÂÂÂa de sembrar rencor en su hermana hacia su esposo por lo suscitado con Crisipo, haciéndola susceptible para que aceptara casarse con cualquier sujeto que la desposase. Cualquier sujeto del cual éste se encargarÃÂÂÂa más adelante. Pasado el tiempo, Creonte se enterarÃÂÂÂa de que la profecÃÂÂÂa habÃÂÂÂa sido cumplida y lo anuncia a su hermana, sugiriéndole matar a Edipo y sucediéndole él en el trono. Yocasta aun estarÃÂÂÂa dolida por lo que habÃÂÂÂa hecho Layo, sin embargo todavÃÂÂÂa sentÃÂÂÂa algo por él, y podÃÂÂÂa seguir disfrutando de ello a través del cuerpo de su hijo. De igual modo, al igual que toda mujer adolorida, era un peligro en potencia y se habÃÂÂÂa acostumbrado al poder, razón por la cual traicionarÃÂÂÂa a su hermano. Viéndose de brazos cruzados, Creonte decide poner final a todo esto y le anuncia la verdad a Edipo; una verdad a medias en donde él no se viese inmiscuido. Al no soportar lo que habÃÂÂÂa hecho y los secretos que con afán guardaba, Yocasta, antes de anunciar la verdad y quedar en evidencia, decidió quitarse la vida. Edipo, por otra parte, creyendo que todo el caos tebano habÃÂÂÂa sido su culpa, resolvió sacarse los ojos con los broches del peplo de su madre, condenándose a una ceguera eterna para no ver todo el desastre que habÃÂÂÂa ocasionado, y decidiendo finalmente irse al exilio. Por último, logra verse la ventura a feliz término de Creonte y sus maquinaciones verdaderas, pues es éste quien al final se queda con el poder de la ciudad.
Hay un nombre que viene a la cabeza cuando se piensa en la muerte que librarÃÂÂÂa a Tebas: Yocasta. Enceguecida por la ambición y el poder, Yocasta concilió su propia muerte y pagó todo lo que habÃÂÂÂa fraguado. Asimismo, Creonte, individuo maquiavélico y vil, también obtendrÃÂÂÂa su merecido en un futuro al tener que lidiar con la culpa y el dolor de haber provocado la muerte a su hijo y a su esposa â€â€ÂÂhechos expuestos por el mismo Sófocles en AntÃÂÂÂgonaâ€â€ÂÂ, acarreando todos esos pesares debidos a su tiranÃÂÂÂa. Estos hermanos no imaginaron que metafÃÂÂÂsicamente el oráculo afectarÃÂÂÂa toda su vida dejando sólo muerte a su paso sino que pretendieron deliberadamente controlar todo a su conveniencia, pasando por encima de quien fuese necesario.
Es sorprendente vislumbrar las consecuencias de tratar de jugar con nuestro destino, con nuestro entorno y con nuestro interior. Está claro que el destino no puede ser alterado y que cómo seamos puede mejorar o empeorar nuestra situación vivencial. Una obra literaria tan rica como esta no pasa desapercibida debido a la carga conceptual y estructural que posee. Sófocles no le da al lector o al público la historia en la boca sino que lo hace conectar todas estas historias de la ciudad tebana de un modo magistral para hacerlo reflexionar y descubrir el subtexto de su obra. Obra que nos refleja a la humanidad con sus peores instintos. Obra que nos revela aquel entramado que muchos han tratado de ocultar.