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El boxeador Horacio y el excombatiente Daniel son dos perdedores que conviven en el sanatorio de Los Cocos bajo custodia militar.

El concepto central que atraviesa El acompañante, tercer largometraje de Pavel Giroud, reside en un viejo e inagotable tema en la historia del cine mundial: la lucha del ser humano contra la adversidad.

Lo interesante en este caso es que el realizador cubano ubica su historia antes de la caída del Muro de Berlí­n en 1989, de la desintegración de la Unión Soviética en 1991 y, sobre todo, del terrible Perído Especial que a lo largo de los noventa azotó la vida de los habitantes de la isla. Eran los «felices» años ochenta de la Revolución Cubana. En este sentido, se trata de un relato universal sobre la lucha contra un sistema polí­tico en el marco de la Guerra Frí­a, contra una enfermedad que ya diezmaba a millones de seres humanos en el mundo y contra el pasado que no tiene salida. Tres batallas que se integran en un melodrama que combina los tonos de dos tipos de drama —el de la c¡rcel y el del boxeo— en un contexto histórico significativo. Atrapado sin salida, del checo Milos Forman, y el primer Rocky, del norteamericano John G. Avildsen, parecen los iconos de inspiración de Giroud.

Giroud es director del primer relato en Tres veces dos (2004), de La edad de la peseta (2007) y Omerta (2008), además del documental Playing Lecuona (2015) sobre el célebre músico cubano. Ahora ofrece un melodrama para reflexionar sobre los desmanes del VIH, sobre los muertos de las guerras —cualquier guerra— y sobre las limitaciones de un sistema polí­tico, social y económico.

El boxeador Horacio y el excombatiente Daniel son dos perdedores que conviven en el sanatorio de Los Cocos bajo custodia militar. El primero castigado por haber incurrido en el dopaje y el segundo segregado por haber contraído el HIV con prostitutas africanas. Ambos son prisioneros individuales en una gran cárcel colectiva, donde la doble moral revolucionaria, el machismo, la discriminación sexual y la manipulación de la burocracia constituyen sus rasgos fundamentales. Horacio no puede volver a boxear gracias a la pena de doce años que le han impuesto. Es un deportista acabado. Daniel, en cambio, es un ser acabado también, castigado por la discriminación sanitaria y moral, pero quiere vivir sus últimos días en libertad, aunque sea la más individual de las libertades.

Giroud propone una estructura narrativa propia del melodrama tradicional, con algo de humor y de mucha intensidad emotiva. Sus personajes poseen perfiles sicológicos fácilmente identificables con situaciones que encajan en los moldes habituales del género, con una mirada trasparente, sin trascendentalismos. Por ejemplo, la lí­nea dramática del film involucra los intentos del personaje principal por escapar del sanatorio, ayudado por una mujer misteriosa llamada Cheli (Yerlin Pérez), quien desea contaminar a su esposo con la sangre de Daniel de modo que lo transfieran de la cá¡rcel al sanatorio. De este modo, la sangre se transforma en un medio de intercambio, como el dinero, y el impacto de todo ello en Daniel juega un papel importante en las escenas finales, que pueden resultar un tanto grandilocuentes y teatrales.

Al tratarse de un tema que centra su visión en las aspiraciones personales de los dos roles principales, el escenario macro funciona como teló³n de fondo y aun así, es fácil percibir algunas de las pesadillas que hasta hoy acechan al imaginario cultural y social del cubano. El acompañante ofrece una mirada crí­tica y nostálgica a la vez sobre aquellos renglones torcidos de una sociedad que en esos años todaví­a mostraba una cándida fe en el futuro. Aquel paisaje hoy luce borroso y difuso, sumergido por los años duros del Perí­odo Especial y por el agotamiento del sistema polí­tico y económico que inicia su apertura en busca de la supervivencia.

La interpretación de Yotuel Romero —ex integrante del grupo musical Orishas— como Horacio demuestra un debut más que aceptable, sin haber pasado por la academia. Armando Miguel, como Daniel, expone un don natural para encarnar personajes tí­picamente cubanos. Ambos componen un dueto bien armado que funciona como motor de una historia que puede ser convencional, sin mayores pretensiones de estilo, pero que expone cabalmente las dimensiones del drama individual y colectivo.

EL ACOMPAÑANTE, Cuba, 2015. Dirección: Pavel Giroud. Guion: Alejandro Brugués, Pierre Edelman, Pavel Giroud. Fotografí­a: Ernesto Calzado. Montaje: Jacques Comets. Música: Ulises Hernández, Sergio Valdes. Elenco: Yotuel Romero, Armando Miguel Camila Arteche, Broselianda Hernández, Jazz Vilá. Distribución: Gran Cine.

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