Especial para Ideas de Babel. Llego a la conclusión de que la única manera de comprender a Venezuela sometida a este gobierno comunista, es a partir de la patafÃÂÂÂsica.
La patafÃÂÂÂsica corresponde a la categorÃÂÂÂa de las ciencias paródicas; su creador fue el intelectual francés Alfred Jarry (1873-1907), quien la expone mediante el discurso del protagonista de una de sus obras: Gestas y opiniones del doctor Faustroll, un personaje nacido en 1898 a los 63 años de edad, y murto ese mismo año, a la misma edad.
El vocablo patafÃÂÂÂsica es una contracción de epàta metá ta physiká,  frase en griego, cuyo significado en castellano es «lo que está alrededor de lo que está más allá de la fÃÂÂÂsicaâ€ÂÂÂ. Es la ciencia de las soluciones imaginarias y de las leyes que regulan las excepciones. Consiste en una filosofÃÂÂÂa que reflexiona sobre la rareza existente en todo lo cotidiano, por cuanto presupone que lo singular ‘está ahÒ. Por ejemplo, es una ejercitación del pensamiento patafÃÂÂÂsico dedicarse a reflexionar sobre la hipocresÃÂÂÂa de una gallina. La PatafÃÂÂÂsica se basa en el principio de la unidad de los opuestos, y es un medio de descripción de un universo complementario, constituido por excepciones. Sustenta el principio de que en el universo todo es anormalidad, donde la regla es la excepción de la excepción. La regla es lo extraordinario, y eso explica y justifica la existencia de la anormalidad.
La patafÃÂÂÂsica no es sólo una ciencia ‘pura’, exclusivamente reflexiva; también tiene sus aplicaciones tecnológicas; en esta dimensión se ocupa de imaginar la construcción de dispositivos que no van a existir o que no sirven para nada. En su aspecto, digamos práctico, el patafÃÂÂÂsico se orienta por los principios de la construcción de lo inútil y de la arbitrariedad. Mencionemos, a manera de ejemplo, la célebre máquina de descerebrar concebida por el mismo Jarry; o el readymade de Duchamp titulado La Fuente (1917), consistente en un urinario puesto en un pedestal, basado en la idea patafÃÂÂÂsica de que la voluntad del artista transforma cualquier objeto común en obra de arte.
El Colegio de PatafÃÂÂÂsica incluye las diferentes disciplinas y ramificaciones surgidas a partir de las proposiciones originales de Jarry, entre ellas LiricopatologÃÂÂÂa y ClÃÂÂÂnica de los Retoriconosos, CocodrilologÃÂÂÂa, PedologÃÂÂÂa y Adelfismo, OnirocrÃÂÂÂtica, Aliética e IctibalÃÂÂÂstica, TonosofÃÂÂÂa Africana o Aniñamiento Voluntario e Involuntario, Odiosincrasia y PornologÃÂÂÂa con Parada, por nombrar sólo algunas; cuenta a su vez con instituciones subordinadas entre las que cabe mencionar las subcomisiones de las Soluciones Imaginarias, la de EpifanÃÂÂÂas e ItifanÃÂÂÂas, la Escuela de Estudios Itifálicos, el departamento de las Ciencias Inexactas y el Instituto de Altos Estudios de la Estulticia Humana; el último, con una sucursal establecida clandestinamente en Caracas.
La PatafÃÂÂÂsica es el punto de partida de muchas de las tendencias literarias y artÃÂÂÂsticas que cambiaron la dirección del pensamiento humano en el s. XX; dadaÃÂÂÂsmo, surrealismo, teatro del absurdo… no se habrÃÂÂÂan desarrollado sin las brillantes anticipaciones de Alfred Jarry. La obra de Duchamp, antes mencionada, inicia el vanguardismo.
La PatafÃÂÂÂsica mantiene ÃÂÂÂntegra su vigencia. Lo demuestran los aconteceres de la modernidad que nos corresponde vivir; sólo mediante una ciencia destinada a desentrañar la esencia del absurdo es posible entender la mayorÃÂÂÂa de ellos; considérese, a manera de ejemplo, la prohibición impuesta a Zapatero por el Gobierno hispano; se le permiten sus actividades mediadoras a favor de un pretendido diálogo siempre que no levante los brazos, con el fin de evitar la contaminación odorÃÂÂÂfica.
Tratándose de Venezuela ââ€Â€por sólidas razones convertida en foco de atención de los patafìsicos de todo el mundoââ€Â€, casos semejantes son innumerables. Animado por el encomiable propósito de evitar llevar al lector ad nauseam haré un apretado resumen de tres de ellos de factura reciente.
Un general es acusado de estar involucrado en tráfico de drogas por la DEA (organización que no acostumbra hacer denuncias sin disponer de evidencias); en cualquier paÃÂÂÂs cuyo gobierno tuviese una pizca de decencia, lo lógico serÃÂÂÂa abrir una investigación, distanciarlo de toda función pública. AquÃÂÂÂ, no; ¡aquàlo nombran ministro! Una sargento agrede brutal y alevosamente a una manifestante pacÃÂÂÂfica lisiada; la expectativa común es que a partir de semejante abuso cualquier policÃÂÂÂa fuese degradado y sometido a juicio; en Venezuela, en cambio, ascienden a la vil mujer al rango de teniente. Apenas la funcionaria responsable del sistema carcelario acaba de declarar que en el paÃÂÂÂs todas las prisiones están bajo control, le estalla en la cara una revuelta en uno de esos establecimientos, con armas de guerra de por medio (¡nada menos que un par de granadas!) y un saldo de muertos y heridos.
¿Cómo entender estos acontecimientos, de no ser mediante una ciencia que estudie la estupidez, el cinismo y lo irracional de la conducta humana? Y es que Venezuela se transformó en el mundo de lo absurdo. Todo está al revés; los valores cambiaron su polaridad con el socialismo del siglo XXI; y esa ideologÃÂÂÂa fue proclamada, celebrada, difundida y aplicada con evidentes resultados nefastos ¡sin haber sido jamás explicada! ¿No es otro caramelo para el gusto patafÃÂÂÂsico? La transfiguración patafÃÂÂÂsica del paÃÂÂÂs ha alcanzado al extremo de que caerle a palos a un ciego en la calle es el medio expedito para lograr el premio de varias de las miserables bolsas de comida que reparte el gobierno, o es una credencial para recibir un ascenso o un cargo en la administración pública.
Ionesco, Kafka, Beckett y otros ilustres patafÃÂÂÂsicos, crearon obras conjeturadas como mundos grotescos metafóricos de la tragedia del individuo envuelto en una sociedad infectada por el totalitarismo, la corrupción y la maldad; es muy probable que de estar vivos ahora, dándole una mirada a Venezuela, renunciaran a su escritura, porque se pensarÃÂÂÂa que hacÃÂÂÂan una copia de una realidad existente. Orwell la describió con escalofriante exactitud. ¿Rinocerontes, metamorfosis de un hombre en cucaracha? ¡Aquàmás de la mitad de la población se transformó en esos animales simbólicos del sometimiento al autoritarismo; alucinó ante el Gran Demagogo Padre del Desastre y aceptó gozosa su degradación! ¿Esperando a Godot? Llevamos años en eso, parados en esta esquina viendo como el Supremo nos pinta una paloma mediante fraudes y maniobras.