Monumento a los peatones anónimos, Wroclaw, Polonia (Jerzy Kalina)
Monumento a los peatones anónimos, Wroclaw, Polonia (Jerzy Kalina)

Hablamos de país, le damos nombre masculino y patriarcal a la tierra que nos vio nacer para mitigar la orfandad que se nos echa encima. El país esto, el país aquello, el país lo otro. Y entonces cerramos maletas y, como Lot, nos vamos sin mirar atrás para no convertirnos en estatuas de sal.

Abandonamos la casa, abandonamos nuestros parajes familiares convencidos de que habrá otros lugares en los que empezar de nuevo, de cero. Nos trasplantamos, pero las más de las veces nuestras manos inexpertas de jardineros no atinan a vitalizar las raíces y nos marchitamos, porque esa tierra nueva no es la tierra nutricia en que nacimos.

Vamos heridos por el mundo, vamos huérfanos de madre, porque, precisamente, vamos huérfanos de patria. ¿Cómo cantaremos en otras lenguas las canciones de la infancia? ¿Dónde hallaremos el olor del guiso familiar, dónde el cobijo que nace de la convicción de pertenencia? ¿Dónde el cielo nos será más familiar que aquel que vieron desde la infancia nuestros ojos?

Somos los nuevos huérfanos, somos los hijos de una Patria a la que la letra mayúscula que se le ha adherido no basta para volverla más maternal. Esta patria, esta madre, Venezuela, que como una nueva Chlorophytumcomosum o malamadre —la planta que echa sus retoños fuera de sí— nos arroja afuera y nos ve marchar con nuestros bártulos a cuesta, el corazón roto, la sal solo en las lágrimas, pero sin mirar atrás para que no nos suceda lo que a la mujer de Lot.

De estas casas
solo ha quedado algún
fragmento de muro.
De tantos
que me rodeaban
ni siquiera eso
ha quedado.
Pero en el corazón
ninguna cruz me falta.
Es mi corazón
el país más devastado.

San Martino de Carso, Giuseppe Ungaretti

Nos caben todas las palabras de todos los que a lo largo de la historia de todas las geografías han tenido que abandonar su tierra. Desde el grito angustiado de Ungaretti al emotivo de Leopoldo Díaz: “Patria es la tierra donde se ha sufrido/patria es la tierra donde se ha soñado/patria es la tierra donde se ha luchado, patria es la tierra donde se ha nacido”. Pero también todas aquellas otras palabras que nunca sabremos que se pensaron, que se dijeron. El resto es orfandad, un resignado aceptar a la madre sustituta —a la que es improbable que alguna vez llamemos por ese nombre— pero que, a diferencia de la nuestra, propiciadora del éxodo, abre sus brazos para recibirnos.

Partimos, ¿pero qué hacer con el corazón? En las noches, cuando miremos hacia ese punto cardinal que sabemos el nuestro, sentiremos nostalgia de la patria y seremos como esos niños abandonados, no defendidos, no cobijados por el regazo que, de gestador y nutricio, pasó a ser un territorio ajeno y desolado en el que ya no tenemos cabida.

(Palabras dedicadas  a mi amiga Nury Baldera, que también se va.)

*Publicado originalmente en http://zonalibredigital.wordpress.com.

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