Amnistía en AN
Es muy difícil explicarse que a estas alturas no tengamos aprobada la ley de amnistía para los presos políticos y que Leopoldo López siga encerrado en las mazmorras de Ramo Verde.

Wikipedia nos habla de Deus ex machina como una expresión latina que significa «Dios desde la máquina» que se originó en el teatro griego y romano cuando una grúa (machina) o cualquier otro medio mecánico introducía desde fuera del escenario un actor interpretando a una deidad (deus) para resolver una situación o dar un giro a la trama. Es decir, Deus ex machina se refiere al uso de un recurso externo, extremo, y poderoso – —sin duda muy handy— que ayudaba a dramaturgos de medio pelo de aquellos tiempos a resolver problemas de guiones mal escritos en el que las fuerzas de los protagonistas en pugna se anulaban recíprocamente impidiendo así una resolución del conflicto que los enfrentaba. Ya fuese Zeus o Júpiter, o una deidad menor, uno de ellos venía al auxilio de uno de los bandos y con su poder decidía quién habría de ser el héroe victorioso y quién el derrotado.

Venezuela requiere de un recurso Deus ex machina para romper el ‘empate técnico’ que hay entre el régimen de Maduro y las fuerzas democráticas.

Me explico. A poco más de dos meses del triunfo de la oposición el 6-D en la AN es evidente que esta carece de la fuerza para hacer que Maduro renuncie o para evitar que el TSJ continúe obstaculizando su salida por medios constitucionales. Del otro lado está Maduro, quien sigue naufragando en su gestión de gobierno, sin capacidad para revertir el caos económico y social en que está convertida Venezuela, pero cuenta con el control férreo de las instituciones del país. Previsiblemente insiste en atribuir ese caos a una supuesta guerra económica cuyo combate no hace más cortas las colas para comprar comida y medicinas, ni la inflación, ni los problemas de inseguridad que golpean brutalmente a la sociedad venezolana, sino  que las empeora.

Es de reconocer que en ese corto tiempo se han dado batallas memorables desde el Capitolio con la gestión de políticos experimentados como Henry Ramos Allup y Julio Borges, quienes están dando clases magistrales de buen parlamentarismo. Asimismo motiva observar a las nuevas generaciones de diputados en las filas de nuestros representantes, muchos de ellos con excelente formación académica y un entusiasmo refrescante. Una grata sorpresa,

Aún así es muy difícil explicarse que a estas alturas no tengamos aprobada la ley de amnistía para los presos políticos y que Leopoldo López siga encerrado en las mazmorras de Ramo Verde. No se entiende por qué la AN no ha declarado como espurios los nombramientos que hizo a última hora Diosdado de esos bellacos que aterrizaron en el TSJ, o que Maduro siga abusando como si nada con las cadenas de radio y televisión, o que el estado Amazonas siga sin representación en el parlamento.

La AN no puede aceptar seguir siendo ignorada por el gobierno. De nada sirven legislaciones aprobadas que no se ejecutan, investigaciones sobre corrupción, violaciones de los derechos humanos, y arbitrariedades de todo tipo que concluyen sin consecuencias para los perpetradores.

El problema de hacerse el pendejo frente a esas arbitrariedades inconstitucionales es que terminen siendo unos verdaderos pendejos.

No se trata solo de la pérdida de prestigio de la AN, ni de las frustraciones que empiezan a expresarse frente a las grandes expectativas que se tenían en torno a ella. Cada día que Maduro pasa en Miraflores es un día de ganancia pare el régimen, y un día de más penuria para los venezolanos.

La probabilidad de que Maduro renuncie es  casi cero. Las otras salidas planteadas por la oposición como son el referendo revocatorio, la enmienda constitucional y la asamblea constituyente, sabemos que serán taponeadas ya sea por la Sala Constitucional o por el CNE.

En ese cuadro, poco o nada hay que esperar de las fuerzas armadas. Esa institución ha sido sometida a un largo y sistemático proceso de ideologización al estilo cubano, y a no pocas prebendas económicas que se desparraman de arriba hacia abajo a través de su estructura bajo la forma de multimillonarias comisiones sobre  la compra de armamentos, sobreprecios en la importación de comida, y no por último, con los beneficios derivados del tráfico de drogas. No pasa un día sin que la prensa nacional o internacional no registre un escándalo que envuelva a los militares venezolanos, desde los generalotes más encumbrados, hasta los más humildes soldados que custodian nuestras fronteras.

Lo que si se está moviendo de un modo dramático para Maduro es el cuadro internacional, y muy particularmente a nivel hemisférico. El respaldo que por tantos años disfrutó el chavismo entre nuestros vecinos, producto de la largueza con que el difunto presidente venezolano dispuso de los petrodólares, se está pulverizando con inusitada rapidez y nada puede hacer el gobierno venezolano para evitarlo. Se acabaron los reales y se desaparecieron los amigos. Los regímenes autoritarios de América Latina han entrado en crisis con la caída de los precios de las materias primas. El kirchnerismo salió ‘eyectado’ de la Casa Rosada en Buenos Aires; Evo Morales acaba de recibir un increíble No en el referendo que organizó para intentar reelegirse a perennidad como presidente de Bolivia; y nadie apuesta hoy ni un centavo por el gobierno de Rouseff luego de los escándalos de corrupción en Petrobras y del virtual enjuiciamiento que enfrentan Lula Da Silva, y la mismísima Rouseff,  por motivos similares.

Sin el apoyo de un debilitado Brasil y con la oposición de Argentina, Estados Unidos, Canadá, México, Colombia Perú y Costa Rica, el gobierno de Maduro está prácticamente aislado a nivel continental. Hasta la Unión Europea vería con agrado la conclusión de su gobierno por vías pacíficas y constitucionales. Una presión mundial de este calibre es muy difícil de aguantar sin la protección de un aliado poderoso. Sin embargo ni Rusia ni China parecieran estar dispuestos a cargar con esa responsabilidad pues saben que es muy costosa en términos financieros y políticos.

Como si lo anterior no fuese suficientemente malo para Maduro, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, se ha transformado en una aliado de la causa democrática venezolana. Almagro ha declarado que está esperando la solicitud de la Asamblea Nacional de Venezuela para aplicar la Carta Democrática Interamericana.

¿A qué espera la AN para hacer esa solicitud? ¿Será la OEA nuestro recurso Deus ex machina?  ¿Por qué tanta parsimonia?

 

 

 

 

 

 

 

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