Insurgente 1
El carisma de Shailene Woodley y su cambio de look forman parte d elo mejor de ‘Insurgente’.

Cuando se quiere adaptar una novela al cine siempre habrá dos variables que estarán en pugna: la profundidad y la direccionalidad. El primer punto responde a todo lo que sucede dentro de los personajes —su mundo interior, cómo lo afectan las cosas— y la segunda obedece a la cantidad de acciones que suceden en la historia y la mueven hacia adelante. La profundidad es más literaria y la direccionalidad es más cinematográfica. Dicen los gurú del oficio que el guionista debería mantener el equilibrio entre una historia demasiado densa o una que peque de superficial, aunque muchas veces decantarse por una variable podría traer resultados interesantes. Este es el caso de Insurgente (Insurgent), la secuela de Divergente, y que se aleja por completo de la profundidad de su predecesora, transformándose en una película de más acciones y menos palabras. Una decisión que ha molestado a los fans del libro, pero que ha inyectado nueva vida a la puesta en escena de la franquicia en la gran pantalla.

Basada en la novela homónima de Veronica Roth, Insurgente sigue el hilo narrativo de Divergente, arrancando justo unos días después del final de la primera entrega. Aquí seguimos la historia de Tris (Shailene Woodley), su hermano Caleb (Ansel Elgort), Peter (Miller Teller) y Four (Theo James), quienes terminan huyendo del sistema de facciones dominante que se presentó en Divergente. Los chicos son perseguidos por ordenes de Jeanine (Kate Winslet), la encargada de preservar el sistema y que se ha dado a la tarea de exterminar a todos los divergentes. Huyendo de las fuerzas del orden, los jóvenes deberán unir fuerzas con los Sin facción (aquellos que no encajan en el sistema, los rechazados) para alzarse y evitar que Jeanine se transforme en una suerte de dictadora y de caza a todos los que se le opongan.

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En el proceso, veremos la transformación de Tris en una chica más aguerrida y descubrimos el lado más sensible de Four, cambiando la percepción que teníamos de estos personajes, aunque sin ahondar demasiado en ellos. Mientras que la primera entrega estaba centrada más en explorar la psicología de la protagonista y retratar el mundo distópico en el que vivía, Insurgente deja a un lado todo esto para dedicarse a desarrollar el suspenso y la acción de su premisa principal.

A pesar de tener que competir con su referente inmediato —la saga de Los juegos del hambre— desde su primera entrega Divergente ha marcado su diferencia estética y narrativa. En el caso de Insurgente, el cambio es radical al probar suerte con nuevo director y guionistas. Desde la primera secuencia de acción se nota la mano del director Robert Schwentke (Red, RIPD) quien deja volar su imaginación progresivamente hacia el final del largometraje, haciendo que su ritmo jamás decaiga y subiendo la barra constantemente en todo lo que vemos. Por otro lado, el trío de guionistas que se estrena funciona como un engranaje para que el director se luzca, escribiendo escenas de acción de primera. Entre ellos llama poderosamente el debut de Brian Duffield junto con duros del género como Akiva Goldsman (Fringe, Angeles y demonios, Soy Leyenda, El código Da Vinci, Yo Robot) y Mark Bomback (El amanecer del Planeta de los simios, Total Recall, Wolverine). Esta mezcla de director y guionistas hacen que Insurgente brille con personalidad propia, separándose de su predecesora a nivel visual y argumental.

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A pesar del descontento de los lectores, Insurgente se sostiene por sí misma: termina y comienza redonda, divierte en sus dos horas de duración y se diferencia por completo de su homóloga Los juegos del hambre (que, curiosamente, en su última entrega hizo todo lo contrario: se decantó más por la profundidad dejando a un lado la acción, trayendo para muchos consecuencias negativas en el ritmo de la historia). Nos queda esperar por el siguiente capítulo de esta saga en la gran pantalla y ver si siguen tomando riesgos.

 

Lo mejor: Las pequeñas intervenciones de Milles Teller y Naomi Watts que se roban el show. La última media hora es alucinante a nivel visual. El carisma de Shailene Woodley y su cambio de look. Las escenas de acción con ritmo trepidante.

Lo malo: Si no viste la primera entrega —o no la tienes muy fresca— pasas la primera media hora de película perdido. La poca exploración en pantalla de Caleb hace que la historia sufra un bajón al final. En algunas coreografías de pelea, se nota de Shailene Woodley no mata ni una mosca.

@luisbond009

A continuación vea el trailer:

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