PREMIOS SPIRIT-NOMINACIONESHablamos de la soledad, en realidad. De la condición solitaria y desamparada de los seres humanos que no pueden reconocer los límites y los alcances de sus vidas. Como Riggan Thomson, el actor que desanda su trayectoria y sus glorias pasadas para plantearse un reto desesperado en el que se juega la vida y la muerte. Cuando se responde la pregunta que formula Raymond Carver en su libro, que da pie a la pieza teatral que el ex hombre pájaro está a punto de montar en Broadway, se encuentra ese personaje con la necesidad de reconstruir sus relaciones con la familia, el arte y… la celebridad. Porque en el alma de ese hombre casi caído en el olvido se halla la contradicción entre un ego abofeteado por la cotidianidad y la conciencia de su vida fútil e irresponsable. Sobre la soledad de este símbolo de otra época —que necesita el reconocimiento de su familia, sus colegas, la crítica y el público se fundamenta Birdman, esa pieza cumbre de un cineasta muy particular que ha escapado del realismo que caracterizó sus cuatro filmes anteriores. Esta vez se sumerge en los pantanos í­ntimos de un creador desesperado con un tono fantástico donde realidad e imaginación se articulan de manera tenaz. Alejandro González Iñarritu lo logró. Su quinta obra se alzó con los premios del Oscar como película, director, guion original y fotografía. Un triunfador. Por primera vez en muchos años mi criterio coincide con el de los miembros de la Academia, cosa que no deja de preocuparme.

El realizador mexicano construyó un via crucis poco religioso pero muy fatalista sobre un universo signado por lo que Mario Vargas Llosa refirió en La civilización del espectáculo. La historia de este antiguo astro del cine de superhéroes que trata de darle un nuevo rumbo a su vida, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral, constituye el hilo argumental de una reflexión más amplia y vigorosa. El teatro como representación escénica clásica ante la basura comercial de Hollywood. Es la Costa Este versus la Costa Oeste. Nueva York contra Los Ángeles. El arte que enfrenta a los mercaderes. Un planteamiento si se quiere esquemático que no por ello deja de ser realidad. El Nobel peruano se pregunta y da respuesta sobre su extenso ensayo:

¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legitimo, sin duda. Solo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo».

Cuando Riggan Thomson se mira en el espejo de su camerino aprecia —apenas— el recuerdo de lo que fue. La sombra de ese superhéroe alado lo persigue, lo acosa, se burla de él y de sus pretensiones de trascender. Lo condena a ser un disfraz del hombre pájaro. Es la eterna lucha entre la realidad y la representación de esa realidad. ¿Cuál es más real? En un momento dado Thomson no sabe si él es él… o Birdman. El guion original de González Iñarritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris y Armando Bo se edifica como un río incesante que fluye hasta un desenlace muy particular a través de un largo plano secuencia —sin cortes— de principio a final. Un verdadero reto narrativo que no es original del realizador mexicano pero sí extremadamente fuerte. En ese mismo plano secuencia de 119 minutos se revela el conflicto principal de ese actor y se concatenan los conflictos secundarios de quienes le rodean —su hija, su amante, su productor, su actriz, su exesposa, su nuevo actor, etcétera— en una suerte de opera magna sobre la dicotomía entre espectáculo e intimidad. En realidad, son varios planos secuencia enlazados por un montaje integrador diseñado por Douglas Crise y Stephen Mirrione, verdaderos artífices de esta narrativa, y fotografiados por Emmanuel Lubezki, el iluminador mexicano que acaba de ganar su segundo Oscar consecutivo, pues lo había obtenido el año pasado por su labor de Gravedad.

Con respecto a esta concepción de plano secuencia integral, cabe recordar que en 1948 Alfred Hitchcock dirigió su recordada La soga —basada en la famosa y discutida obra de teatro de Patrick Hamilton— como una película de una sola secuencia, sin cortes, en torno a un caso misterioso, como le era usual al maestro del suspenso. Pero lo medular de ese film no era el plano secuencia sino el tiempo real en el que transcurre el film. Todo sucede —en la pantalla y en la vida real— en 80 minutos y en un mismo sitio, de forma muy teatral. No es el caso de Birdman, pues a González Iñarritu no le interesa que su trama se desarrolle en los 120 minutos de su película sino que se integre al río narrativo de sus varios personajes y sus conflictos, como una continuidad vital. Un verdadero reto para un elenco —Zach Galifianakis, Edward Norton, Amy Ryan, Emma Stone, Naomi Watts, Andrea Riseborough— realmente brillante, liderado por Michael Keaton, quien de verdad merecía el Oscar. La elección del actor para este papel no es azarosa, puesto que Birdman ha rescatado del olvido al intérprete de los dos Batman de Tim Burton, encasillado en el papel del murciélago desde entonces.

Birdman es, ante todo, una crítica feroz a la civilización del espectáculo y al cine de Hollywood en específico. Le rinde tributo al texto y la actitud creadora de Raymond Carver. González Iñarritu presenta la enajenada cotidianidad en un escenario tan crudo como el backstage de ese gran teatro de Manhattan, a través de sus planos secuencia que combinan el realismo con la fantasía. En esos pasillos y camerinos se evidencia la diferencia entre la fama y el prestigio, entre el éxito y el respeto, entre el comercio y el arte. Una apuesta transgresora y sincera capaz de dividir a los espectadores entre quienes la adoran y quienes la odian por su tono narrativo esperpéntico. Un film que no deja a nadie indiferente.

BIRDMAN o LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA (Birdman or The unexpected virtue of ignorance), EE UU, 2014. Dirección: Alejandro González Iñarritu. Guion: Alejandro González Iñarritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris y Armando Bo. Producción: Alejandro González Iñarritu, John Lesher y Arnon Milchan. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Douglas Crise y Stephen Mirrione. Música: Antonio Sánchez. Dirección de arte: Kevin Thompson. Elenco: Michael Keaton, Zach Galifianakis, Edward Norton, Amy Ryan, Emma Stone, Naomi Watts, Andrea Riseborough. Distribución: Cines Unidos.

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