Bella de día 2Sinopsis: Sévérine, una joven casada con un atractivo cirujano, descubre la existencia de la prostitución diurna. Impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista. En 2006 contó con una secuela, Belle Toujours, dirigida por Manoel de Oliveira.

Comentario de Jacobo Penzo: Belle de Jour fue quizás el mayor éxito comercial de mi vida, éxito que atribuyo a las putas de la película más que a mi trabajo”. Con esa frase lapidaria Buñuel finaliza, en Mi último suspiro, la breve nota que dedica a este film ganador del León de Oro en el Festival de Venecia.

Pleno de ambigüedad, Bella de día es una película aparentemente convencional en la forma, pero que una y otra vez oscila entre realidad y fantasía con efectivos toques de humor, estos liberan de gravedad al discurso profundamente crítico de las buenas maneras burguesas, las cuales ocultan a veces los más transgresores impulsos carnales.

La bella Catherine Deneuve es una mujer tan marcada por sus traumas infantiles que no puede tener relaciones con su esposo, un individuo al que cualquier señora decente llamaría “un excelente partido”. Médico, buenmozo, de amables maneras y buen carácter, está dispuesto a satisfacer todos los deseos de su mujer. El problema es que ella no quiere que la traten con delicadeza y afecto. Por ello se dedica, gracias a los buenos oficios de una amiga, a entregarse a la más variada ralea de amantes de ocasión.

El film muestra una diversidad de actividades sexuales que satisfacen las demandas eróticas de la clientela de un burdel, establecimiento al que asiste diariamente la esposa del médico. La puesta en escena de esas situaciones extrañas en ocasiones mueve a risa. Las escenas de fetichismo son, quizás, las más graciosas, pero no le van a la zaga las de sadomasoquismo, el onanismo y las variadas perversiones aún más sofisticadas, fruto de la imaginación afiebrada de algunos amantes, como  la misteriosa ‘cajita’ del  cliente asiático.

Buñuel, un hombre más bien sobrio en su vida personal, que estuvo casado durante más de cuarenta años con la misma mujer, ha declarado muchas veces que su interés en las perversiones era solo teórico, como el de un entomólogo que estudia a sus personajes por necesidad de hurgar en el misterio de su extraña conducta. Hitchcock, otro director, en su caso aún más puritano, también unido a una sola pareja toda su vida, manifestaba el mismo interés por lo extraño. Pero también decía que lo hacía sin ningún interés más allá de la pura observación.

Esas explícitas manifestaciones de distanciamiento ante la temática que más les entusiasmaba son bastante sospechosas. En sus sueños, sus fantaseos y ensueños, estos serios y respetados directores seguramente liberaban los demonios interiores que, sin duda, los obsesionaban. Solo basta recordar los repetidos fetichismos del pie presentes en numerosas obras del aragonés, a la vez que la sutil necrofilia de Vértigo del director inglés. Pero como dice Buñuel, hay que dejar ir a la imaginación, “aún cruenta y degenerada”, adonde buenamente quiera, a fin de cuentas aún en sus facetas más perversas ella no le hace daño a nadie.

BELLA DE DÍA (Belle de jour) Francia e Italia, 1967. 100 minutos. Director: Luis Buñuel. Guión: Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière. Fotografía: Sacha Vierny. Reparto: Catherine Deneuve, Jean Sorel, Michel Piccoli, Francisco Rabal, Pierre Clémenti, Macha Méril, Françoise Fabian, Maria Latour. Productoras: Paris Film Production / Robert et Raymond Hakim / Five Film. Premios: León de Oro del Festival de Venecia.

 

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