Días del futuro pasadoLos hombres X son otra de las creaciones de Stan Lee que logran la hazaña de superar la barrera del tiempo, manteniéndose saludables a lo largo de las décadas (comenzaron en 1963), acaso preparándose para dar el salto al celuloide, lo cual ocurrió en el 2000, con la primera entrega de la serie. 

En total van ya siete capítulos, grupales o con una concentración específica en algunos de los mutantes del caso. Hay que admitir que los dos más interesantes eran los iniciales, que tenían un elemento en común: el director Bryan Synger. Vale la pena mencionarlo porque Synger, que saltó a la consideración crítica con la deslumbrante Sospechosos habituales en 1995, logró delinear una carrera con altibajos pero siempre estimable. A la ya mencionada le siguió Apt pupil (algo así como Alumno aventajado) que describía la relación tortuosa entre un ex criminal de guerra nazi y su vecino adolescente, antes de desembocar en los dos primeros X Men. Con buen tino abandonó la serie dejándola en manos del mediocre Brett Ratner (X Men La última pelea), para dedicarse a la televisión. Fue el productor ejecutivo de la original y refrescante House M.D., de la cual dirigió dos episodios.

Una pifia mayor fue Superman regresa en el 2006, pero su carrera tomó un mejor vuelo con la historia de un intento de magnicidio, ese sí real, contra Hitler en Operación Walkiria. Aquí regresa a las aventuras de los X Men, hurgando en esa arista que hizo el éxito de la adaptación original de la serie, y que constituía el núcleo de las preocupaciones de Synger: la alteridad. Kaiser Zose, el archivillano de los Sospechosos habituales era una anomalía de lo humano, así como el estudiante de Apt pupil se introducía en lo más extremo de la condición humana. Ni que hablar de los superpoderes del hombre de acero, o, una vez más ese surgir de heroísmo dentro de la maldad intrínseca del Tercer Reich que exhibía la Operación Walkiria. Pero los Hombres X son mutantes, representan una evolución futura o lateral de lo humano, y como tales son un borrón en el mapa de lo humano, unos parias poderosos, que no necesariamente son aceptados por el resto de sus semicongéneres.

Esta falla comunitaria dispara junto con los mecanismos de defensa, una pugna política que llega hasta los pasillos del poder en Washington y separa a la sociedad norteamericana en dos grupos: los tolerantes y los antimutantes. Una asimilación, más o menos literal a las tensiones que siguen plagando a la sociedad norteamericana, hábilmente disfrazada tras dos películas de inocente ciencia ficción.

La serie no dejaba de apostar a la corrección política y la tolerancia, acaso porque a diferencia de entregas anteriores, el director estaba instalado en la fantasía. En este caso, el ciclo parecería completarse.

Mutantes y seres humanos son la presa más o menos fácil de unos robots más destructivos que Giordani: los centinelas. Para neutralizarlos resuelven echar mano de la vieja estratagema temporal: enviar al impensable y lejano 1973 a Wolverine para alterar la cadena de los hechos que llevaron a la creación de los centinelas.

Pero llegar (no físicamente sino a través de su conciencia a aquel año) implica hacerlo al origen de los X Men, y de paso a los factores que en aquella época, le quitaban el sueño a la sociedad americana: la guerra de Vietnam, su poca popularidad, la recluta y las protestas. De constatar y arriesgarse por los temas de la alteridad de sus personajes, la serie, y el director Synger, que la retoma, pasa a jugar, de forma bastante abstracta, no tanto con el pasado, sino con sus manipulaciones posibles, los juegos temporales de la conciencia y los peligros de jugar con las bases físicas de lo humano. El resultado es mixto, por no decir deficitario en comparación con las primeras dos (y mejores por muerte) entregas de la serie.

El libreto se pierde en hilos laterales demasiado abstractos, la historia se ramifica innecesariamente (acaso para evitar la similitud con la competencia de Terminator que por ahí acecha) y por momentos todo parece quedar en manos de los muy ingeniosos efectos especiales.

Cuenta Sabina que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, estrofa que bien pudiera aplicarse a una secuela larga, tardía y desangelada.

X MEN, DÍAS DEL FUTURO PASADO (Days of future past). EE.UU., 2013. Director: Bryan Synger. Con Hugh Jackman, James MacAvoy, Michael Fassbender.

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