captain-america-the-winter-soldier-trailer-0 (1)Puede que tras El Caballero Negro (2008) de Christopher Nolan, El Capitán América: Soldado de Invierno (2014) de los hermanos Anthony y Joe Russo, sea la película más inquietante dentro del cine de superhéroes; un numero de cintas que va in crescendo dentro del fantástico y que más pronto que tarde devendrá en subgénero, si ya no lo es.

Los hermanos Russo, y particularmente sus guionistas, Stephen McFeely y Christopher Markus, han conseguido enmascarar y empaquetar uno de los temores más latentes dentro de la sociedad contemporánea. Lo han hecho de manera ajustada, sin excesos y sin perder de vista el terreno original que pisan. Tras el fatídico 11 de septiembre de 2001, el mundo ya no es el mismo. El cine, especialmente el de Hollywood, mucho menos. Y como nueva vuelta de tuerca habría que sumar el escándalo desatado por Wikileaks y más recientemente, el affiaire que Ed Snowden “mostró” a la opinión pública.

Si en 1989 la caída del Muro de Berlín presagiaba el final de la Guerra Fría, el mundo post 11-S los ha levantado, aunque en muchos casos, los nuevos, esos firewalls caigan con mayor facilidad. Tal y como lo sugiere el guion de El Capitán América: El Soldado de Invierno, las guerras de ordenador están a la vuelta de la esquina. La anulación en un teclado, que bien dispara un misil atómico o bien borra seres humanos de la faz de la Tierra.

El asunto no es nuevo. Para muestra, allí está la exploración del tema en la primera entrega de IronMan, ni qué decir en la tercera de la serie, donde el Mandarín convertido en bufón, asomaba rasgos que apelaban a la iconografía y simbología de semejante tragedia.

Sin embargo, pudiendo tomar derroteros propios del universo Marvel tal y como ocurrió en Los Vengadores, la segunda entrega de la franquicia de este “primer superhéroe”, opta por lanzar una bofetada –suave, pero bofetada al fin-, que cuela en medio de ese derroche de adrenalina y efectos visuales, acá menos rimbombantes en favor de subrayar esa “humanidad” subyacente en este paladín que interpreta Chris Evans.

Suma a las intenciones del film la elección de Robert Redford como elemento decisivo. El suyo sigue siendo un rostro asociado al mundo del espionaje y las conspiraciones gracias a Los tres días del cóndor, esa notable película de espías dirigida por su amigo Sidney Pollack. Acá se reserva la guinda de un helado muy amargo a modo de discurso con declaración de principios. Un discuso más intrincado que el enunciado por Toby Jones, convertido en cerebro digital, pero que permite poner las cosas en perspectiva sobre los argumentos del y contra el miedo.

Redford devela la caja de Pandora con frialdad. Y con ello parece subrayar la proximidad de todos los relatos que sobre el futuro ha construido la humanidad. Las proyecciones que se han hecho de ese futuro imperfecto parecen aterrizar con placidez en las mesetas del presente. El film de los hermanos Russo lo subraya sin renunciar a la esencia del universo que representa, sin eludir los relatos internos del cómic y las angustias de su personaje protagonista.

Twitter: @cinemathon

Cortesía de Cinemathon

«Capitán América: El soldado de invierno»

About The Author

Deja una respuesta