Ella 3Ella es una historia de amor situada en un futuro impreciso y en una ciudad homogeneizada. Thedore es un hombre solitario, deprimido, que vive la etapa final de su divorcio. Su trabajo consiste en escribir cartas para otras personas, es decir, situarse en los afectos y los intereses de otros seres humanos, no en los propios. Es un trabajo técnico que ejecuta muy bien. Pero no logra establecer una nueva relación de pareja. Su vinculación cotidiana con el mundo se reduce a sus herramientas virtuales. Todo lo hace con la pantalla que cabe en su mano. Un día decide adquirir el nuevo OS1, el primer sistema operativo con inteligencia artificial. Piensa, tiene voz propia, aconseja, reflexiona y, lo mejor, tiene sentimientos. Se llama Samantha, es obviamente femenina y comparte las penas, pensamientos, confesiones y deseos de Theodore. Todo el día hablan, se conocen, se acompañan, se enamoran. Hacen el amor. Hasta sienten celos. Se cumple el sueño enajenado entre el hombre y la máquina, entre el ser humano y la creación de su mente. Ya lo dije: una historia de amor. ¿Qué hubiese dado Phillip K. Dick por escribir una historia como ésta? O el mismo Isaac Asimov. Pero la concibió y desarrolló Spike Jonze, uno de los cineastas más particulares e interesantes del cine norteamericano actual, a partir del anhelo de la felicidad. Tema muy viejo pero siempre vigente.

A sus 48 años, Adam Spiegel acaba de ganar su primer Oscar por el guion de Ella (Her), bajo su seudónimo de Spike Jonze, con el cual ha desarrollado una breve pero muy notable carrera como director, que incluye ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999), El Ladrón de Orquídeas (Adaptation, 2002) y Donde están las cosas salvajes (Where the wild things are, 2009), filmes muy distintos que comparten un tratamiento insólito. El rasgo común se halla en la búsqueda de identidad a través de los deseos más íntimos. En el caso de Ella, Theodore (un extraordinario Joaquin Phoenix) define su vida a través de las mujeres que ocupan su vida. Allí está su ex esposa Catherine (Rooney Mara), una mujer que busca algo más que la rutina del matrimonio, o su amiga Amy (Amy Adams), estancada en una relación de pareja que no evoluciona, o la bella chica (Olivia Wilde) que acude a una primera cita con él buscando un relación estable pero teme un fugaz encuentro sexual. En todas ellas se evidencia una necesidad afectiva no satisfecha.

El propio Theodore se revela como un enajenado en su cotidianidad, al aceptar su soledad y su tristeza y al trabajar en la página web BeautifulHandwrittenLetters.com, aunque nadie escriba a mano esas cartas que deben ser hermosas. Al conocer a Samantha tanto sus genuinas ansias como sus frustraciones verdaderas tienen respuestas virtuales, es decir, se ubican en otro plano de la realidad. Cuando este solitario se enamora comienza a escribir cartas muy hermosas, mejores cartas, para sorpresa de sus compañeros. El amor y la ilusión de la felicidad se convierten en el catalizador de sus satisfacciones. Pero nadie acepta inicialmente que un hombre ame la voz femenina (Scarlett Johansson) de un sistema operativo. Pero pronto se evidencia que no es un asunto exclusivo de Theodore.

Lo que subyace en el fondo de Ella es la lucha constante contra la reducción solitaria de la vida y el desamor que se instala en el alma, es decir, los sentimientos muy reales de un hombre en una etapa crítica de su vida. Resulta curioso que la inteligencia artificial de Samantha habla, opina y propone sin prejuicios ni desconfianza. Tampoco define la relación en términos de tiempo o espacio. Esa relación sólo existe cuando se hablan, cuando se encuentran virtualmente. El problema no es que Samantha sea un sistema operativo sino que Theodore es un ser humano. Pero, afortunadamente, los seres humanos superan sus conflictos personales… con otros seres humanos.

La película de Jonze es deslumbrante en sus valores de producción, empezando con la extraordinaria dirección de arte de K.K. Barrett, llena de sugerencias visuales y de matices cromáticos al mostrar una Los Ángeles del futuro gracias (parcialmente) a la Shanghai de hoy. Las oficinas de Theodore en BeautifulHandwrittenLetters.com, los espacios de su encuentro con Amy, los medios de transporte de la gran ciudad, la intimidad de la habitación donde ese hombre y Samantha se confiesan su amor revelan un talento especial para crear atmósferas. Claro, esa elaboración visual contó con la iluminación del director de fotografía sueco Hoyte Van Hoytema y con el respaldo musical de la banda de rock independiente canadiense Arcade Fire, una de las mejores bandas sonoras que he escuchado últimamente.

Pero lo más importante de Ella reside en el guión absolutamente redondo de Jonze, que le permitió una realización impecable, y en la actuación de Joaquin Phoenix, uno de los mejores actores de su generación.

ELLA (Her), EE UU, 2013. Dirección y guion: Spike Jonze. Producción: Megan Ellison, Spike Jonze y Vincent Landay. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Montaje: Jeff Buchanan y Eric Zumbrunnen. Música: Arcade Fire. Dirección de arte: K.K. Barrett. Elenco: Joaquin Phoenix, Amy Adams, Olivia Wilde, Rooney Mara y la voz de Scarlett Johansson. Distribución: Cinematográfica Blancica.

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