Es ampliamente conocido el odio y desprecio que los marxistas recalcitrantes sienten por los intelectuales. Chávez es marxista recalcitrante, por lo tanto, detesta a los intelectuales y con particular encono a los profesores universitarios. Las bases teóricas de esa animadversión se encuentran en los escritos de juventud de Marx, especialmente en los Cuadernos económicos y filosóficos y en la IdeologÃa alemana, obras publicadas mucho después de la muerte del pensador teutón. Para Marx la división y especialización del trabajo desarrollada por el capitalismo constituÃan una poderosa fuente de alienación y amputación de las capacidades creativas de los hombres, por ese motivo era necesario construir una sociedad en la que el ser humano estuviese plenamente integrado. Fuese un ¨hombre nuevo¨. Pudiese ser un hábil trabajador manual durante el dÃa y un notable filósofo por la noche.
Algunos discÃpulos del fundador del socialismo cientÃfico convirtieron la crÃtica a la división del trabajo en un cuestionamiento feroz al trabajo intelectual. Lenin y Stalin disfrutaban burlándose de los intelectuales pequeño burgueses, de sus miserias y cobardÃas. ContraponÃan la debilidad pusilánime de estos con la reciedumbre moral de los obreros, moldeados con la pasta de los verdaderos revolucionarios. Esta perspectiva clasista fue cultivada por Mao Zedong. El verdadero espÃritu del pueblo chino habÃa que buscarlo, no entre los profesores y los intelectuales, sino entre los campesinos y obreros.
La aversión del marxismo a los intelectuales ha desencadenado procesos monstruosos como el desatado por Mao durante la Revolución Cultural China y por Pol Pot en Camboya en la era de la ruralización forzada de esa nación. En esos perÃodos fueron asesinados millones de personas a quienes se les condenaba a trabajos forzados o a morir en campos de concentración por el ¨delito¨ de saber leer, o tener inclinaciones burguesas como gustarle la literatura o la música clásica. Fidel Castro fue menos sanguinario que aquel par de monstruos, pero de todas maneras a partir de finales de los años sesenta del siglo pasado le cargó la mano a los intelectuales que se opusieron a sus polÃticas comunistas.
En la Venezuela de Chávez no se ha llegado a lÃmites tan aberrantes. Los estalinistas, maoÃstas, polpotianos y fidelistas del régimen entienden que el mundo ha cambiado y que su relación con las esferas intelectuales y académicas debe ser cuidadosa. La estrategia adoptada por el teniente coronel ha sido sencilla, pero eficaz: ordenó el cerco financiero a las universidades públicas, donde se concentra la mayor cantidad de intelectuales que se oponen a su proyecto hegemónico.
Desde hace cuatro años los profesores no reciben aumentos en sus remuneraciones, ni siquiera discuten el contrato colectivo, y los presupuestos de las instituciones universitarias es igual desde hace siete años. Las universidades carecen de posibilidades de obtener ingresos propios y han debido recurrir a la figura del presupuesto reconducido, eufemismo que esconde la invariabilidad de los presupuestos asignados a lo largo de años. Durante ese mismo lapso la inflación ha sido superior a 120 por ciento. El ejercicio de la crÃtica al régimen la han pagado los profesores universitarios con un proceso de empobrecimiento creciente y con una erosión alarmante de su calidad de vida. Los docentes pasaron a formar un segmento de las clases pobres del paÃs. La mayorÃa de los docentes apenas ganan un poco más del doble del salario mÃnimo, pero se les exige al máximo en el plano académico.
Durante los mismos lapsos, los militares han recibido tres aumentos salariales que les han permitido aguantar los embates de la inflación, mientras que a la institución castrense el Gobierno le ha transferido recursos financieros para comprar aviones de combate, armas sofisticadas, fusiles y pertrechos militares. Además, el régimen creó las milicias que consumen una porción importante de recursos públicos.
La proletarización, o mejor, la pauperización del profesorado, avanza en un ambiente signado por el auge de los precios del petróleo nunca antes visto. Los docentes se empobrecen, no porque falten recursos financieros, sino porque existe un plan deliberado de aniquilación de este sector y de la universidad autónoma y crÃtica.
En esta revolución socialista los militares, las milicias y las armas están por encima de los profesores y los intelectuales. Asà son los marxistas. Asà es el comandante.
@tmarquezc