El otro día quedé gratamente sorprendido al saber que una alumna mía de teatro había cumplido 27 años, se había casado, tiene dos hijos, es tremenda diseñadora, humanista a toda hora y que fue aceptada para estudiar en la Bauhaus ¡Nada más y nada menos que en Weimar, Alemania! ¡Pero si hace nada era una pequeñita que corría graciosa por nuestro escenario! Y es que, hasta el más pintado, cuando alguien cumple 27 años va y se asombra ¡Y hasta se alegra y celebra! ¿No es verdad?

Después de cumplir 27 años uno supone que sueños, deseos, personas, colectivos, instituciones, naciones enteras, lo que hacen es crecer y fortalecerse con los años. No achicarse.

De manera que cuando Mercedes Muñoz —esa sobresaliente personalidad de la Raza Mujer— viene y nos cuenta que AVESA (la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa) va a ponerse chiquita… ¡Ya va! ¡Aquí hay una cosa que no está bien! ¡O varias!

¿Cómo es que una INSTITUCIÓN (con mayúsculas, porque es una Organización No Gubernamental, es decir: civil y que no sufre de burocracia), digo: como una organización de su trayectoria y de su importancia va a empequeñecerse?

¡Ya va! Vamos a barajar ese tiro ¡Aquí hay maldón!

En el llano venezolano cantan maldón cuando ha habido un error o se huele marramucia en la entrega de las cartas antes de iniciar la partida. Y toca entonces recoger y repartir de nuevo las cartas para que el juego fluya ¡Y fluya bien!

Y si uno se pone a revisar las cartas de AVESA, uno puede apreciar ¡con orgullo y alegría! que no ha habido cartas marcadas en su historia de 27 AÑOS. Que el juego suyo ha sido abierto y gallardo en la promoción y defensa de los derechos sexuales y reproductivos, en la lucha contra la violencia sexual y doméstica, así como en su abnegada contribución por la forja de una realidad donde estén garantizados los  derechos sexuales y reproductivos, incluyendo el derecho a una vida libre de violencia sexual o basada en género para todas y todos los venezolanos.

Su juego ha sido impecable. IM-PE-CA-BLE.

PUEDO DAR FE DE ELLO —COMO EN EFECTO— JUNTO A UN SIGNIFICATIVO Y BASTANTE NUMEROSO GRUPO DE VENEZOLANAS Y VENEZOLANOS.

Entonces… ¿Quién estará haciendo maldón en este juego nuestro? ¿Seguimos jugando a macuaches y majunches? ¿Cómo es eso que nuestra AVESA se va a poner chiquita al cumplir 27 AÑOS? ¿Cómo es que en AVESA, para garantizar la supervivencia de la organización se han visto obligadas a cerrar proyectos y programas, a reducir nuestro personal y, finalmente, tomar la decisión de mudarse a un espacio más pequeño? ¿Qué es eso de supervivencia de AVESA, cuando se trata de una ONG que atiende PROBLEMAS DE SALUD PUBLICA? ¿Cómo es que en este país NUESTRO que todavía sigue siendo rico y continua recibiendo una muy importante fuerza económica del petróleo va a destinarle a AVESA, a través de nuestro Ministerio de la Salud la seguridad del subsidio correspondiente a 2012 para seguir prestando atención psicológica a niños, niñas, adolescentes y mujeres victimas de violencia sexual y doméstica -como lo ha venido haciendo desde hace 27 años- con el mismo monto de hace seis años? ¿Seguimos jugando a las invasiones; apostándole al caos; obcecados en campañas; pendientes de la salud de uno solo de los nuestros; haciendo prácticas de ecocidio; hipotecando la seguridad alimentaria, la salud pública y el país entero hasta las próximas generaciones; invirtiendo en gasto militar? ¿Qué nos sigue pasando a la sociedad venezolana ante sucesos nuestros como estos? ¿Seguimos viendo pasar strikes y bolas sin mover el bate? ¿Cómo harán entonces las niñas de once años -sus madres y padres, nuestras familias- al quedar embarazadas si son tantas y el único servicio que las atiende en el país (prácticamente) va a empequeñecerse? ¿Qué pasará con las personas -infantes y mujeres en su mayoría- víctimas de abuso sexual? ¿Qué haremos frente a la plaga de abusadores, victimarios, protegidos y no, legitimados y no, que de manera frecuente abusan de amigos, familiares y hasta (potencialmente) de nosotros mism@s? ¿Nos quedamos de brazos cruzados y ya? ¿Inventamos o seguimos errando? ¿Recibiremos esta noticia sin salir todavía del aturdimiento con la ya «acostumbrada» y «natural» respuesta aquella de: A mí no me va a pasar? A ver, ¿cuándo salimos del estupor?

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