Dev Patel asume el peso del film dando vida a un Gawain presa del extravío, de sus inseguridades, sus miedos, sus errores.

La filmografía de David Lowery abraza el fantástico desde la inocencia absoluta. Sus films encadenan tiempo y espacio a esta condición que mana de sus personajes, incluso cuando estos posean un lado oscuro —siempre—, sombras que mueven parte del conflicto que les agobia. Inusuales en su procedencia, su condición de héroes clásicos es también una de las características de las criaturas que retrata. Incluso en aquella cinta con ecos de Bonnie & Clyde, Them Bodies Saints (2013) o la crepuscular The Old Man & the Gun (2018).

A partir de allí, tomando distancia de ese espacio un tanto más realista, su cine se decanta por el fantástico a través de personajes entrañables, huyendo de la peripecia y concentrándose en los dilemas que afectan al protagonista.

Aquel fantasma que navega a través del tiempo intentando encontrar su destino, bebe de las mismas fuentes que el caballero Gawain, que pese a resistirse al suyo, recorre una vida y otra también en busca de una Epifanía anunciada pero no aceptada.

Adaptación de un poema del siglo XIV, The Green Knight es una fábula evocadora de esos tiempos míticos en el reino de Camelot, del rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda. Es una fábula y un viaje en torno a Gawain y una pregunta a responder: ¿quién soy? El de Gawain es un viaje de autoconocimiento que parte de su inquieta necesidad de reconocimiento. Una necesidad épica que le equipare a sus compañeros y le merezca el respeto de su Rey, un Arturo menos heroico y más sabio.

Ansioso, tímido, inmaduro; el primer Gawain no consigue responder a la pregunta de su Rey: contar una hazaña que le permita conocerle mejor. La llegada inesperada del Caballero Verde y el reto que ofrece al monarca es la oportunidad de Gawain para llenar ese vacío que es incapaz de responder. Aceptar el reto de decapitar sin reservas al misterioso personaje y acudir un año después a sus dominios para someterse al peso de su espada es la prueba que el joven caballero acepta. Hecho esto, lo que sigue en realidad es la verdadera proeza.

Lowery traza un triple viaje en ese recorrido por encontrar la respuesta a la pregunta de Arturo.

El tiempo de espera, el tiempo del viaje, el tiempo de la decisión, hilvanan un relato que aporta nuevos personajes y miradas al ciclo artúrico, y también un paisaje y tonos que huyen de la batalla física a la batalla interior.

Dev Patel asume el peso del film dando vida a un Gawain presa del extravío, de sus inseguridades, sus miedos, sus errores. Le acompaña una Alicia Vikander que se desdobla en otros personajes dando cuenta de sus registros. También un inesperado Joel Edgerton (maravilloso microrrelato el suyo), Sean Harris y Barry Keoghan.

Lo que resta es esa belleza atemporal y esa suerte de monólogo que ejerce el paisaje sobre el texto definitivo, testigo de la hazaña definitiva. Un paisaje sobrecogedor que abraza al espectador, que podría verse tentado a entregar su cabeza por revivir aquella aventura.

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