Se habla de un paisaje de nuestro admirado Armando Reverón, que había sido obsequiado por el presidente Rómulo Betancourt al presidente Kennedy cuando visitó Venezuela.

Durante mi estadía de 25 años en Washington como encargadode la Unidad Audiovisual del Museo de Arte de las Américas, en la  Organización de Estados Americanos (0EA)  tuve la ocasión de servir por muchos años, como evaluador en la Casa Blanca de las obras de arte que recibían como regalo los presidentes en sus viajes por la América Latina. Un servicio ad honórem, me apresuro a precisar.

Las oficinas de ese departamento estaban en varias salas aledañas a la Casa Blanca con armarios repletos de las más variadas obras que dudosamente pudieran considerarse como obras de arte: retratos de los presidentes visitantes ejecutados con plumas, palillos, flores secas o conchas marinas; tallas rústicas en madera o modeladas en arcilla cruda o cerámica; paisajitos de cocoteros y aves volando por los cielos. En fin, un desfile perteneciente en su mayor parte a la cursilería a la cual son tan afines algunos artesanos indigenistas de nuestro continente.

Por supuesto, también había verdaderas obras de arte de prestigiosos artistas y auténticos creadores de las artes y artesanías. En vista de que las salas estaban ya repletas de armarios conteniendo sobre todo las obras antes descritas, tuve la imprudencia de sugerirle a los empleados hacer una selección rigurosa de todas las obras, deshaciéndose de todas aquellas que podrían considerarse como basura. La respuesta: “eso es imposible, nos está totalmente prohibido por ley, todo debe ser conservado independientemente de su calidad y valor.”

Recuerdo que entre las obras de valor había una bella escultura, un desnudo en bronce de Botero, regalo del presidente colombiano Belisario Betancur a su homólogo estadounidense. Estaba casi escondida en uno de aquellos anaqueles rodeada de todos los especímenes sin valor alguno.

Mi evaluación de dicha obra, basada en los precios obtenidos por el artista en numerosas subastas, fue por una suma bastante elevada. Ante la extrañeza de los directores de la oficina, les llevé catálogos y diversas publicaciones del artista para convencerlos de que esta sí era una obra de gran valor. Otra sugerencia que les hice fue, para salvarla, de ponerla en préstamo por algún tiempo en nuestro Museo de las Américas para su exhibición, dándole, por supuesto, el crédito explicativo de dicha operación y subrayando su propiedad a la Casa Blanca. Se hicieron los trámites oficiales necesarios y aceptaron la sugerencia. Ignoro si con el tiempo fue rescatada o si todavia sigue en el Museo. Este relato es de muchos años atrás.

Relataré otro caso que me viene a la memoria: Raul Nass, un gran amigo, quien era el director del Departamento de Relaciones Públicas de la OEA, me había hablado en alguna ocasión de un paisaje de nuestro admirado Armando Reverón, que había sido obsequiado por el presidente Rómulo Betancourt al presidente Kennedy cuando visitó Venezuela. Recordé el caso y me extrañó no verla en aquel enjambre antes descrito. Solicité información y examinando los libros de archivo no apareció nunca nada referente a dicha obra. Se me dijo que posiblemente estaría en la Biblioteca y Museo Presidencial de John F. Kennedy en el estado de Massachusetts. Escribí a esa institución y también fue negativa la información.

Quedan entonces pendientes muchas interrogantes. ¿Que pasó con la obra reveroniana desaparecida? ¿Fue verdaderamente obsequiada al presidente Kennedy? Si se comprueba, ¿a dónde fue a parar? ¿Por qué no está donde debería estar? Es un caso que se me ocurre debería investigarse por algunos historiadores o críticos de arte que pudieran estar interesados.

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