Fotografía: Koch, Eric / Anefo. Bajo licencia Creative Commons CC0 1.0 Universal Public Domain Dedication

Su vida no fue sólo rosa, tuvo muchas tonalidades tenues e intensas. Édith Piaf (París, Francia, 1915-Pascassier, Grasse, Francia, 1963), quien fuera la intérprete francesa más influyente del siglo XX, sigue inspirando por su autenticidad artística y su rebeldía.

Su historia tiene muchos mitos. Como el de su participación en la Segunda Guerra Mundial en alianza con los nazis, con el presunto trasfondo de proteger a artistas judíos, o su supuesto nacimiento bajo una farola, debido a que su madre sola no alcanzó a llegar a una clínica.

Lo que sí fue muy real es su original y potente voz para interpretar canciones amorosas, algunas de ellas con una fuerte crítica política y social, lo mismo que su valentía para tomar decisiones drásticas que marcaron sus días.

También compositora y actriz, fue registrada con el nombre de Édith Giovanna Gassion. El sobrenombre Piaf (gorrión) lo adoptó más adelante en su repunte musical, cuando eligió los escenarios como un estilo de vida, mismos que le otorgaron gloria musical y grandes tristezas.

Primeros años y el despunte artístico

Édith sufrió el abandono de sus padres, la cantante Annetta Maillar y el acróbata Louis Alphonse Gassion, ambos alcohólicos y con problemas económicos. A su cuidado respondieron sus dos abuelas. Vivió un tiempo con la nana materna, de ascendencia marroquí, cuya mentalidad, dicen, era que el vino por encima de la leche sería mejor alimento, pues “tenía la capacidad de eliminar bacterias”. Al sentirse incompetente de cuidar a la pequeña Édith, la abuela intentó regresarla con su papá, pero el hombre se negó por cumplir en el frente de la Primera Guerra Mundial. Fue su abuela paterna, matrona de un burdel en Normandía, quien le brindó mayor protección. La chiquilla hizo amistad con las prostitutas del lugar, quienes influyeron en su crecimiento y su manera de ver la vida.

A los 14 años, Édith se fue a vivir con su padre. En ese tiempo, el hombre vivía en un circo y convirtió a la jovencita en compañera de su acto artístico. Involucrarse en ello dio paso a su mejor faceta profesional, la de cantante, que en un inicio fue en las calles, como solía hacerlo su madre.

Poco duró la relación ‘paternal´. Se liberó de la explotación de su progenitor y rentó una habitación gracias a las monedas que la gente le daba por su grandiosa voz.

En la búsqueda de público callejero, en 1933 conoció, en el barrio parisino de Pigalle, a Louis Dupont. Tenía 17 años cuando se enamoró de él y tuvo a su única hija, Marcelle. Las relaciones de Piaf eran inestables. La que tuvo con Dupont no sería la excepción, por lo que eligió pintar un nuevo rumbo con su pequeña y su media hermana Simone.

Édith se desentendió de su hija. El hecho de que la niña muriera a los dos años, a causa de una meningitis, provocó que la incipiente cantante cayera en la depresión.

Nuevamente se levantó, aunque nunca superó ese dolor. Como Édith Gassion, lanzó en 1936 su primer disco: Les momes de la cloche (‘Los niños de la campana’), que fue bien aceptado por el público.

A los 20 años conoció a Louis Leplée, dueño del cabaret Le Gerny’s, quien la bautizó como La Môme Piaf (La Niña Gorrión). Por desgracia, al poco tiempo se quedaría sin trabajo y regresaría a cantar en las calles y en pequeños recintos: el empresario fue asesinado y la relacionaron con ese acontecimiento, lo que afectó su carrera profesional y su vida personal.

Los amores y la música

Édith Piaf amó sin pudor. Era una mujer libre y lo que más le gustaba era desobedecer. Se involucró con diversos talentos del espectáculo.

El compositor Raymond Asso contribuyó en su crecimiento en los escenarios, además de ser un distinguido amante. Ya convertida en una figura del music-hall, Édith se relacionó con su compañero de escenarios en el Moulin Rouge: el cantante Yves Montand.

Más tarde, durante una gira por Estados Unidos, conoció al pugilista Marcel Cerdan, del que se enamoró profundamente y quien, se dice, fue su mayor amor. La muerte de Cerdan, en un vuelo de París a Nueva York, en 1949, fue un golpe trágico para la cantante francesa: se deprimió y dejó de comer. Esta tristeza en su vida la motivó a consumir morfina.

En 1952 contrajo matrimonio con el cantante Jacques Pills. Sin embargo, su apoyo para rehabilitarla fue nulo; cinco años después se separaron. Tiempo adelante conoció al compositor de raíces griegas George Moustaki, quien también fue parte relevante en la vida de Piaf. Tuvieron un intenso romance del que poco después él se cansaría, debido al alcoholismo de la francesa.

Aunque la actriz Marlene Dietrich y Édith fueron grandes amigas, se dice que su relación fue también sentimental. Compartían la misma pasión por el arte y la constante creación. Eso las mantuvo unidas durante muchos años, fortaleciendo su lazo de amor, ya sea amistoso o de pareja.

El vuelo del pequeño gorrión

En la década de los cincuenta, Édith Piaf sufrió dos accidentes automovilísticos que afectaron gravemente su salud y la alejaron temporalmente de los escenarios. Para poder sobrellevar sus dolencias, aumentó el consumo de morfina.

La mirada de La Môme Piaf era penetrante y triste. En sus años de madurez, mantenía su sonrisa y se expresaba divertida, despreocupada por el futuro. A pesar de sus desdichas emocionales y físicas, fue leal amiga, ayudó a muchos a despuntar su carrera artística y marcó con tinta fuerte la línea del tiempo musical.

Su muerte impactó a Francia y al mundo. En 1963, debido a las consecuencias del cáncer hepático que padecía, Édith Piaf cesó de respirar. De ese modo alzó su vuelo hacia otros cielos, teñida de otros colores, para cantar en nuevos escenarios.

Canciones que siguen marcando generaciones

En cada lugar donde se presentaba, la Piaf lograba conectar con su público. Eran su voz y su personalidad extrovertida lo que cautivaba. Entre sus canciones, algunas alcanzaron la inmortalidad. He aquí cinco de ellas.

“Les trois cloches” (Las tres campanas)

En 1946, la Piaf popularizó esta pieza durante su gira por los Estados Unidos. La canción detalla el paso del tiempo de una persona, su nacimiento, matrimonio y muerte, marcado por el sonido de las campanas.

“La vie en rose” (La vida en rosa)

Es la pieza que en 1947 le dio fama mundial. En esta joya describe que estar con la persona que ama la hace ver la vida color de rosa y que las cosas más maravillosas suceden al experimentar este sentimiento. Diversos artistas en el mundo han interpretado esta canción. Louis Armstrong y Raquel Bitton son sólo algunos.

“Hymne à l’amour” (Himno al amor)

Una pieza escrita por Piaf en 1950 y que al interpretarla mostraba fragilidad, debido a que fue dedicada a Marcel Cerdan. La letra describe lo que puede hacer una persona por amor. (Hacer clic en «mirar en YouTube»).

“Non, je ne regrette rien” (No me arrepiento de nada”)

En un principio, Édith Piaf se resistió a cantar esta canción compuesta por Charles Dumont, pero después de analizarla y realizarle algunos arreglos musicales, la estrenó en 1961 en el teatro Olympia de París. Gracias a una serie de presentaciones de la cantante, el lugar pudo conservarse pues peligraba de cerrar. Todo un clásico.

“A quoi ca sert l’amour” (Para qué sirve el amor)

Esta canción que interpretó con Théo Sarapo habla de las bondades del amor, del sentimiento que no se puede explicar, pero que puede generar sonrisas y lágrimas.