Nicaragua y Venezuela, ambas a través de una supuesta ‘revolución’ se transforman en satélites cubanos.

Muchos venezolanos, dentro y fuera del país, se refieren al régimen que controla al territorio como socialista, comunista. Y a los partidarios de ese régimen los llaman camaradas, que es una expresión que tuvo su origen en el primer sistema comunista implantado en Rusia y después generalizado a través de los diferentes países dominados por ese tipo de gobierno o por los militantes de los partidos comunistas en el mundo.

El comunismo en sus comienzos fue una ideología que se hizo con el poder inicialmente en Rusia a partir de 1917 y que se desarrolló primero con la anexión de muchos países aledaños a Rusia hasta constituir la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de gobiernos títeres en casi todos los países de la Europa Oriental.  Después vino China, Vietnam, Camboya, Corea del Norte y la inefable Cuba.

En todos esos territorios se implantó un régimen dictatorial, generalmente represivo y sumamente despiadado. En términos generales esos países destruyeron la economía privada sustituyéndola por un estatismo absoluto. Todo eso tiene un vuelco gigante a raíz de la caída de la Unión Soviética y como consecuencia, tanto Rusia como todos los países que la conformaban y sus aliados europeos, se convierten en regímenes más o menos democráticos, con una economía que podríamos considerar capitalista, es decir, donde la propiedad privada y el libre mercado se convierten en paradigmas. Sobreviven entonces sólo cinco países dominados por el Partido Comunista —el Quinteto de la Muerte— formado por China, Vietnam, Camboya, Corea del Norte y Cuba.

Pero los tres primero  —China, Vietnam y Camboya— comienzan una apertura en lo económico, eso sí manteniendo un control político por los comunistas. Corea del Norte y Cuba no se aventuran. Cuba entonces decide, como sobrevivencia, lanzarse a la conquista de América, a través de un militar golpista de Venezuela y logra un cierto poder sobre casi toda la América Latina, pero muchos países, a pesar de su maligna influencia, logran sobrellevar más o menos sus características democráticas y de libertad económica.  Salvo dos: Nicaragua y Venezuela, ambos a través de una supuesta ‘revolución’ se transforman en satélites cubanos. El proceso de transformación de estos dos últimos países es más lento, pero poco a poco logran ir disminuyendo la propiedad privada, sobre todo sobre los medios de producción e incorporarlos al patrimonio estatal.  La economía privada se convierte en marginal y controlada.  Debe ser sumisa so pena de ser expropiada.

El régimen nicaragüense, quizás por ser más antiguo y estar más asentado, establece un coqueteo con los empresarios y se avienen a una entente, donde lo político lo detenta férreamente el gobierno y los empresarios hacen su tarea sin inmiscuirse u opinar sobre los aspectos políticos.  Venezuela no, en Venezuela el régimen apabulla a la economía privada y muy pocos sobreviven, o plegándose a los dictámenes del gobierno o tratando de navegar sobre las aguas turbulentas. La situación venezolana fue cada vez peor, hasta llegar a unos límites actuales realmente de carestía, hambruna y horror.

El caso venezolano es sumamente complejo, pues después de haber sido, gracias a su condición de país petrolero, una economía más o menos fuerte, pasa a ser el más miserable de América, con algunos índices incluso peores que los de Haití, el país más pobre desde siempre. ¿Pero puede hablarse entonces que Venezuela es un país comunista?

Vamos a adentrarnos en el problema y su discusión. En el mundo hay muchas dictaduras, de hecho, de los 195 países, sólo 69 se pueden considerar democráticos, lo cual indica que pareciera que las dictaduras prelan. Ahora bien, ¿todas esas dictaduras son comunistas? Pareciera que no, y como los estudiosos y profesores siempre necesitan de titulitos y esquemas para clasificar las cosas, entonces se vuelcan a un esbozo muy generalizado en el mundo, el de llamar a los grupos políticos como de izquierda o de derecha. Y a los que no están muy hacia los extremos entonces los llaman moderados o centristas. Llaman dictaduras de izquierda a las comunistas o cercanas y de derecha a las que permiten una cierta liberalidad económica.

Mi tesis es que dictadura es dictadura, no importa cómo se pretenda clasificar, tan dictador fue Castro como Pinochet, aunque éste haya permitido la empresa privada. O actualmente tan dictador es Ortega en Nicaragua como Putin en Rusia. Las dictaduras comunistas basaban su poder inicialmente en el Partido Comunista, aunque para sostenerse necesitan a las fuerzas armadas, pero casi todas las demás dictaduras del mundo afianzan su poder precisamente en las armas.  ¿Cuál dictadura es peor?  La de Lukashenko, la de King, la de Erdogan, la de Maduro, la de Castro, la de Pérez Jiménez, la de Noriega, la de Somoza, la de Trujillo, todas son peores. No hay dictadura buena y dictadura mala, como muchos nos lo han tratado de vender. Que en una dictadura la economía siga —a pesar del horror— funcionando más o menos, no la hace mejor.

Las dictaduras no tienen ideología, son dictaduras y punto. Se inventan cualquier exabrupto, cualquier justificación, pero su único objetivo es mantenerse en el poder a toda costa. La ideología es inherente a la democracia, es parte de la democracia. Es la posibilidad de que en una sociedad haya diferentes maneras de interpretar la realidad, la solución de los problemas o mejorar la calidad de vida.

En toda sociedad, la economía tiene consumidores, los partidos seguidores, las iglesias fanáticos y las dictaduras cómplices. Hay cómplices de muchos niveles, unos por omisión y otros por participación. Si Venezuela es una dictadura comunista, podríamos entonces decir que a sus partidarios los deberíamos mencionar como camaradas, ¿y a sus cómplices como fedecamaradas?

Todo esto viene a colación porque muchos compatriotas están viendo con buenos ojos la participación de la empresa privada en la reconstrucción del país, pero eso sí, en complicidad con el régimen o. por lo menos, en reproducir algo similar a lo que Ortega implantó en Nicaragua.  Será que nuestros fedecamaradas tendrán la sangre fría para instaurar empresas en un territorio tomado por criminales, todo en el sagrado nombre de la libertad económica. Cuando Cuba se vio en graves problemas se abrió a la inversión extranjera y sopotocientas empresas se aliaron con Cuba, sobre todo en el área turística, pero ayudó eso a mejorar las condiciones de vida de los cubanos, ¿o solamente benefició al régimen y a algunos empresarios?

About The Author

Deja una respuesta