Poco a poco la realidad —y las mejoras y los avances de todo aquello que había dañado el gobierno anterior— permitirán entender qué había de malo y qué puede haber de bueno en un futuro inmediato.

Llegamos finalmente al 20 de enero y como muchos lo esperaban, se produjo la renovación del poder. Prefiero llamarlo así pues no hubo una real transición, ya que Donald Trump como muchos lo deseaban, acaba de comenzar su segundo período como Presidente de EEUU, para continuar con las tareas que había emprendido en su primera presidencia y que muchos anhelaban que las perpetuara.

Sí hubo  cambios en la más alta magistratura, ya que Mike Pompeo sustituye como vicepresidente al malagradecido Pence, Rudy Giuliani pasa a ser secretario de Justicia, Jared Kushner jefe del Pentágono e Ivanka Trump representante en la ONU. Todos aprobados por la mayoría republicana en el Senado.

Ya se acabaron las angustias, los sobresaltos, los miedos a que la gran nación norteamericana cayera en las redes del socialismo, para beneplácito de los que quieren verla destruida. Una vez más se salvó de los ímpetus, no sólo del comunismo, sino de aquellos que la envidian y la odian.

La gran conspiración mundial ha sido aplastada. Un humilde pero enérgico tribunal de una de las más grandes potencias del mundo, Perú, ha iniciado un juicio histórico contra los propiciadores del intento de someter y acabar con el mundo libre. Bill Gates, George Soros y la familia Rockefeller desfilarán como acusados ante tan magno tribunal y no hay que dudar que serán no sólo condenados sino apresados y encerrados en una prisión. Cuidado si no hasta el fin de sus días, a hacerle compañía a su socio Abimael Guzmán. La maldad de sus acciones al crear el virus de covid-19 y regarlo por el mundo con la complicidad de China, no tendrá perdón y todos veremos que al fin se haga justicia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y su secuela de falsas vacunas, que no eran sino un disfraz y una maniobra burda de inocularnos unos chips microscópicos que le permitieran a esas mentes enfermas manejarnos a su antojo, han sido desmanteladas para beneplácito de los seres libres del universo.

Las grandes mentiras: el mal llamado y supuesto cambio climático, el nada comprobado daño de los combustibles fósiles, las inventadas maldades de mares y tierras contaminadas, la supuesta destrucción de selvas y tierras fértiles, ya no tendrán asidero gracias a este movimiento mundial por la libertad y el orden, el verdadero orden y no el que propician los grandes conspiradores del mundo.

Nuevas y bondadosas organizaciones que han surgido en los últimos tiempos suplantarán la ausencia de los desaparecidos y declarados en bancarrota, los nunca bien ponderados  y acosados Boy Scouts, y los recientemente creados Proud Boys serán la fuente, donde nuestros presentes y futuros niños, recibirán las más sanas y sabias enseñanzas.  Todo hace pensar, ahora sí, que la emblemática KKK resurgirá de las cenizas y se empoderará, como debió haber sido hace mucho tiempo. Y el nuevo partido Qanon, reemplazará para siempre a los restos del mal llamado Demócrata, que quedará enterrado en la historia, como un fracaso gigantesco.

Y en el preciso instante en que justo el presidente Trump iba a ordenar la invasión militar a la Venezuela de Maduro,  mi querido compatriota magazolano despertó de sus dulces sueños y tuvo la terrible ocurrencia de encender el televisor para sufrir en carne propia la toma de posesión de Joe Biden como cuadrágesimo sexto presidente de los Estados Unidos.

No sólo eso, sino ser testigo, a distancia, pero testigo al fin, de los primeros decretos de la nueva administración, el de la guerra al covid-19, donde se implantarán 100 millones de vacunas en 100 días, para parar la hemorragia de muertos —más de 400.000— que dejó como herencia el ‘impeacheado’ Trump, el complemento hasta los US$ 2.000 para los sufridos ciudadanos, el aporte extra para recuperar la economía y todos los impulsos para volver a colocar a EEUU por la senda de la recuperación y el liderazgo mundial.

Mi querido compatriota se irá dando cuenta de que había caído en la trampa de sus sueños y que la realidad, la verdadera realidad lo va a ir trayendo al día de hoy, al momento en que las cosas comienzan no sólo a enderezarse sino sobre todo, a comprender y divulgar la razón de tantas mentiras que solo habían servido para esconder el sin fin de tracalerías para las cuales fueron inventadas.

Poco a poco la realidad —y las mejoras y los avances de todo aquello que había dañado el gobierno anterior— le permitirá entender qué había de malo y qué puede haber de bueno en un futuro inmediato. Dejémosle tiempo y trabajo a las tareas que el gobierno deberá emprender para ir corrigiendo todos los males que aún deambulan por la sociedad de EEUU. Desde luego, hay que priorizar cosas. En primer lugar, como lo han planteado, enfrentar los dos primeros y grandes problemas internos —la epidemia de covid-19 y su consecuencia económica— para ir después progresando hacia una sociedad más justa, más equitativa, y donde la justicia no sólo sea igual para todos, sino que funcione. Todo aquello que ha estado siempre presente en los principios de la nación norteamericana, y que circunstancias históricas y dañinas, habían ido desviando de su origen.

Estoy seguro que la democracia estadounidense prevalecerá, que las mentes más lúcidas entenderán el peligro que se corrió y que ayuden a reconstruir lo mejor de esta sociedad y desechar las ideas malsanas y los malos sueños.

 

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