EEUU tiene una deuda fiscal gigantesca, triplicada en los últimos cuatro años y no podemos olvidar que China es la propietaria de 80% de esa deuda.

La historia de EEUU ha estado llena de altibajos, tanto en su política nacional como en su participación en los eventos internacionales. Grandes logros y grandes errores y hablo de grandeza por las características como país que siempre ha tenido. Los buenos y malos resultados han estado equitativamente repartidos entre las administraciones demócratas y republicanas, los dos partidos que han gobernado desde siempre.

El gran triunfo fue sin duda la victoria aliada que encabezó durante la II Guerra Mundial contra el nazismo y el fascismo. La gran democracia que siempre ha sido, lo convirtió desde ese momento en una especie de guardián universal de la libertad. Ejercicio que algunas veces ha ejercido correctamente y otras no. Inmediatamente después de la última gran guerra mundial comenzó otra, que por no funcionar como las anteriores mediante eventos masivos, se le llamó Guerra Fría. Esta lucha tenía el objetivo de combatir a las fuerzas del comunismo internacional, encabezado por la desaparecida URSS, y su expansión por buena parte del mundo, sobre todo en Asia. La conclusión de esta otra guerra, con la desaparición de la URSS y del poder comunista en toda la Europa del Este, dio fin a este enfrentamiento, y los analistas llegaron a la conclusión de que la Guerra llamada fría había terminado con una nueva victoria de Estados Unidos. La cosa no es tan así que digamos. Hablemos de eso.

Desde su gran triunfo en la II Guerra Mundial, EEUU no ha ganado ninguna de las otras guerras en las que ha participado. La primera de ellas y consecuencia precisamente de la II Guerra Mundial fue la de Corea, donde las tropas del comunismo en el norte y las de Estados Unidos en el sur se enfrentaron cruentamente y concluyó con un armisticio que dividió a esa península en dos países, hasta el día de hoy. Vamos a decir, en honor a la verdad, que esa guerra la empató, usando un término más bien deportivo, pues el resultado fue la división del país en dos trozos irreconciliables. Algo similar sucedió en Vietnam, un país que terminó separado en dos mitades y que dio pie a otra guerra, cruenta y terrible, cuando por más de una década EEUU se vio envuelto en una vorágine que lo afectó enormemente, nacional e internacionalmente. La derrota de sus tropas, superiorísimas en número y recursos, fue un golpe terrible para la sociedad norteamericana. Ese descalabro afectó enormemente al país y le enrostró una debilidad a pesar de su poderío. El país no fue nunca el mismo que había sido desde ese momento, fue un hito en su historia.

El gigante se sintió vulnerable. Los efectos en la sociedad norteamericana fueron muy duros.  Históricamente hablando, fue una guerra que comenzaron los demócratas, específicamente Kennedy, un poco para tratar de compensar en cierta medida el fracaso de la invasión llamada de Bahía de Cochinos, para intentar derrocar el comunismo en Cuba. La continuó su sucesor Johnson por aquello de no aceptar una derrota. La prolongación innecesaria de esa guerra fue un duro golpe para la política de Washington y específicamente para los demócratas. Terminó siendo Nixon, un republicano, quién la concluyó con un armisticio firmado en París, más bien como un fin diplomático disfrazado de acuerdo de paz, cuando en realidad lo que significaba era una perdida vergonzosa. Las consecuencias sociales, económicas y diplomáticas de esa guerra, subsistieron durante mucho tiempo sobre la sociedad norteamericana. Costó mucho esfuerzo sobreponerse. En lo social, Johnson había tratado de mejorar las condiciones de la población, pero la guerra privó más y esos esfuerzos se diluyeron. En lo económico el país estaba en un declive que obligó a Nixon, a eliminar el respaldo del oro al dólar y convertirla en una moneda fiduciaria, es decir, sin ningún respaldo, solo el del país, algo que ha terminado afectándola hasta hoy en día. En lo político el protagonismo de EEUU como paladín de la libertad se vio sumamente afectado. Como país gigante que es, logró superarse en muchos aspectos, sobre todo en mejoras sociales y en avances económicos. No tanto en su condición de guardián de la libertad en el mundo. Afortunadamente para los partidarios de la democracia y la libertad, Rusia como sucesora de la URSS y la China comunista no tenían para ese momento ninguna fuerza verdadera que significaran un peligro y pudieran confrontar fuertemente a los EEUU, eso permitió a éste último recuperarse sin grandes riesgos internacionales.

Europa se dio cuenta que el gigante que la había ayudado a eliminar el nazismo, el fascismo y el comunismo y que además a través del Plan Marshall promovió su reconstrucción, se había tambaleado y por pura protección entendió que paisito más paisito no contaban mucho y decidieron crear la Unión Europea, que les permitía tener más poder y coherencia ante posibles nuevas confrontaciones. Poco a poco los países se fueron incorporando por los beneficios que esa asociación les brindaba. A pesar de los embates, la Unión subsiste y hoy en día, sólo la ‘orgullosa’ Inglaterra de ese otro Johnson, en un amañado Brexit, ha decidido apartarse. Otro más de los desaguisados esfuerzos de los ingleses de creerse diferentes como si estuviéramos hablando del antiguo poder colonial mundial, allá ellos que aún sueñan con la grandeza. Los únicos que siguen manejando por la izquierda y los tornillos aprietan hacia ese lado. Resabios de una historia de ‘diferentes’.

Pero volvamos a nuestro gigante. El golpe de Vietnam y sus consecuencias, como dije, fue terrible. Los centenares de millares de muertos, el golpe psicológico y moral fue difícil de superar. Muchos demócratas, entre ellos el hermano de Kennedy y otros más se hicieron notables por su lucha contra esa guerra. Igualmente los dirigentes de las comunidades negras.  Pues vamos a estar claros, aun cuando se suponía que todos los jóvenes debían cumplir su servicio militar, muchos de clase media o alta encontraban la manera de evadirlo, y si no pregúntenle a Trump. Incluso hubo algunos que se declararon homosexuales, sin serlo, pues no estaban permitidos en el ejército y así evadían el servicio. Los negros y los latinos, proporcionalmente, fueron los que más aportaron al caudal de muertos de la guerra, aunque también hubo muchos blancos. Una gigantesca lista, dolorosamente grande para toda la sociedad.

Ha sido el golpe más violento y generalizado para este país. Vinieron otros después, pero fundamentalmente en lo económico, con las grandes crisis de los años 2001 y 2007-2008. Es bueno señalar, en aras de la verdad, que esas crisis se desarrollaron durante gobiernos republicanos, concretamente los de los Bush, padre e hijo. Los demócratas Clinton y Obama fueron los encargados de la recuperación del país. Digo esto un poco para aclarar que no necesariamente es bueno decir que los republicanos hacen un mejor trabajo económico que los demócratas. Repito lo dicho anteriormente, los logros y los desaciertos dependen más de otras circunstancias que de los presidentes a quiénes les toca. Sólo hablo de historia, no de suposiciones.

Decíamos que EEUU, desde la guerra de Vietnam, no se había enfrentado a una circunstancia tan masivamente dañina hasta hoy en día. Creo firmemente, tomando en cuenta indicadores muy precisos, que actualmente se encuentra inmerso en una gran crisis, con consecuencias tan terribles y variadas como las ocurridas después de la guerra de Vietnam.  Paso a detallar mi opinión.

Independientemente de gobiernos de uno u otro bando, las dos vertientes siempre habían tenido, sobre todo en los momentos críticos o en las circunstancias conflictivas, que llegar a acuerdos donde lo importante no eran los partidos en sí, ni sus políticas particulares, sino el interés nacional. EEUU por encima de demócratas o de republicanos. Pues repito, ambos bandos han hecho cosas buenas y malas para el país.

¿Pero qué sucede hoy en día? Se encuentra inmerso en una crisis descomunal, desde el punto de vista económico en una depresión mayor incluso que la de los años 30 del siglo XX, con todas sus consecuencias sociales, evidenciado por el altísimo desempleo, sobre todo en una sociedad que se había acostumbrado a muchos años casi de pleno empleo y de auge económico. El origen de esta crisis está asociado a la aparición de la covid-19 que aunque su daño ha sido a nivel mundial, se ha encarnizado bestialmente en EEUU debido precisamente a una inexistente política oficial para combatirlo y frenarlo. Las cifras lo dicen todo, en teoría el país más poderoso del mundo se encuentra de rodillas ante un virus que ha contagiado a muchos millones de personas y asesinado a cerca de 250.000. EEUU con sólo 4% de la población mundial ha aportado más de 20% del total de muertes. Otro dato más de la vulnerabilidad del gigante. En otras circunstancias, ambos bandos, como había sucedido anteriormente, habrían unido esfuerzos para salir de la crisis. En este caso ha sido imposible, fundamentalmente debido a la errónea dirección del país.

La crisis ha tomado unas dimensiones tan grandes que importantes voceros han dado la señal de alarma. La situación es tan grave que instituciones normalmente apolíticas han tenido que tomar partido. Ochenta y un (81) premios Nobel han firmado un manifiesto exhortando a votar contra la administración actual, algo similar ha hecho la principal revista científica con 175 años de publicación continua. Ya no se trata de un asunto partidista, sino de un interés nacional. Tanto que muchos miembros de los republicanos han tomado partido por el candidato opositor, no sólo militantes de base sino incluso miembros destacados como Collin Powell, ex secretario de Defensa del gobierno de Bush, o el hijo de Ronald Reagan.

Lo que está en juego es el futuro no sólo de EEUU sino del mundo. Un gigante vulnerable permite la existencia de múltiples peligros, sobre todo tomando en cuenta que la Rusia actual de un enfermo de poder como Putin, ha retomado la senda armamentística y agresora similar a la de la antigua URSS, y la China comunista ya no es el país miserable y débil que era hace cuarenta años, sino la segunda potencia económica mundial. Ambos pueden, y de hecho lo están haciendo, batirle en la cueva al gigante. Y el gigante, por la complicidad del presidente con Putin o por la incapacidad manifiesta del manejo de  la política internacional, no está preparado para enfrentárseles y frenarlos. El peligro es grande y muchos lo han advertido. La realidad habla por sí sola. Putin invade y se coge Crimea, envenena a sus opositores y Washington no dice ni pío. En otros tiempos el enfrentamiento hubiese sido evidente. La ausencia de confrontación y freno solo aúpa al dictador a continuar con su carrera. Lo está haciendo con su descarado respaldo a Cuba y a la Venezuela actual sin ninguna respuesta del gigante, que lo sabe vulnerable.

La Guerra Fría desapareció pero ha aflorado otra, que he dado por llamar Tibia, pues está a mitad de camino en la caliente de la Segunda y la Fría contra el comunismo. En la Rusia actual aparentemente el comunismo no existe, pero Putin, un ex coronel de la KGB soviética, ha creado una versión similar pero con otro ropaje. Es tanto o más peligroso que el régimen anterior, por algo la revista Time lo nombró hace 5 años como el hombre más poderoso del mundo. Ha hecho lo que le ha dado la gana y el único país que pudiera hacer algo al respecto, Estados Unidos, no actúa. La solitaria Alemania ha hecho algunos intentos, por lo menos de denunciarlo y promover ciertas sanciones de la Unión Europea.

La China actual, más enfocada en el aspecto económico y el control por esa vía de los países, ha comenzado a realizar una actitud abarcadora pero utilizando otros mecanismos, nada que ver con aspectos militares, sino financieros. Con fuertes ayudas para el desarrollo pero evidentemente centradas al consecuente control político, ha ido teniendo peso en innumerables países, sobre todo aquellos de África y América Latina, más débiles y pobres.  China ha desplegado una impresionante política de expansión mundial, sobre todo a través de su plan llamado el nuevo camino de la seda. El reguero de China por el mundo. Un camino que ha ido abonando debido fundamentalmente al olvido y relegamiento de Norteamérica, más enfocada en tratar de resolver su problemática interna. Por otra parte, EEUU tiene una deuda fiscal gigantesca, triplicada en los últimos cuatro años y no podemos olvidar que China es la propietaria de 80% de esa deuda. ¿Quién tiene agarrado al Tío Sam por la barba?  Respóndanselo ustedes.

Rusia y China, individualmente no están a la par de los EEUU, pero juntos y aliados, como lo han estado últimamente, si representan un gran peligro. Pueden construir, y de hecho lo están haciendo, otro gigante, pero del mal.

Cuando uno lee el libro de Bolton, ex asesor de Seguridad Nacional del gobierno actual, se pregunta si es posible que la seguridad de Estados Unidos esté en manos de esos bobos que el libro narra. Lo que en su momento fue un poder internacional preponderante se ha convertido en una caricatura. Lo grave es que el mundo lo siente y lo sabe, la alianza normal y lógica con las democracias occidentales se ha debilitado enormemente, por no decir que ha desaparecido, llevando a poderes importantes como el de la Unión Europea a actuar por su cuenta sin tomar en cuenta ni considerar a EEUU. Algo muy grave y que demuestra la pérdida de poderío norteamericano.

El gigante está muy pero muy vulnerable, y eso lo saben las fuerzas del mal, pero afortunadamente grandes e importantes sectores del ámbito nacional, lo han entendido también y se ha desarrollado un movimiento gigantesco para rectificar a tiempo y hacer todo el esfuerzo necesario para reconstruir el poder norteamericano, no para invasiones o guerras, sino para convertirse de nuevo en un árbitro mundial por la libertad y la democracia. Pero para poder serlo hay que empezar por casa. Hay que pregonar con el ejemplo, hay que unir y reconstruir y no continuar por el barranco en que ha estado cayendo el gigante. Volverlo a hacer grande y justo, sobre todo justo, sería la meta. Ojalá se logre.

 

 

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