El film propone una mirada esquemática que ‘denuncia’ la amplia rentabilidad de las empresas y minimiza los beneficios de los ciudadanos que día a día disfrutamos en las redes sociales.

Es el documental más comentado en Netflix por varias razones. La primera está en el tema siempre polémico de las redes sociales. La segunda se encuentra en el tono de denuncia contra esas mismas redes sociales. Y la tercera se halla en sus propias contradicciones como obra cinematográfica.

El dilema de las redes sociales va directo al grano: los nuevos medios de vinculación virtual constituyen un atado de empresas tecnológicas muy exitosas que manipulan a sus millones de usuarios en todo el mundo. Algo que todos sabemos, en el ambiente de la polarización política que vivimos en Venezuela, EEUU y en todo el mundo. Estamos hablando de Facebook, Google, Twitter e Instagram fundamentalmente, instrumentos que han borrado fronteras y lenguajes para consolidad la célebre ‘aldea global’ que el filósofo y comunicólogo canadiense Marshall McLuhan había previsto en los años sesenta del siglo pasado. Sobre el soporte tecnológico de la world wide web se han desarrollado estas formas de vinculación que poseen la doble condición de ser personales y masivas a la vez. Individuales y colectivas. Herramientas que han cambiado la comunicación de forma radical. Para siempre.

El tercer largometraje del documentalista neoyorquino Jess Orlowski —autor de Chasing Ice, 2012, sobre el cambio climático, y Chasing Coral, 2017, sobre la desaparición de los arrecifes de coral— continúa con su línea de denuncia de los grandes problemas del orbe actualmente. A partir de testimonios de importantes personajes reales de las empresas más famosas del ramo, estructura un discurso anti redes sociales que, a mi forma de entender, equivoca la puntería. Es como aquel viejo chiste sobre un hombre que encuentra a su esposa fornicando con su amante en un sofá verde. Después del escándalo y los perdones, decide vender el sofá verde. Es lo mismo. Denunciar las redes sociales como herramientas de la manipulación de sus usuarios es demasiado fácil y esquiva el verdadero problema: las fallas éticas de los empresarios de las redes sociales y, muy especialmente, la fragilidad ética de los propios usuarios. Bajo una óptica paternalista, estos son convertidos en víctimas y los dueños de las redes en victimarios. Una crítica al capitalismo que no postula reformas necesarias al modo de producción fundamental en el planeta.

El film propone una mirada esquemática que ‘denuncia’ la amplia rentabilidad de las empresas y minimiza los beneficios de los ciudadanos que día a día disfrutamos en las redes sociales. Pero ahora, gracias a la web, rescatamos del olvido la comunicación epistolar a través de los correos electrónicos. Google Académico nos permite acceder a información de alto valor científico o humanístico. Facebook ha hecho posible detectar afinidades y desacuerdos en distintas comunidades. Twitter apunta directamente a ciertas expresiones. You Tube impulsa la creación de canales personales o corporativos, además de traernos música, películas y lecciones de historia. El problema verdadero reside no solo en quién manipula los contenidos sino en quiénes aceptan acríticamente esos contenidos.

Como cine documental, el trabajo de Orlowski es básico, repetitivo, incluso elemental. Un ‘film de tesis’ que llamaban antes. No hay riqueza expresiva ni heterogeneidad de conceptos. Presenta los testimonios de ex empleados de las empresas tecnológicas pero ignora las opiniones de quienes están a favor de las redes sociales. En su discurso cinematográfico incurre en la misma crítica que hace a las RRSS. Manipula al espectador con su tono de docudrama. En realidad no propone dilemas —como indica su título— sino una idea única. Además, en la primera media hora ya el realizador estableció su punto de vista y no hacía falta extender su discurso por 93 minutos.

Lo que ignora El dilema de las redes sociales es la responsabilidad de los ciudadanos en el mundo que nos toca vivir. Ya supimos la gravedad de las fake news en la campaña presidencial de 2016 en EEUU. Ya sabemos que Putin influye en la política norteamericana y venezolana con sus redes sociales. Trump hace política con mentiras en Twitter. El nuevo macartismo se desarrolla en vínculos virtuales y han convertido a Mario Vargas Llosa, Andrés Oppenheimer, Moisés Naím y Ricardo Hausmann en los nuevos ‘comunistas’. A los ciudadanos no hay que victimizarlos sino formarlos, instruirlos, fortalecerlos, como diría Luis Carlos Díaz, especialista en estos temas.

EL DILEMA DE LAS REDES SOCIALES (The social dilemma), EEUU, 2020. Dirección: Jeff Orlowski. Guion: Jeff Orlowski y Vickie Curtis. Fotografía: John Behrens y Jonathan Pope. Montaje: Davis Coombe. Participantes: Tristan Harris, Aza Raskin, Justin Rosenstein, Shoshana Zuboff, Jaron Lanier, Skyler Gisondo, Kara Hayward, Vincent Kartheiser, Cathy O’Neil. Disponible en Netflix.

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