El mismo director de ‘Los Pájaros’ (1963) nos ofrece un suspense desmedido, sin dejarnos atónitos, pues un aura de desconfianza nos previene.

Poco o casi nada podría añadir para hacer justicia al maravilloso director que es Alfred Hitchcok. Únicamente ver una de sus obras, como es la conocida película Psicosis, suscita, en cualquiera que aprecie el buen cine, evitar rodearse de los prejuicios de la línea temporal.

Si se puede ver un buen thriller psicológico con Polanski en Repulsión (1965), protagonizada por Catherine Deneuve, ante nosotros tenemos una película que no admite remakes. No soy propenso a fijarme en las valoraciones que el público da a una película a la hora de sentarme a verla, pero la versión de 1998, en la que Norman Bates es encarnado por Vince Vaughn, recibe una puntuación ínfima con respecto a la original.

Parece que nuestra visión se resiente cuando vemos el blanco y negro teñir la pantalla: la banda sonora de Psicosis nos hace a cada momento olvidar lo que vislumbran nuestros ojos. Aquella mujer que acaba de hurtar una ingente cantidad de dinero se enfrenta a una traba reflejada en un trastorno de identidad disociativo, lo precede una trama construida con premeditación. Algunos podrán elucubrar la idea del terror de época, mas olvidan lo que sucede en nuestro tiempo.

El mismo director de Los Pájaros (1963) nos ofrece un suspense desmedido, sin dejarnos atónitos, pues un aura de desconfianza nos previene. Cuán difícil es disfrazar la previsibilidad, pero con qué maestría lo hace Hitchcock.

 

Janet Leigh.

El filme invita a dejarse guiar por la mano que lo realiza, no hay parones en los que preguntarse si la elección dará frutos, los entresijos suplen a los forzados encadenamientos de que adolecen algunas películas. El cine de los últimos tiempos, con sus excepciones, trae consigo tramas abruptas y con interrupciones, tendemos a buscar películas que nos rellenen el tiempo esgrimiendo risas o que provoquen sentimientos preconcebidos, queriendo desesperadamente identificarnos con lo que vemos. Aunque a veces resulte un lastre, la esencia del cine también reside en ser un mero huésped de la expectación.

Somos testigos de una década en la que el cine muta, Hitchcock es pionero en sus creaciones al estilo del sesgado D.W. Griffith y moldea el género que hoy se nos presenta. Se corrigen las décadas futuras con una mirada atrás en el tiempo, puede no ser tan aventurado decir que, en muchos sentidos, el progreso cinematográfico ha sido decadente, perdiendo la esencia y encubriéndolo con los ornamentos de las cámaras.

Nos ofrece un estudio de una patología humana a la par que llena con entretenimiento nuestra visión, si buscamos agarrarnos a una trama; es una excelente elección. Anthony Perkins y Janet Leigh nos resulta una dupla formidable. Completado por otros actores, aunque en mi humilde opinión, la pareja bien podría haber llenado las casi dos horas que dura la película, las mismas, que se hacen escasas, me alegra decir.

La recomiendo encarecidamente, sabiendo que es un filme acogido, aunque en muchos casos nominalmente, por la cultura del séptimo arte.

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