En Taiwán, hasta el 21 de marzo, solo había 153 casos confirmados y dos muertes, siendo una isla con 23 millones de personas.

Ahora nadie tiene la culpa de los cientos de miles de muertos producidos por la pandemia, ni por la paralización de la economía mundial, ni por las terribles consecuencias de todo esto.

Lo cierto es que los líderes de cada nación deberán balancear la necesidad de proteger las vidas de sus ciudadanos frente a la de proteger sus economías, para evitar una gran depresión que devastaría aún más a sus países.

Los primeros en deslindarse

Comencemos diciendo que el SARS-CoV-2  se origina en China, aunque el portavoz de la cancillería china, Zhao Lijian, señaló que habría sido el ejército estadounidense el  que llevó el coronavirus a la ciudad de Wuhan, con motivo de los Juegos Mundiales Militares de octubre pasado. Esta narrativa no cogió vuelo, pero lo que sí logró el gobierno comunista fue que no se hablara de la ‘gripe china’, sino que se le asignara otro nombre, el  de Covid-19, como ya la conocemos. En esto la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue instrumental.

Fase de ocultamiento

El primer caso de la enfermedad se registró el 17 de noviembre y solo hasta el 31 de diciembre  se informaba a la OMS de la existencia de un brote de ‘neumonía’ de causa desconocida. Y agregaba que no hay evidencia clara de transmisión de persona a persona ni infecciones del personal médico. La OMS aceptó las informaciones de China como válidas e incluso no consideró prudente que se restringiera el tráfico internacional. Para colmo, el 6 de enero la OMS felicitaba a China por sus logros en el manejo de nuevos brotes. En esos mismos días el régimen de Pekín prohibió publicar estudios al respecto y ordenó centralizar toda investigación de cultivos en ciertos laboratorios.

China siguió insistiendo en que no había transmisión entre humanos, aunque ya varios casos se habían descubierto en otros países. Incluso EEUU, el 17 de enero, exigía a los viajeros de Wuhan ser revisados. Sin embargo, para el régimen chino el ‘brote’, que ya había sido identificado como un nuevo coronavirus, “aún se puede prevenir y controlar”. No fue sino hasta el 20 de enero cuando China aceptó que había transmisión entre humanos por lo que la OMS cambió su discurso.

Ya para principios de febrero en China se estaban construyendo nuevos hospitales para atacar el Covid-19, decisión que parece haber sido tomada  semanas antes.

La OMS

Tedros Adhanom (PhD), el primer africano (etíope)  en dirigir una agencia de la ONU, la Organizacíón Mundial de la Salud desde 2017, llegaba prometiendo enfrentar las futuras emergencias de una manera “rápida y efectiva”. Aunque este no parece haber sido el caso. Mas por el contrario, la actuación de Adhanom al Covid-19 fue poco “rápida y efectiva”. Incluso parece haberse satisfecho con la actuación de China, tanto así que a finales de enero, visitaba a Xi Jinping y lo felicitaba por sus acciones en contener el virus y por su transparencia en el asunto, mientras el ‘brote’ se convertía ante sus ojos en pandemia letal al nivel global.

Se puede argumentar que todo fue muy rápido, pero en realidad pasaron dos meses y medio desde el primer caso para que la OMS declarara el brote “emergencia de salud pública de importancia internacional”. Y no fue sino hasta mediados de marzo cuando declararía la pandemia del Covid-19. Aunque en la tercera semana de enero varios países habían informado que habían recibido personas infectadas.

Entre los países afectados está Taiwán, al cual la OMS le negó cooperación. Pero los taiwaneces mandaron sus especialistas y reconocieron rápidamente que el brote epidémico era más dañino que lo expresado por los chinos, lo advirtieron y tomaron medidas muy rápidas para evitar su propagación. Tanto que hoy por hoy es uno de los pocos países que ha controlado la epidemia sin trastornar mucho su vida cotidiana.

La forma en que la OMS se articuló con el régimen chino ha llevado a varios líderes a criticar esta institución. Entre ellos Taro Aso, viceprimer ministro y ministro de finanzas japonés, quien afirmaba que cada vez hay más personas que señalan a la OMS  como la «Organización de Salud China”. Para muchos analistas y científicos el retraso en informar de forma transparente permitió que la pandemia se desplegara más.

Trump

Pero ha sido Donald Trump el que recientemente ha tocado esa tecla al señalar que la OMS no fue lo suficientemente agresiva y oportuna en el tratamiento del Covid-19. A esto respondió Adhanom pidiendo que no se politizara el tema. Pero el tema ya lo está, como veremos.

En realidad, Trump fue advertido temprano del problema que se venía, pero él también pareció no darle tanta importancia al principio. Uno de sus cercanos consejeros, Peter Navarro, le advirtió una y otra vez que el asunto era serio, pero sus informes, según Trump, no le llegaron. Trump primero decía que no estaba preocupado por una pandemia y sobre el asunto siempre respondía: “todo está bajo control”. Incluso el 26 de febrero llegó a decir que los casos de enfermos pronto llegarían a cero. Y así mantuvo su discurso hasta que en marzo reconoció que el virus no estaba nada bajo control.

Sin embargo, hay que reconocer que puso restricciones en el ingreso de pasajeros, primero de China, para los cuales implantó que fueran examinados al llegar, luego se prohibió la entrada de extranjeros que hubieran visitado China recientemente –lo que fue criticado por la OMS e ignorado por Canadá-, luego cerró fronteras con Europa a mediados de marzo y terminó cerrando el país.

Pero el tiempo que se ganó con estas tímidas medidas no parece haber sido utilizado en prepararse para la pandemia, en compras e imposición del distanciamiento social, ya que sólo a mediados de marzo esto se implementaba.

Al igual que la burocracia de la OMS, que ahora critica por tardía, el mismo Trump creó falsas expectativas entre los estadounidenses y retardó la toma de decisiones sobre el control de la pandemia.  Kathleen Sebelius, secretaria de Salud de Obama, señalaba que se habían perdido dos meses. Incluso  su principal experto en enfermedades infecciosas, el Dr. Anthony S. Fauci, así lo confirmaba, lo que parece haberle costado el puesto.

¿Y Europa?

El virus SARS-CoV-2 entró en Europa y en especial en España, Italia y el Reino Unido, como Pedro por su casa. El primer  impacto fue brutal y comenzó en Italia, y para ser más preciso en Lombardía (Milán/Bérgamo). Allí desvastó a la población con 9.200 fallecidos y los 52.000 casos (un tercio del total en Italia) computados hasta principios de abril. También  afectó a la región de Toscana, que son las dos regiones que registraron la mayor inversión china. Recordemos que Italia fue el primer y único país del G7 en firmar la iniciativa China Nueva Ruta de la Seda, también firmada por Irán país que igualmente ha registrado un fuerte impacto del virus. Claro que hubo un mal manejo de la epidemia, tanto que el equipo chino de la Cruz Roja que visitó Italia criticó la forma en que se estaba enfrentando la crisis: “No están cerrando calles; el transporte público todavía funciona; la gente todavía circula y se hacen cenas y fiestas en los hoteles y no usan  mascarillas”. El 10 de marzo el gobierno central decretaba una cuarentena total.

España

España ha sido otro ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas. Lo más grave es que, al igual que Italia, negaron la gravedad del problema. El director del Centro de Coordinación de Emergencias Sanitarias (CCES) declaraba el 9 de febrero que España “solo tendrá un puñado de casos”. Y no solo se permitieron grandes concentraciones, sino que en algunos casos se estimularon, como la marcha del Día de la Mujer del 8 de marzo, a pesar de que el  Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) ya había advertido que se debería promover el distanciamiento social y “evitar actos multitudinarios innecesarios”. “Mata más el machismo que el coronavirus” mostraban algunas pancartas.

Varios ministros, incluyendo los de Unidas Podemos, llamaron a participar e incluso asistieron a las marchas. Hasta el director de CCES  declaraba que no se opondría si su hijo decidía ir a la marcha. Un día después se declaraba la alerta roja, pero no en todo el país. Solo el 14 de marzo se decreta la cuarentena parcial y el 28 la cuarentena total en toda España. Pero en esos 20 días el número de infectados había pasado al presentado por China. Y se comprobó que lo que se decía  de que España tenía el mejor sistema de salud de Europa no era cierto, al menos no estaba preparada para enfrentar esta peste.

Inglaterra

Reino Unido también asumió el asunto sin percatarse de su gravedad. Incluso implementó lo que se llama la ‘inmunidad de la manada’, cuyo objetivo es que los más sanos sobrevivan y se inmunicen pronto a fin de retomar la vida normal lo más rápidamente posible. Eso fue calificado por un grupo de más de 200 científicos ingleses como una locura. Para principios de marzo el gobierno inglés solo sugería distanciamiento social y no fue sino hasta el 18 de marzo cuando se comenzaron a tomar medidas más drásticas, como cierre de colegios; dos días más tarde cerraban bares y restaurantes.

En general, Europa no entendió la gravedad del asunto sino hasta que se vio rebasada por los niveles de contaminación y muertes. Incluso reclamó cuando EEUU prohibió el ingreso de extranjeros provenientes de Europa.

El efecto económico

Las estimaciones del impacto económico de la pandemia han estado variando en la medida en que se va conociendo lo profundo que ella está golpeando la economía. Por ejemplo, el PIB estadounidense cayó 5 % en el primer semestre, pero para el segundo podría alcanzar una baja de al menos 25 %. El FMI estima que la pandemia podría desencadenar una situación peor que la Gran Depresión de los años treinta, con una posible recuperación parcial en 2021.

Se estima que el PIB mundial caiga este año cerca de 2 %, el de EE.UU en 3.3 % —o incluso 5,5 % según el banco Credit Suisse—, Europa 4.2 % y Reino Unido 3.9 %. La economía china también ha sufrido un impacto negativo por la pandemia, con una caída estimada para el primer trimestre cerca de 10 % de su PIB.

Ahora los lideres mundiales deben poner en una balanza las posibilidades de una rápida recuperación de la economía y sus consecuencias no sólo económicas sino sociales como el aumento de la pobreza y el desempleo, versus la mortandad que produciría la pandemia.

Por eso casi todos los presidentes están tratando de reenrumbar la economía tan pronto como sea posible causando el menor daño. Suena cruel, pero así es.

En especial, mientras más duro golpee la pandemia más difícil y penosa será la recuperación económica. Incluso se argumenta que si el mundo entra en recesión (más de tres semestres en crecimiento negativo) las consecuencias serían tan desvastadoras como las de la pandemia.

¿Y los chinos?

Variadas han sido las teorías que intentan explicar por qué los chinos ocultaron información, para no hablar de las diversas teorías conspiratorias, que ven en esta expansión del virus una acción premeditada con fines oscuros.

Lo cierto es que China no ha cejado en su afán de penetrar las economías externas. Y en ese afán ha emprendido una cooperación médica muy intensa en varios países. Como sabemos, ellos afrontaron la pandemia con medidas draconianas propias de una sociedad comunista. Las cuales sumadas a otras al nivel económico han permitido, según algunas fuentes, el inicio de una recuperación económica, aunque apenas bastaría para crecer menos de 2% en 2020. Sabiendo que los chinos han ocultado información hay que tomar estos datos con pinzas.

Lo que pasa es que el desplome de la economía mundial les afectará significativamente, pues si ellos son una fuerza productora, es el mundo desarrollado la fuerza del consumo. Todo parece indicar que los chinos  estarán en mejores condiciones para aprovecharse del crecimiento que sucederá luego de que la pandemia ceda y el mundo tienda a normalizarse.

Empero muchos países están comenzando a resentir la excesiva dependencia de China. Uno de ellos es Japón que dedicará más de dos millardos de dólares para ayudar a sus empresas a sacar la producción de China. Esto se une a una tendencia que se está notando en relación con empresas norteamericanas que están mudándose de China.

En fin…

La queja de que de haber sido avisados desde el principio pudo haber cambiado el panorama actual de la pandemia no es una aseveración sin sentido, si vemos como Taiwán y Singapur manejaron la epidemia mucho más eficientemente al tomar medidas desde muy temprano. Por ejemplo, en Taiwán hasta el 21 de marzo, solo había 153 casos confirmados y dos muertes, siendo Taiwan una isla con 23 millones de personas. Este mismo argumento va para los presidentes y gobiernos que, en cambio, esperaron que el problema se les viniera encima para actuar.  Eso  tendrá efectos políticos para muchos de ellos. Serán juzgados por el balance que hagan entre proteger a sus pueblos de la peste frente a la  imperiosa necesidad de mitigar la debacle económica que ya se inició, así como por su capacidad para limitar el impacto de la gran depresión que se avecina y dirigir la recuperación de sus países en este mundo globalizado.

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