El domingo pasado fuimos a votar por el Sàen el centro electoral de la calle 125B, al norte de Bogotá.
La multitud que se congregó allÃÂÂ, al igual que la que votó en la Plaza de BolÃÂÂvar, dejó ver cuán grande es la comunidad venezolana opositora residente en Colombia.
La consulta no se redujo a la capital colombiana y a ChÃÂÂa, un municipio de la Sabana de Bogotá. Se realizó también en MedellÃÂÂn y Barranquilla (populosas ciudades donde es también muy notoria la presencia de emigrantes venezolanos) y otras ciudades como Cartagena y Cali. En todas la participación habló inequÃÂÂvocamente del enorme predicamento del que goza hoy la MUD entre el electorado venezolano, dentro y fuera del paÃÂÂs.
Según cifras del Movimiento Libertador, la agrupación opositora que, exitosamente y en poco más de quince dÃÂÂas, organizó aquàel referéndum, alrededor de 30.000 venezolanos expresaron su rechazo a la fraudulenta elección de una asamblea constituyente convocada por Maduro para el 30 de julio. En las pasadas presidenciales venezolanas tan solo 3.000 ciudadanos venezolanos votaron en Bogotá.
Todos quienes votaron esta vez lo hicieron atendiendo exclusivamente a llamados difundidos por las redes sociales. Asàocurrió también en toda Venezuela y en más de cien lugares del mundo donde viven venezolanos que optaron por emigrar.
Muchos observadores de la escena venezolana habÃÂÂan señalado unánimemente que la consulta, desconocedora del obsecuente colegio electoral venezolano, serÃÂÂa por ello no vinculante para Nicolás Maduro.
Esto pudo ser cierto, pero solo en la medida en que ningún resultado electoral adverso ha sido jamás vinculante para el trapacero régimen chavista. Pensaban los analistas, con razón, que no serÃÂÂa la primera vez que el chavismo desconociese un mandato electoral para seguir con vida.
Ahora, sin embargo, se advierte el enorme  significado polÃÂÂtico que entrañan los resultados de la consulta del 16 de julio.
En una columna anterior señalábamos que entre las mejores virtudes de la convocatoria opositora estaba la de haberle roto sorpresivamente el servicio a Nicolás Maduro, luego de cien dÃÂÂas de protestas pacÃÂÂficas y casi otras tantas vÃÂÂctimas fatales de la violencia desatada por el sanguinario aspirante a dictador.
En efecto, asàha resultado y hoy el desconcierto cunde en la cleptócrata oligarquÃÂÂa chavista. La oposición ha asestado un golpe decisivo que, sin lugar a dudas, precipitará en el futuro inmediato la disolución del régimen de Maduro.
Quizá la historia contemporánea del continente esté discurriendo demasiado rápidamente como para tomar nota de que el régimen dictatorial que propició Hugo Chávez va a ser derrotado por la creatividad polÃÂÂtica demostrada por los lÃÂÂderes demócratas, apoyada vivamente por la gran mayorÃÂÂa de los venezolanos, y no por la fuerza de las armas.
Resulta irónico que sea precisamente un referéndum, la provisión constitucional impuesta por Hugo Chávez como arma absoluta de la ‘democracia directa’, lo que haya nutrido la inteligentÃÂÂsima estrategia opositora venezolana: darle una precisa forma electoral y pacÃÂÂfica  al derecho a la rebelión consagrado en el artÃÂÂculo 350 de la misma constitución refrendaria que Chávez se hizo a aprobar un dÃÂÂa antes de comenzar a violarla.
Los resultados de la consulta, ‘no vinculantes’ para Maduro, sàlo han sido para el resto del mundo. Ellos testimonian que la MUD no solo representa y dirige a la masa opositora sino que tiene la musculatura organizativa capaz de derrotar la intimidación y la violencia y conducir el rechazo a la constituyente dictatorial.
Después del 16 de julio, el derecho a la rebelión ha cobrado forma electoral. Convocar a una huelga general que preludie el exilio de Maduro y un gobierno de unidad nacional que convoque a elecciones generales no luce hoy en absoluto descabellado.
@ibsenmartinez