Crimen y castigo 3
Carlos Sánchez Torrealba y Alexander Da Silva en el montaje de Juan Souki, Fotografía de Imaginarios de Venezuela.

La oscuridad de la sala fue rota por las voces de un coro que repartido alrededor de las butacas, sirvió de preámbulo a la presentación de Román, un alma atormentada hasta los tuétanos que con la reflexiva pregunta de “a qué le tenemos miedo”, hizo inmediatamente partícipe al público de su tragedia; esa que salida de la magistral pluma de Fyodor Dostoevsky, bajo el título de Crimen y castigo, es considerada como uno de los grandes clásicos de la literatura rusa, y que sirvió de materia prima para que el talentoso director y escritor venezolano Juan Souki diera rienda suelta a su espíritu creativo en un novedoso montaje —caracterizado por la notable presencia de elementos visuales— que hasta el 8 de marzo se presenta en el Centro Cultural Chacao.

La historia de Román (Alexander Da Silva), el estudiante de Leyes que abandona sus estudios por razones económicas y conflictos personales para luego convertirse en el principal sospechoso del asesinato de dos ancianas prestamistas y usureras, es recreada sin precisar tiempo y espacio aunque algunas referencias —unas locales y otras no tanto— nos ubican irremediablemente en nuestro ahora. Acorralado por el miedo y por Porfirio (Carlos Sánchez Torrealba), sagaz oficial de policía quien cree firmemente en su culpabilidad, Román conoce a Sonya (Prakriti Maduro), joven descarriada dedicada a la prostitución, quien se convierte en su frágil punto de apoyo. Sin embargo, la culpa hace mella en la ya atormentada vida del joven quien termina por confesar su horrendo crimen —una de las partes más interesantes de la obra— no sin antes cuestionar su identidad y el sentido de la vida. Temas recurrentes en la obra de Dostoevsky al punto que Friedrich Nietzsche, en su libro El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martillazos alaba los textos del escritor ruso a quien considera “el único psicólogo del cual se podía aprender algo”.

El ambiente, desde el comienzo hasta el final de la pieza, de dos horas de duración, se completa con un aire a Mar Caribe que emerge de los repiques de tambores y las voces de los 12 integrantes del coro encabezado por la cantante Nereida Machado y su portentosa voz. Completan el elenco un espléndido Carlos Sánchez Torrealba, quien con sus dos personajes —el policía Porfirio y el alcohólico padre de Sonya— se luce en el escenario de principio a fin, una sosa Prakriti Maduro, que pasa sin pena ni gloria, y la cara poco conocida de Alexander Da Silva, que si bien hace el esfuerzo, no siempre logra desencajarnos con la crisis existencial que agobia de manera terrible a su personaje. Además, el actor, cuyo currículo refiere su participación en producciones a cargo de los premiados Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñarritu, y aquí en Venezuela con Miguel Ferrari, tiene que luchar, aunque no quiera, con la aplaudida actuación de Sócrates Serrano, quien dio vida al mismo personaje en la exitosa primera temporada de Crimen y castigo.

La propuesta de Souki es a todas luces arriesgada, y para muchos pudiera resultar densa o sobrecargada. Son muchos los elementos en escena. Además de los tres actores y el coro que magistralmente los secunda, hay imágenes, frases y videos proyectados en el escenario. Las luces —o su ausencia— están orquestadas para acompañar las subidas y bajadas emocionales de los personajes. Todo tan bien amalgamado que la sola dirección de arte se convierte en motivo suficiente para ver la obra.

La escenografía es otro punto a favor. Frente al público y sin crear interrupción ni molestia alguna, el set va cambiando: es la habitación de Román, la oficina del policía, un bar de mala muerte o el cuarto donde Sonya vende su cuerpo. La responsable de este trabajo es la coreana Jian Jung, cuyos diseños han sido calificados de innovadores y espectaculares por la prensa especializada de los Estados Unidos, país donde reside. La música merece una mención especial. Original de Xavier Losada, forma parte fundamental del montaje. Amor y libertad, tema principal escrito por el propio Souki, es interpretado por la cantante Betsayda Machado, acompañada con la percusión de Rafael González.

Este montaje de Juan Souki fue seleccionado por la organización Mid Atlantic Arts Foundation como uno de los más ejemplares de América Latina, e invitado por el programa Southern Exposure para participar en un tour, planificado para el 2016, por diferentes ciudades de Norteamérica.

CRIMEN Y CASTIGO, de Fyodor Dostoevsky. Dirección: Juan Souki. Producción: Imaginarios de Venezuela. Iluminación: Lucrecia Briceño. Escenografía: Jian Jung. Vestuario: Freddy Mendoza. Música: Xavier Losada. Elenco: Alexander Da Silva, Prakriti Maduro y Carlos Sánchez Torrealba. Hasta el 8 de marzo en el Centro Cultural Chacao. Viernes y sábados a las 7:00 pm y domingos a las 5:00 pm. Las entradas a la venta en las taquillas del teatro y en www.ticketmundo.com.

 

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