Elías Jaua 1Es sociólogo. Muchos profesores de nuestra UCV lo recuerdan en las aulas, salvo aquellos jueves en que el oficio era otro, encubierto. Ahora es Canciller y poder clandestino en Miranda donde utiliza recursos del Estado para asaltar espacio a los gobernantes elegidos por el pueblo de esa entidad.

Lo del enigma surge al enterarme de que el sujeto en cuestión maneja todas esas cifras de lo que llaman las estadísticas sociales que salen al mundo entero como muestra de los supuestos logros de la revolución. Esto, quizás es así porque es el único en el gabinete de gobierno que debe tener nociones de lo que significa un indicador de morbi–mortalidad infantil, una tasa de prosecución escolar, una proporción de camas hospitalarias en relación con el número de habitantes. Además sabe lo que significan las cifras de desempleo, cuánto importa la relación entre empleo formal e informal y cuánto impacto tienen las cifras de subempleo. Apuesto fuerte a locha que Diosdado, Nicolás, Cilia, Darío Vivas, Osorio, Erika Farías, nunca han abierto un debate en el gabinete sobre estas cifras que muestran la cruda realidad nacional.

Pues bien, el enigmático caballero maneja las cifras sociales a su antojo pero sólo hasta la rebelión estudiantil. La imagen que difundían estos indicadores mostraban una Venezuela que vivía una ardorosa batalla contra la pobreza. La intención primera del gobierno era convertir los barrios populares en espacios de bienestar. La educación y la salud serían tareas de primer orden para estos aguerridos revolucionarios.

Para argumentar la imagen del país y lo del enigma, antes es necesario pasearse por la cifras del propio gobierno. La sorpresa que encontramos es que el uso de recursos públicos es notable en el gasto militar, en el gasto para la guerra. Resulta que somos el quinto cliente mundial de la industria militar y, en términos relativos, gastamos el doble que México y Centroamérica y mucho más que Brasil, país que está retrocediendo en esa materia. ¿Entonces son los pobres o los cañones? En educación y salud, el gasto como proporción del PIB es igual a los gobiernos anteriores a 1999, en educación 5.0 y en salud 2.5, con la diferencia que el petróleo antes costaba en promedio once dólares y ahora más de cien. Y, ¡oh sorpresa! en ciencia y tecnología se gasta igual que antes, la miserable cifra del 0.2% del PIB. En cuanto a la dotación de servicios públicos las cifras bajan de 5% en 1990 a 0.7 en 2012. Es decir no se amplían ni se extienden los servicios públicos y no se mantienen, como sabemos y vivimos cotidianamente. Con razón la gente se pregunta por qué no se ven más escuelas y hospitales. Muy simple: porque no se invierte en ello.

Retomando lo del enigma. Resulta que la sociología podría definirse como una especie de budismo cuasi-científico. El norte es luchar sin denuedo por la felicidad de ese intangible que es la “sociedad”, ese es el juramento hipocrático. Si un sociólogo que ama al pueblo, como podría ser Jaua, adquiere poder en la sociedad, es pensable que su principal preocupación se concentrará en aquellos que no son felices, los más pobres, los carentes de condiciones para lograr objetivos en sus vidas.

Bueno, aquí viene lo incomprensible: al gobierno del cual forma parte Jaua le importa un bledo los pobres, al punto que gasta en alimentación casi la misma cantidad que le envía a Cuba. Entre 2008 y 2011 se aprobaron en el presupuesto nacional recursos por 13,5 millardos de bolívares para la Misión Alimentación, mientras a Cuba se envían 12 millardos anuales. El gobierno le miente al país y al mundo, al decir que es un gobierno para los vegueros trashumantes, los obreros explotados y los desposeídos. Jaua le miente al pueblo diciendo que se preocupa por los pobres mientras que se distrae enviando dinero a los cubanos y peleando contra los legítimos servidores públicos como pueden serlo Capriles y Adriana de Elia. ¿Entonces Elías, para qué te encapuchabas?, como dicen, ¿para qué apedreabas todos los jueves los carros de quienes suponías oligarcas? ¿por qué te enfurecías destrozando empresas agrícolas de los que acusabas de terratenientes, explotadores de campesinos, cuando dirigías ese sector, si a ti no te importaba quitarle la tierra a uno para dársela a otros, si ahora lo que haces es comprar comida a productores extranjeros?

Cómo concilias en tu interior, en tu alma, esa misión sociológica, esa visión del mundo marxista donde solo existen explotados y explotadores con una participación central en un gobierno que hace a los pobres más pobres porque ahora solo tienen el pan que regala las misiones y no el fruto de un trabajo que los haga más personas, más seres humanos.

No sé si en tu fuero interno te desvelas, te angustias, cuando discutes con esos cubanos que controlan las cifras de educación y salud, que son los que verdaderamente saben cuántos niños venezolanos van a la escuela o por qué la matrícula de educación primaria no crece o cada día menos niños asisten al primer grado y por qué hay menos preescolares, mientras crecen unas universidades bolivarianas ideologizadas que duelen en el alma por su baja calidad.

Jaua, sociólogo, marxista, creyente en la lucha de clases, en el exterminio de la propiedad, hoy ve y sabe, porque no es ciego, cómo se han dilapidado los mayores recursos que ha tenido Venezuela en su historia y los pobres siguen siéndolo, colgados del clavo ardiente de las misiones, que los hace más pobres porque no los deja crecer, emprender, educarse mejor. Jaua participa en la destrucción de los recursos y además miente, tuerce las cifras para aparentar que ya no somos pobres, que somos felices y que los que se quejan son los egoístas y vendepatrias. El enigma es ¿eres sociólogo, suerte de budismo misionero?, ¿eres marxista?, ¿luchas contra el capital y los explotadores? Y la gran pregunta ¿qué te lleva a mentir?, no pareces un robot fidelista como Nicolás, ni un rabioso de poder como Cabello. Entonces ¿quién eres? Por qué te encapuchabas, si ahora en el poder contribuyes a saquear a los pobres.

A propósito Elías, de acuerdo con una nota publicada en El Universal, en el segundo semestre de 2012, un total de un millón 483 mil 264 hogares se encontraban en situación de pobreza, mientras que para el mismo período de 2013 esta cifra había aumentado a un millón 899 mil 590, según la metodología de medición de la pobreza basada en el nivel de ingresos de cada hogar.

La escalada que tuvieron los precios durante el año pasado, que llevó al país a sufrir una inflación de 56%, golpeó el presupuesto familiar e hizo que muchos hogares no contaran con ingresos suficientes para atender sus necesidades básicas, por lo que pasaron a engrosar las filas de la pobreza. ¿Seguirás mintiendo?

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@isapereirap

 

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