Pareciera que los milagros existen. Renace el Festival Internacional de Teatro de Caracas para reconquistar el sitial que había ocupado en sus años de mayor gloria. Hasta el 8 de abril nuestra castigada ciudad se convertirá en el escenario del mundo, como reza su eslogan. Con la presencia de diez compañías   de Alemania, Francia, España, México, Chile, Bolivia, Argentina y Ecuador, y una cuidada selección de once grupos nacionales, este encuentro ofrecerá un poco más de sesenta funciones en salas formales o en espacios no tradicionales. Aunque es temprano para hacer un balance, desde ya podemos decir que estamos ante un triunfo de sus organizadores, con el muy importante respaldo de un público ávido de recuperar el clima de festejo que caracterizó su etapa anterior. Hace unos días Carmen Ramia, presidente de la Fundación Festival Internacional de Teatro,  afirmaba que era necesario recuperar las calles de Caracas para la cultura, la paz y la democracia. Estoy completamente de acuerdo. Hay que rescatarlas de la criminalidad, de la indiferencia oficial, de la falta de servicios, de la tristeza y el olvido. El FIT se convierte así en un acto de resistencia civil y cultural de los caraqueños. Es importante destacar que este festival se realiza gracias a los aportes de las alcaldías de Chacao, Sucre y Baruta y de la Gobernación de Miranda, gobiernos municipales y estadal que han comprendido y apoyado el rescate de esas calles. Se hace, además, con la colaboración del Ateneo de Caracas, el Instituto Goethe, la Alianza Francesa, la Embajada de Francia, el Consejo Nacional de la Cultura de México, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes-FONDART de Chile, el Festival Internacional Santiago a Mil (FITAM), el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música de España, el CELCIT, Gran Cine y Cinex. Una convocatoria de voluntades absolutamente admirable. El gran ausente, estoy hay que decirlo, es el sector cultural del gobierno central.

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