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El silencio sepulcral del régimen ante el fenómeno migratorio más grande de la región revela su actitud compulsiva a mentir y ocultar, invisibilizar y minimizar a la diáspora venezolana.

Se ha logrado avanzar un importante trecho en la forma de pensar y mirar las diásporas en las esferas de la cooperación internacional, las políticas de Estado y también, aunque tímidamente, en el ámbito académico; ello es de agradecer. En particular hay nuevas formas de concebir la acción humanitaria, la seguridad y la búsqueda de modalidades de relación entre la ayuda humanitaria, la cooperación con el desarrollo, los Estados y el sector privado. Aquello que parecía un debate interminable entre la ayuda, la rehabilitación y el desarrollo, parece acercarse a su fin. La diáspora, incluida la más vulnerable, no desea ser vulnerabilizada. Está interesada en ser visibilizada con el fin de lograr una mayor y mejor inserción en los países de acogida y origen.

En este terreno —visibilización y conexión— hay valiosas experiencias entre las cuales se encuentran la colombiana, la brasilera y la de India. Este último país es una referencia global, su diáspora, integrada por más de 30 millones de personas, está distribuida en cerca de 200 países. El reconocimiento de ella permite integrarla al desarrollo de su país que utiliza su talento, sus capacidades, competencias y redes empresariales, institucionales y personales.

Entretanto, en Venezuela, la xenofobia del régimen insiste en ocultar e invisibilizar a la diáspora venezolana y sus fanáticos acusan de mentirosos y exagerados los números de los venezolanos en la Nueva Geografía. Este desconocimiento conlleva al desamparo de sus nacionales en el extranjero, una forma gélida y deshumanizada de tratar a los connacionales a quienes dejan a la buena de Dios y de los gobiernos, las instituciones y la sociedad de los países receptores. El ocultamiento y negación de la diáspora le impide valerse de ella para visibilizar a Venezuela.

Las formas previas de mirar a la diáspora se traducían en poco interés y en que resultase un elemento relativamente marginal en la política exterior de los países. Las nuevas perspectivas conducen a la elaboración de estrategias de aprovechamiento de capacidades, tanto en los países de origen como en los de acogida. En el mencionado caso de India, el gobierno incluyó a su diáspora hablando de la familia india global, convirtiendo a sus integrantes en embajadores de la marca india. Con ese fin, desde principios de siglo realizan encuentros de alcance global. Al principio anualmente y luego cada dos años.

El gobierno de India ha definido a su diáspora como poder blando, con capacidad para hacer lobby en ese amplio universo de países que hoy habitan sus ciudadanos. Entre los propósitos está sacar provecho de ese activo estratégico para mejorar la visibilidad de India y poder explotar la imagen de su país, promover la inversión de la diáspora en el desarrollo de sus comunidades, y utilizar ese capital para crear riqueza.

El silencio sepulcral del régimen ante el fenómeno migratorio más grande de la región revela su actitud compulsiva a mentir y ocultar, invisibilizar y minimizar a la diáspora venezolana. Por esos motivos adquiere más sentido y significación la voz de la diáspora, la voz múltiple y plural que expresan las más de mil organizaciones que han creado en todo el planeta. Son asociaciones que ejercen la diplomacia pública, constructoras de verdaderos puentes y conexiones entre migrantes, comunidades y Estados, de relaciones basadas en la confianza y de manera muy exitosa. Formas organizativas diversas en los más variados sectores para potenciar el papel de la diáspora en el desarrollo.

Los resultados de un reciente estudio promovido por Healing Venezuela, Venezolanas Globales y la Organización INternacional para las Migraciones (OIM), a quienes felicitamos por esta iniciativa, muestran datos e información significativa de las organizaciones de la diáspora venezolana. Los hallazgos fueron presentados en un encuentro en el que participaron varias decenas de asociaciones diaspóricas. Los mismos fueron acompañados de sendas presentaciones de las experiencias de la diáspora de Siria y Somalia.

En la estrategia y políticas dirigidas a trabajar con la diáspora, el punto de partida es el reconocimiento y la convicción de la importancia de ella para el desarrollo personal y el de los países receptores y de origen. Tal y como lo indican los resultados de las experiencias y del citado estudio, un elemento medular, determinante de su trabajo, es la confianza.

Las organizaciones de la diáspora que hicieron parte del estudio y aquellas con las que a diario nos relacionamos, cuentan con un voluntariado comprometido, algunas operan con recursos de la cooperación internacional para el desarrollo de sus iniciativas y proyectos en una gran variedad de ámbitos, donde ejercen la diplomacia pública y colocan el nombre de Venezuela en alto. Uno de los resultados del estudio resalta la necesidad de las organizaciones de dotarse de capacidades de gestión y de recursos para continuar operando. En ello será necesario insistir para fortalecer la diáspora y sus impactos.

En el citado encuentro se presentaron las experiencias de las diásporas globales de Somalia y Siria y las razones que explican el éxito alcanzado con sus redes globales. Apuntamos los ejes medulares de sus logros. 1) El de trabajar en red, juntos, proporciona una fuerza y poder particular a la diáspora. Juntos no significa sumatoria de siglas, implica ejecutar proyectos de interés mutuo, compartir experiencias y aprendizajes. La construcción de la Red Global de la Diáspora de Venezuela se inspira en este principio. 2) La diáspora es muy variada y plural y se desempeña en múltiples sectores y áreas de interés. 3) Aunque cuando hay interés en comunicarse valen hasta las señales de humo, la estrategia ha privilegiado el uso de las redes sociales. 4) Otro de los ingredientes del éxito ha sido el acceso a recursos, humanos y económicos, que hacen posible activar la organización.

Carecer de recursos humanos y económicos fue identificado en el estudio como una debilidad que es necesario superar, pues cuando escasean el esfuerzo tiende a decaer y a menguar sus impactos. La experiencia de la diáspora de Somalia colocó el acento de su trabajo en las nuevas generaciones. En general, las diásporas son bonos demográficos o ‘ríos de oro’, en palabras de A. Carnegie.

En el trabajo con la diáspora y sus organizaciones, así como en la continuación del estudio en el que hemos realizado entrevistas a centenares de retornados y sus descendientes, hemos encontrado información alineada con los resultados presentados en el citado encuentro. Los procesos migratorios vividos en Venezuela, durante 500 años como país de inmigrantes y tras dos décadas con un éxodo superior al de Siria, es un verdadero laboratorio social para la comprensión de la movilidad humana: antes, atracción de ciudadanos, ahora expulsión. El análisis del trabajo en proceso nos ha permitido identificar las fortalezas, la estrategia y las políticas más adecuadas y el rol y características de las organizaciones.

Hemos aprendido que aquellos países que incorporan e integran a sus diásporas conocen y escuchan a las organizaciones de la diáspora, refuerzan la confianza a través de la rendición de cuentas y establecen de manera conjunta los resultados que se desea alcanzar. La opacidad de la información, los vacíos, generan muchas suspicacias acerca de la forma en la que se gestionan los recursos. Gobiernos y líderes deben evitar ser percibidos como malversadores, malos administradores o simples asaltantes, una burla a los sentimientos y expectativas de la población; resiente que quienes pretenden ejercer el liderazgo y sus ‘amigotes’ sacan provecho de recursos que no les pertenecen.

La integración de la diáspora ha estado acompañada de importantes transformaciones, producidas como resultado del cambio de perspectiva de análisis y comprensión del fenómeno migratorio. Las políticas asistencialistas se han complementado con políticas destinadas a favorecer la adquisición de poder e independencia de las organizaciones de la diáspora, animados con el propósito de acrecentar sus capacidades para mejorar su situación de la ciudadanía. Lo hemos podido constatar de primera mano con las organizaciones que integran la diáspora.

Como lo indican las experiencias exitosas, no es posible ni recomendables que los Estados actúen solos. Es imprescindible un mayor compromiso y participación del sector privado, de las empresas y de los organismos empresariales. Las diásporas establecen organizaciones transnacionales de carácter social, político, cultural y económico. Los Estados sacan provecho de la incorporación de las asociaciones de la diáspora en la formulación de políticas idóneas: son actores reales, verdaderos embajadores que operan globalmente.

Corresponde a los gobiernos la creación de condiciones y entornos atractivos para la inversión y el desarrollo, proporcionando información de calidad mientras recae sobre los actores privados lo relacionado con la formación, la asistencia técnica y la promoción de la empresa y el emprendimiento junto con las organizaciones de la diáspora. En el caso venezolano, la asistencia a migrantes desamparados ha recaído en la comunidad internacional, la sociedad civil y el sector privado. Estos han apoyado a las comunidades y facilitado la transferencia de recursos de la diáspora, entre ellos los financieros.

Desgraciadamente, en el caso de Venezuela el Estado no solo no crea las condiciones, sino que se ha encargado de edificar un entorno poco propicio a la inversión: servicios de agua, electricidad, transporte, salud, educación destruidos, marco legal asfixiante e interventor. Esperamos de muchas alcaldías y gobernaciones una reflexión y preparación más adecuada para que cuando llegue la oportunidad pueda sacar provecho de este activo y de la reserva internacional que supone la diáspora.

La estrategia consiste en construir una densa red de organizaciones y distintas formas de alianzas, cooperación y colaboración basada en la confianza, el compromiso y la expectativa de beneficio mutuo más que en acuerdos formales. La transferencia de competencias a la diáspora se traduce en la movilización de apoyos para la reconstrucción del país de origen en áreas como la salud, la educación y la justicia. Las diásporas, además, crean opinión pública en los países receptores y sus redes son de mucho interés para la fase de reconstrucción del país en la que el sector privado desempeña un rol clave.

En Venezuela, en teoría, no hay guerra pero sí un elevado número de asesinatos, en teoría cuenta con recursos, pero no hay agua ni electricidad y sí un deterioro sostenido de los servicios de salud y educación. Los inmigrantes que Venezuela acogió conocían de guerras, pandemias y las peores de ellas, los totalitarismos del nazismo, el fascismo y el socialismo soviético. Es necesario un cambio de gran calado para poder revertir la situación actual y aprovechar el activo que representa la diáspora. Es necesario un clima de libertad para que el conocimiento disperso haga posible la innovación, el derecho de propiedad para garantizar el intercambio de ideas, bienes y servicios y salvaguardar a quienes se arriesgan a hacer inversiones, una país que garantice los servicios básicos más elementales. Es necesario salir de la oscuridad y el oscurantismo de ideologías retrógradas y para ello la diáspora venezolana es un activo con el que el país cuenta.

Publicado originalmente en https://www.fronteraviva.com/opinion/tomas-paez/

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