A medida que avanza la proyección de Beethoven, monstruo inmortal, detecto tres ideas muy claras que ofrece su realizadora Agnieszka Holland. La primera es que se trata de una pelÃÂcula muy musical, obviamente, pero no sólo en el sentido sonoro del vocablo sino en la expresión visual de la obra del compositor alemán, es decir, en la percepción de su música a través de imágenes, gestos y movimientos dotados de un ritmo propio. Ese carácter visual de su música se expone en los fantásticos 17 minutos que dura la secuencia del estreno de la Novena sinfonÃÂa en la Viena de 1824 cuando â€â€según el guión de Christopher Wilkinson y Stephen Rivele el propio Ludwig van Beethoven la dirige con la ayuda de una «apuntadora». La segunda idea es que el verdadero personaje principal del film no es el genio de Bonn sino Anna Holtz, la hermosa chica de 23 años que quiere ser compositora y se convierte en la copista de las partituras del maestro. Ella es la que conduce la trama, la que cambia la actitud del músico y la que evoluciona como ser humano ante el rechazo y la admiración que siente por el furioso creador. Y la tercera idea, tal vez la más importante, es que casi todo lo que cuenta la pelÃÂcula es ficción, no se apega a la verdad histórica, es producto de la imaginación de los guionistas y de la directora polaca. Ni existió Anna Holtz ni Beethoven dirigió el estreno de la Novena ni era capaz â€â€en 1824 de escuchar un cañonazo a su lado pues su sordera era total desde la década anterior. No obstante, Copying Beethoven es una pelÃÂcula inquietante y seductora.
Film controvertido y audaz, Beethoven, monstruo inmortal ha provocado rechazo y admiración a la vez. Yo me cuento entre los últimos. Es evidente que a la señora Holland no le interesaba hacer una biografÃÂa filmada del músico alemán. Eso que ahora llaman biopic. Le importaba más narrar el proceso de transformación y de conflicto que anida en la personalidad de un creador, en los momentos más difÃÂciles de su existencia como artista y como ser humano. Dicho de otra forma, Beethoven se sabe cercano a la muerte fÃÂsica pero a lo que más teme es a la muerte creadora. En su mente convergen ideas religiosas heterodoxas con actitudes megalómanas que acompañan su trabajo frenético y su batalla contra la sordera. Ha perdido prestigio en la corte del archiduque y de las autoridades espirituales. La capital musical del mundo de entonces lo mira con desdén, lo piensa acabado. Y en eso aparece un ángel que le otorga una tregua a su lucha incesante. Incluso, un ángel con figura de mujer que se atreve a corregirlo. Ese elemento femenino se torna medular a lo largo del relato en la medida en que Anna no sólo tiene que batallar para lograr la aceptación del maestro sino para hacer valer su condición de mujer. Esta es la cuarta idea de la pelÃÂcula.
Narrativamente, el film se construye como un largo flashback â€â€tiene más de back que de flash pues dura casi toda la pelÃÂcula que parte de lo conocido â€â€la muerte del músico en 1827 para remontarse a 1824 e introducir elementos y personajes catalizadores de la trama. A buen resguardo de las intenciones biográficas, la autora de Europa Europa y Olivier Olivier propone una ficción que ningún historiador puede avalar pero que funciona como factor dramático para la comprensión del genio. O para su rechazo. O para su admiración. O para lo que sea. Holland literalmente zarandea a Beethoven y llama la atención sobre su sufrimiento, su angustia, su genialidad. Parte de sus limitaciones â€â€la sordera, la vejez, la arrogancia para establecer un contraste entre creación y ausencias. La música del silencio es la obra de un sordo genial. El artista como campo de batalla en sàmismo. Una vieja y persistente idea que ha desplegado en otros de sus filmes.
Heredera dilecta de la llamada escuela polaca â€â€hay que recordar que fue asistente de Krystof Zanussi y Andrej Wajda y colaboradora estrecha de Krystof Kieslowsky, además de autora de una filmografÃÂa brillante tanto en Polonia como en Franciaâ€â€, la señora Holland disfruta escandalizando a los conservadores. A la manera del Amadeus de Milos Forman, su film transita caminos osados, arriesgados, no complacientes. Con sesenta años a cuestas le importa una pamplina frita lo que puedan criticar de su visión irreverente del orden. Su puesta en cámara es audaz â€â€especialmente en la escena memorable del estreno de la Novena pero lo es más su mirada femenina para cuestionar la dominación. Otra de sus antiguas obsesiones. La fotografÃÂa del británico Ashley Rowe contribuye de manera importante en la creación de las atmósferas dramáticas de esa relación de admiración y rechazo que se establece entre maestro y alumna. Y, sobre todo, Holland no incurre en la estupidez de la «salida romántica», es decir, de la invención de una relación amorosa entre Beethoven y Anna. Más que un romance, lo que la directora propone es un proceso de conflictos y afinidades que no pasan por los clichés al uso.
Muchos admiran la actuación de Ed Harris como Beethoven â€â€algo que es imposible negar en un intérprete esencial de la escena norteamericana de las últimas décadas pero en este caso me inclino más por el trabajo de Diane Kruger, una actriz alemana de mucho menor trayectoria que ha logrado superar el reto de su personaje pero sobre todo ha superado la limitación que le impone su belleza fÃÂsica, aunque esto suene contradictorio. Me explico. Es muy poco frecuente que una ex top model se convierta en una buena actriz. Poco frecuente pero posible, a juzgar por su trabajo como Anna Holtz, con su mirada, sus gestos, su dicción y su «traducción» del personaje. Al fin y al cabo, ella es el motor central de la historia y el tÃÂtulo original del film â€â€Copiando a Beethoven se refiere más a su actividad que a la del genio. Y en esto Agnieszka Holland estaba muy clara. Que la disfruten.
BEETHOVEN, MONSTRUO INMORTAL («Copying Beethoven»), Estados Unidos, Reino Unido y HungrÃÂa, 2006. Dirección: Agnieszka Holland. Guión: Christopher Wilkinson y Stephen Rivele. Producción: Sidney Kimmel, Christopher Wilkinson, Stephen Rivele y Michael Taylor. FotografÃÂa: Ashley Rowe. Montaje: Alex Mackie. Música: Maggie Rodford. Elenco: Ed Harris (Ludwig van Beethoven), Diane Kruger (Anna Holtz), Nicholas Jones (archiduque Rudolph), Matthew Goode (Martin Bauer), Ralph Riach (Wenzel Schlemmer), Joe Anderson (Karl van Beethoven), Bill Stewart (Rudy), Angus Barnett (Krenski). Distribución: Cinematográfica Blancica.