Desde los tiempos de Gladiador (2000) la fórmula conformada por Russell Crowe y Ridley Scott no había intentado repetir una película surgida del imaginario universal de la acción y las aventuras. No otra cosa es lo que hace en la nueva adaptación de la leyenda de Robin Hood,  símbolo universal de la lucha por la justicia que ha sido llevado al cine en por lo menos unas 24 versiones desde la que en 1912 mostró por primera vez el rostro del arquero de Sherwood en un corto silente firmado por Étienne Arnaud y Herbert Blaché. El personaje ha sido interpretado por Douglas Fairbanks, Errol Flynn, Kevin Costner, Sean Connery, Cary Elwes (bajo la dirección de Mel Brooks), el italiano Giulianno Gemma y otros actores. Hasta la firma Walt Disney produjo su versión animada. ¿En qué se diferencia, entonces, el Robin Hood que se acaba de estrenar de todos los demás? En dos factores: primero, el enfoque que Scott propone sobre los orígenes de esta historia y, segundo, en el despliegue espectacular de sus escenas de acción.

Durante casi dos horas, Robin Hood narra los comienzos de la leyenda a partir del regreso a Inglaterra del arquero Robin Longstride, quien acompañó a Ricardo Corazón de León a fines del siglo XII en sus cruzadas contra los infieles musulmanes. La muerte del rey en combate instaura en el trono al príncipe Juan, quien deviene en tirano bajo la influencia de sir Godfrey, un traidor aliado  de la Corona francesa que aísla al nuevo rey de sus antiguos asesores, lo impulsa a elevar peligrosamente los impuestos a los barones del Norte y le hace caer en una trampa política y militar para que Felipe de Francia se adueñe de la isla. Quien desbarata esos planes es el oscuro soldado que retorna de Tierra Santa en la miseria total para conformar un pequeño ejército que impulsará las luchas contra las tropas invasoras y contra los caprichos de Juan. Robin, que no ha estado en Inglaterra desde la infancia, es hijo de un hombre que fue asesinado para escribir una carta para proteger los derechos del hombre común. Amigo de su padre, el ciego sir Walter Loxley ordena a Robin que pretenda ser su hijo, muerto en batalla, para proteger los derechos de propiedad de su nuera Marion. En el medio de la trama surge el romance con la viuda y se despliega una trama de acción envolvente. Eso es la nueva película de Scott: aventura, romance y acción. Puro entretenimiento bien hecho. Nada más.

A partir de esta premisa, el director de Thelma y Louise (1991), Blade runner (1982) y Los duelistas (1977) construye una producción espectacular sin desdeñar ciertos toques históricos que buscan otorgarle verisimilitud a la historia escrita por Brain Helgeland, guionista de las magníficas L.A. Confidential, de Curtis Hanson,  y Mystic River, de Clint Eastwood. Con todo, se ha acusado al guión de obviar ciertos detalles esenciales para comprender la intriga de palacio e, incluso, de falsear otros hechos que en la película aparecen mezclados. La verdad es que yo no esperaba tanto de un film de aventuras y romance que recrea la historia de un héroe conocido, querido y admirado por todo el mundo. No creo que sus productores hayan albergado la idea de hacer una película histórica. Lo original del proyecto reside en la narración de los comienzos de la leyenda y no de las posteriores andadas de Robin en el bosque de Sherwood en su lucha contra el alguacil del Nottingham.

La película levanta vuelo por su tono realista que descarta el tratamiento acomodaticio de otras versiones de las aventuras del héroe. El excelente diseño de producción de Arthur Max registra cada detalle con una precisión sorprendente. La fotografía de John Mathieson atrapa las luces y los claroscuros de una época de traiciones y venganzas. Y el montaje de Pietro Scalia logra establecer un ritmo que no decae. Las escenas de batalla poseen fuerza y emoción.

Una visión diferenciadora sobre el héroe del bosque se fundamenta también en la elección de Crowe como Robin, aunque a ratos uno recuerde su actuación como Maximus en Gladiador. Es un rol que le calza y le permite combinar la búsqueda de la justicia con la necesidad de supervivencia en un mundo de grandes desigualdades. Su trabajo es respaldado por un elenco parejo y profesional, en especial con Mark Strong como el temible villano sir Godfrey y William Hurt como el consejero real Marshal. Completan el magnífico reparto Cate Blanchett como la bella y aguerrida Marion Loxley, el gran Max von Sydow como el anciano sir Walter Loxley, Danny Huston como Ricardo Corazón de León y Matthew Macfadyen como el alguacil de Nottingham. Con estos actores es muy difícil equivocarse.

Vean Robin Hood como lo que es: un gran espectáculo que narra una leyenda universal desde la perspectiva de sus orígenes. Su mayor fortaleza consiste en ofrecer una visión sobre una parte de la vida del héroe que no todo el mundo conoce.

ROBIN HOOD (“Robin Hood”), Reino Unido y EE UU, 2010. Dirección: Ridley Scott.  Guión: Brian Helgeland. Fotografía: John Mathieson. Música: Marc Streitenfeld. Edición: Pietro Scalia. Diseño de producción: Arthur Max. Elenco: Russell Crowe, Cate Blanchett, Kevin Durand, Mark Strong, Danny Huston, Matthew Macfadyen, Max von Sydow y William Hurt. Distribución: The Walt Disney Company Venezuela.

 

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