A cluster of wooden matches with pink tips, with one used, burnt match in their midst. Macro close up image illustrating a theme of individuality and uniqueness. Horizontal colour image.
Los bastones han desaparecido por diversas circunstancias, pero ahora más que nunca contamos con una sociedad que espera que llegue alguien a resolverle los problemas.

Hace muchos años mientras comía con un amigo extranjero en un restaurante de nuestra ciudad, él me hacia una observación que estoy segura que en el momento no entendí en toda su dimensión.  Hoy recuerdo su voz firme: “los venezolanos tienen un grave problema con la figura del padre, no dan paso a las nuevas generaciones y les encanta elegir de presidente a un viejito”.  Rafael Caldera había llegado a su segunda presidencia.

En primera instancia pensé que era lógica tal afirmación ante la figura del nuevo presidente y ante la imagen que vino a mi cabeza de un sociedad en la que la mayoría de los hogares estaban conformados por mujeres solas que hacían de padre y madre por distintas circunstancias, pero que al final daban siempre el mismo resultado: la ausencia del padre.

Ese comentario ponía sobre el tapete un tema recurrente en nuestro país, que iba mucho más allá que el hecho de referirse a que comenzaban a gobernarnos personas muy mayores. La resistencia al cambio por parte de algunos dirigentes puso a prueba a una sociedad joven que terminó por cansarse. Llegó al punto en que decidió no seguir apoyándose en un bastón y se produjo un cambio abrupto respaldado por altísimos porcentajes de participación.  Vividas las experiencias que nos han tocado como sociedad se produjo una fractura, un antes y un después, una desvalorización de muchos conceptos que nos identificaban cómo y qué nos entrega hoy una desarticulación generalizada.

El tema visto muchos años después,  sin la presencia de mi amigo quien se fue del país y estando casi segura de que el lugar donde comíamos terminó por cerrar, me preocupa mucho más que en aquel momento. No sé si la desesperación hace que nuestra sociedad voltee la mirada hacia supuestos lideres que cuando hablan apelan a las experiencias sociales de hace cuarenta o cincuenta años, manteniéndose aislados de los cambios que experimenta el entorno, en medio de una globalización de la que no podemos escapar. No incorporan en su análisis los cambios rotundos que han arropado a la sociedad. No ven sus propios errores porque es más fácil culpar al otro. No escuchan porque siempre tienen la razón. La desconexión con buena parte de sus oyentes nos muestra el desconocimiento del sentido estratégico.

Muchas veces me pregunto qué hemos aprendido. También me pregunto qué buscamos. Los bastones han desaparecido por diversas circunstancias, pero ahora más que nunca contamos con una sociedad que espera que llegue alguien a resolverle los problemas. Ahora más que nunca entiendo la reflexión de mi amigo, solo que ya no nos importa la edad, con tal de que los lideres que volteamos a ver, nos ofrezcan todo lo que un padre debe resolver.

¿Dónde quedan nuestras exigencias y la posibilidad de que aún nos encontremos con personas, que crean en el viejo dicho de que no hay que dar el pez, sino que hay que enseñar a pescar? ¿Somos en realidad una sociedad de huérfanos o de niños abandonados? Mientras sigamos buscando un padre en el otro, es señal de que aún nos falta mucho por crecer.

https://inesmunozaguirre.wixsite.com/inesmunozaguirre

About The Author

Deja una respuesta