Cuando hablo de ese número no me refiero ni a sus elementos cabalísticos ni a su implicación sexual. Tiene más que ver con una cierta ociosidad que me impulsó de repente a tratar de determinar una pregunta a la cual quizás muchos tendrían una respuesta diferente.
Sabemos, y eso sí es preciso, que en las Naciones Unidas están (¿dignamente?) representadas 195 naciones. Un cojonal diría un tío mío. De esas 195, votan 193 y los otros dos —Vaticano y Palestina— son observadores. Pero la pregunta en ciernes es cuántas de esas son democracias. La respuesta puede variar de acuerdo con el contestador, el sitio o los criterios que se apliquen en cada caso. Pero pongámonos pragmáticos y consideremos aquellos donde sus gobernantes son libremente elegidos por el pueblo, simplemente. Porque si nos ponemos rígidos en el asunto y tratamos de buscarle 17 patas al gato, a lo mejor muchos países no aplican. Que si hay independencia de poderes o multiplicidad de partidos políticos o equidad de participación o financiamiento equitativo o cosas por el estilo. Porque si a ver vamos, el supuesto más libre del mundo, EEUU, no aplicaría porque casi siempre el que recolecta más dinero (fundamentalmente de empresas y empresarios multimillonarios) es el que tiene más posibilidades de ganar, y como un multimillonario vale por millones de personas ahí la cosa como que no es equitativa, y no hablemos de la elección en segundo grado.
Pero bueno, para dejarnos de pendejadas y tratar de ser ilusoriamente estrictos, atengámonos solamente a los que escogen democráticamente a sus dirigentes. A mí la vaina me da 69 —por eso el título del artículo— y eso si consideramos que Singapur lo cumple. Si la matemática no falla, eso significa 35% de los países representados en la insigne Asamblea General de las Naciones Unidas, una migajita pues. Un pelito más de la tercera parte de los países del orbe, como lo llaman. Pero no así de la población, porque ya la sola presencia de China entre los países que lo forman y su inmensamente grande población, así como su no democracia, hacen que los habitantes que en realidad la disfrutan sean mundialmente hablando, una ínfima minoría.
Y ahí vienen otras preguntas colgadas. Y esa asquerosa minoría de democracias no son precisamente las responsables de que la ONU en sí no lo sea, y que personas como Guterres sea su Secretario General o Bachelet su comisionada de Derechos Humanos o pasando esto por alto, ya que no son tan bichos, pero alguna debilidad tendrán. Pero si hay circunstancias muy graves a consecuencia de esa asquerosa mayoría, Venezuela y su régimen atroz están a punto de ser elegidos miembro del Consejo de Derechos Humanos. El lobo a contar ovejas, el vampiro a hacer transfusiones de sangre, darle las armas a los asesinos. Y esto es muy posible que suceda, porque ya Cuba y —si no me equivoco— Zimbabue ya lo fueron, y ambos pertenecen a los lobos y no a las ovejas.
Si las cosas están así en la representación máxima de la civilización mundial, qué diablos le vamos a estar pidiendo a cositas más chiquitas como la OEA, el Grupo de Lima, o los 50 que reconocen a Guaidó. Son griticos de niñitos ante la voracidad y el estruendo de los monstruos. Si los 69 no pueden contra los otros 124 que los aplastan y duplican, podrá este pobre y palúdico país regado por todo el mundo tener la fuerza para acabar con el diablo que nos atenaza y llegar a convertir el famoso y mentado 69 en un 70 más redondito, más sabrosón y sobre todo más querido por el futuro de nuestros niños.