Foto Harry Almela por Vasco Szinetar
Harry Almela nació en Caracas en 1953 y falleció en Mariara en 2017.

La presentación de Gramática del alucinado y Los daños colaterales fue el martes 30 de julio a las 5 pm en los espacios de La Poeteca, en la Torre Mene Grande de Caracas, y contó con las palabras de Milagros Socorro, Alberto  Hernández y Graciela Yáñez Vicentini. Será un pendiente homenaje a dos poetas imprescindibles de la literatura venezolana.

Las familias de Hesnor Rivera y Harry Almela confiaron a fines del año pasado a la Fundación La Poeteca los últimos libros que los poetas dejaron concluidos y que hoy llegan a sus estudiosos y lectores en cuidadas ediciones que inauguran la colección Memorial.

Se trata de Gramática del alucinado de Hesnor Rivera y Los daños colaterales de Harry Almela.

El proceso de edición de estos libros póstumos fue complejo: requirió consultas a expertos, amigos y parientes de los poetas; exigió revisar toda su obra y respetar detalles aún pareciendo errores y que están explicados en epílogos y notas al margen de los textos. Asimismo, los libros recogen un poema que constituye la poética de los autores como característica de la colección. Los colores de las tapas fueron escogidos a partir de una investigación que arrojó que eran los preferidos de los poetas.

Foto Hesnor Rivera por Mauricio Gonzalez
Hesnor Rivera nació en Maracaibo en 1928 y falleció en la misma ciudad en octubre de 2000.

Gramática del alucinado, de Hesnor Rivera

Hesnor Rivera nació en Maracaibo en 1928 y falleció en la misma ciudad en octubre de 2000. Gramática del alucinado, iniciado en 1996, es el último libro en el que trabajó el poeta. Él mismo llegó a mencionar su deseo de que fuese publicado junto a un cedé con su voz. Cuando se creía esa obra extraviada, nunca concluida y hasta producto de la imaginación de sus lectores, apareció entre los archivos que en 2014 la familia del poeta entregó a Valmore Muñoz Arteaga y que ahora confían a Fundación La Poeteca junto a una selección de poemas también inéditos, escritos entre 1988 y 1999.

En la introducción a esta breve e iluminadora joya, el propio Hesnor Rivera propone la necesidad de que cada quien, sin miramientos académicos, «escriba todos los días su propia Gramática del alucinado, con fantásticos futuros pluscuamperfectos y mágicos presentes indefinidos».

El libro ofrece un poema que revela la poética de Rivera, textos de Muñoz Arteaga y recuerdos muy precisos de su hija, Celalba Rivera, quien resalta el doble propósito de esta edición: «por un lado, seguir difundiendo su obra; por el otro, y esto me gusta más aún, tratar el lenguaje poético y la imagen con los recursos estéticos que él nos puso a disposición una y otra vez en cada poema. Esa es la manera de no olvidarlo».

Portada RiveraValmore Muñoz Arteaga señala que la obra poética de Hesnor Rivera, fundamental integrante del Grupo Apocalipsis, es testimonio de lo que fue una travesía por la vida desde la poesía, porque lo suyo fue vivir poéticamente: «Su obra es la constatación de un imaginario que teje y desteje a Maracaibo, desaparecida por el sol de otros tiempos, para transformarla en una ciudad universal donde se pueden rumiar en secreto túneles hambrientos, naufragios de incendios melancólicos y las aguas de los desastres (…) En Gramática del alucinado el lenguaje está fundamentado en el amor y sólo en el amor. El lenguaje respira desde dentro como si se tratara de un cuerpo fragmentado luego de haber hecho el amor y que, casi como artilugio mágico, comenzara a unificarse. Amor que no se dice, amor que se vive (…) La imprudencia del amor lo exhortó a apostar por una propuesta que renovara las letras zulianas. Esa propuesta fue la fundación del grupo Apocalipsis en 1955 (junto a los poetas César David Rincón, Ignacio de la Cruz, Atilio Storey Richardson, Miyó Vestrini, Néstor Leal, Laurencio Sánchez Palomares y Régulo Villegas, y los artistas visuales Francisco Paco Hung, Rafael Ulacio Sandoval y Homero Montes), cuyo nombre no sólo debe ser relacionado con un instante determinado dentro de la literatura zuliana, sino también como expresión de un momento muy intenso dentro de las letras venezolanas. Tan intenso que la literatura nacional no volvió a ser la misma, incluso tras su desaparición en 1958».

Los daños colaterales, de Harry Almela

Harry Almela nació en Caracas en 1953 y falleció en Mariara en 2017. El manuscrito de Los daños colaterales que se trabajó para esta edición es el que el propio autor enviara a un concurso en España pocas semanas antes de su adiós y que varios amigos y la familia tenían en su poder. El libro había llevado otros títulos y ocho poemas de una versión anterior (eliminados por el autor en ésta), fueron publicados en el Papel Literario en julio de 2017. La edición de Fundación La Poeteca recoge esos poemas huérfanos en un meticuloso texto de Graciela Yáñez Vicentini, quién se pregunta a sabiendas de que no habrá respuestas: «Cómo y por qué llegamos de Escorados a ‘Los daños colaterales’. Y qué se queda en el medio, qué se queda por fuera, qué se convierte accidentalmente en residuo no deseado de una poda circunstancial mas, quizás –cómo saberlo, a quién preguntarle– no literaria».

El libro ofrece otros lúcidos epílogos de Alberto Hernández y Antonio López Ortega e incluye el poema que da título a este libro y que forma parte del poemario  de Almela «Silva a las desventuras en la zona sórdida», publicado en 2011.

Portada AlmelaAsí pues, como señala Alberto Hernández, con este libro, «el último que dejó para que se hiciera testamento, Harry cierra un ciclo, el de su ausencia física, y abre otro, el de su presencia espiritual, porque la poesía seguirá siendo el espíritu vivo de los poetas que dicen morir. Harry siempre estuvo muriendo, siempre delegó en el tiempo la angustia de ser la agonía del otro, la que le dolía y lo hizo sucumbir. Como todo daño colateral, nuestro autor fue una víctima propiciada desde el odio, desde el discurso del poder contra quien albergaba el deseo de verse en una calle y seguir siendo voz y presencia humana».

Antonio López Ortega, gracias a quien llegó el libro a Fundación La Poeteca, da cuenta del reclamo y el dolor del poeta ante nuestra incapacidad como venezolanos para labrarnos otro destino que no sea el de la caída: «Harry se resiente ante esa incapacidad, y sólo le quedan los versos para ensayar un canto coral, por no decir fúnebre. Que su deceso haya acaecido luego de esta escritura doliente, es un diseño que nos cuesta creer, pero Harry ha sido auténtico hasta el último de sus gestos. En ello no deja de ser admirable, aunque por ello lo hayamos perdido para siempre. Son estos versos los que lo recuperan para la gloria de la poesía venezolana».

La presentación

El evento del 30 de julio fue un necesario y pendiente homenaje. Sobre Hesnor Rivera hablaron la periodistas Milagros Socorro, quien fuera su alumna, y Valmore Muñoz Arteaga vía web. Para hablar de Harry Almela participaron Alberto Hernández y Graciela Yáñez Vicentini. Se leyeron textos de los libros hasta ahora inéditos.

Los libros fueron diseñados y montados por Waleska Belisario, contaron con la asistencia editorial y corrección de Graciela Yáñez Vicentini y Franklin Hurtado, bajo la coordinación de Jacqueline Goldberg, gerente editorial de Fundación La Poeteca.

Los libros están ya en venta en librerías de Caracas y pronto lo estarán también en Maracaibo, Bogotá y Miami.

Señas de Fundación La Poeteca

Creada en 2017, Fundación La Poeteca es una institución sin fines de lucro que busca promover la lectura, escritura, estudio y reflexión de la poesía. Su anhelo es ser refugio y lugar para el silencio, donde la palabra poética pueda decir a cada quien lo que necesita. Cuenta con una sala de lectura con más de 5.000 ejemplares, todos de o sobre poesía local y mundial, y cuatro salones donde ha estado realizando gran cantidad de talleres, conferencias, homenajes, lecciones magistrales y recitales de poesía.

Twitter: @Poeteca1

Instagram: @lapoeteca

Facebook: La Poeteca de Caracas

Página web: https://lapoeteca.com

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