Spider-Man Into the Spider-Verse
Por supuesto, el principal atractivo de ‘Spider-man: Into the Spider-Verse’ es la animación.

En 1949 el mitólogo y profesor Joseph Campbell publicó El héroe de las mil caras, un libro que sería de gran influencia para la narrativa moderna, especialmente la del cómic y el cine. En sus páginas, Campbell desarrolló su teoría del monomito: un patrón narrativo conocido como El viaje del héroe y que se replica en diferentes culturas, historias y leyendas populares alrededor del mundo. Un tipo de relato que desde hace siglos nos parece fascinante por servir de metáfora de nuestro proceso de individuación y que ha sido replicada hasta la saciedad en la última década en el cine de súper héroes. Gracias a esta épica, se ha construido una mitología detrás de cientos de personajes, permitiendo hacer reboots de los mismos sin perder su esencia. Este es el caso de Spider-Man, el personaje de Marvel con mayor cantidad de adaptaciones en la gran pantalla y que en Spider-Man: Into the Spider-Verse (Spider-Man: Un nuevo universo), hace un salto cuántico al pasar al mundo de la animación y ser encarnado por Miles Morales, el primer latino y afrodescendiente que asume la máscara del héroe arácnido. Una gran apuesta que, alejándose del canon de Peter Parker, nos sorprende al transformarse en la mejor versión de Spider-Man que hemos visto en el cine.

La historia se desarrolla dentro del universo clásico que solemos conocer de Spider-Man: una araña radioactiva mordió a Peter Parker dándole poderes especiales, propiciando su transformación en un super héroe dedicado a proteger a la ciudad de New York. Lejos de centrarse en Peter, el eje de Spider-Man: Into the Spider-Verse está en Miles Morales, un adolescente inteligente, tímido, inseguro, fanático del hombre araña y que choca con su padre al no saber cómo adaptarse a su nueva escuela, dedicando su tiempo libre a grafitear las paredes de la ciudad y charlar con su tío Aaron —con quien sostiene una estrecha relación por ser el único que lo entiende. Una noche, al igual que su héroe favorito, es mordido por una araña radioactiva y obtiene las habilidades de Spider-Man (trepar por las paredes, sentidos agudizados, super fuerza, entre otros). Al poco tiempo, sin siquiera tener plena conciencia del proceso que atraviesa, Miles termina envuelto por accidente en una reñida lucha entre Spider-Man y Kingpin (uno de sus más temibles adversarios). Pelea que trae como consecuencia la apertura de un portal dimensional que succiona a varios Spider-Man de otros universo trayéndolos a este. Es así como comienza una aventura donde Miles deberá aprender a controlar sus poderes, transformarse en un héroe y unir fuerzas con otros Spider-Man para detener al terrible Kingpin.

Spider-Man: Into the Spider-Verse dista mucho de ser otro reboot del mismo personaje, al contrario, es una revisión inteligentísima de toda la mitología alrededor del hombre arácnido, utilizando los múltiples Spider-Man como excusa para crear una de las películas de super héroes más épicas de la década. En ella observamos todas las convenciones —y versiones— que dan como resultado la génesis de Spider-Man tal como la conocemos, narradas de formas diferentes, con resultados disímiles, pero que tienen como esencia la misma premisa: una persona normal que, luego de descubrir que posee ciertas cualidades extraordinarias y perder a un ser querido, decide dar lo mejor del sí para proteger el lugar donde vive de terribles amenazas. Es así como conocemos a Spider-Woman, una versión donde Gwen Stacy es la que asume el rol de heroína; otro Spider-Man encarnado por Peter Parker, pero que es diametralmente opuesto al que siempre hemos visto (retirado, deprimido, cínico, egoísta y fuera de forma); un Spider-Man Noir, en blanco y negro y con gabardina, emulando a un personaje de Raymond Chandler; Peni Parker, una niña japonesa que maneja una especie de robot inspirado en Spider-Man y que parece sacada de un animé; y, el más excéntrico de todos, Spider-Ham: un cerdo que hace homenaje a los personajes de los Looney Tunes por su comportamiento histriónico y forma de pelear. Juntos forman una galería de versiones de Spider-Man bastante rara, pero que se complementan en su lucha y comparten un componente humano-heroico que enamora al público.

Más allá de su premisa arriesgada, el guión de Spider-Man: Into the Spider-Verse es perfecto.

La película arranca con un ritmo trepidante que nos bombardea con acción e información, logrando una suerte de trance hipnótico —apoyado en su puesta en escena— que no permite que el espectador se despegue de la pantalla. Aunque la gran mayoría ya conoce la génesis de este héroe, la historia va mezclando piezas y variaciones de su mitología, deconstruyéndola, señalando los clichés y haciendo énfasis en el factor humano, trayendo como resultado un relato que nos es familiar y, al mismo tiempo, completamente nuevo. La construcción de Miles Morales como personaje y su viaje heroico deja en pañales al carismático Peter Parker (sí, sé que esta afirmación puede crispar a muchos), siendo la encarnación de Spider-Man más humana y mejor trabajada que hemos visto en pantalla hasta la fecha. Miles se debate en tribulaciones que resuenan demasiado en nuestro colectivo: querer hacer el bien, pero no saber cómo, tomar las decisiones correctas aunque vayan en nuestra contra, el paso de la adolescencia a la adultez, asumir las consecuencias de nuestras acciones, lo difícil de confiar en nosotros mismos o de abrirnos emocionalmente frente a otros, la imposibilidad de proteger a nuestros seres queridos, el destino trágico del héroe, el no saber explotar nuestras potencialidades… por nombrar algunos tópicos. Todo esto teniendo como telón de fondo una historia de orígenes épica, narrada con vueltas de tuerca impredecibles, pero inevitables que dejarán a todos sorprendidos. La interacción y justificación de los otros Spider-Man dentro del relato es tan orgánica que, lejos de sentirse como una excentricidad o capricho, es algo necesario dentro del nacimiento de Miles Morales como super héroe. Otro apartado que hay que rescatar es la figura de Kingpin. La elección de este adversario lejos de apoyarse en su familiaridad lo hace en su construcción, motivaciones y acciones que lo transforman en un personaje de altura, llevándolo al Olimpo de los mejores antagonista de Spider-Man (y de Marvel en la gran pantalla), logrando que el público sienta empatía por él y su lucha.

Por supuesto, el principal atractivo de Spider-man: Into the Spider-Verse es la animación. Ya desde el trailer la película llama poderosamente la atención por su impronta visual. Más allá de emular a un cómic en su estética (por los colores de alto contraste, la utilización de viñetas como parte de la narrativa, los globos de texto y ritmo acelerado), la propuesta llega a niveles de detalle como ver en la textura de cada cuadro decenas de puntos mezclados para generar colores como en el pop-art, haciendo de cada fotograma un deleite estético. Todo esto se fusiona con la historia, dando una completa coherencia entre el apartado visual y el guión. La música, es una mezcla cargada de hip-hop y ritmo que le da a Spider-Man: Into the Spider-Verse un dinamismo urbano y flow que no poseen sus homólogas de la gran pantalla, inyectándole mucha más fuerza al desarrollo de la trama. La guinda la coloca las decenas de referencias que posee la película a los diferentes cómics, animaciones y largometrajes de Spider-Man que hemos visto, enamorando a los fans de este héroe y haciendo que pasen todo el metraje escrutando cada detalle de la pantalla buscando easter eggs.

¿Quiénes son los responsables de esta maravilla?, tres talentosos directores. Revisando sus carreras, esta triada pareciera no tener muchos puntos en común, pero sus habilidades se despliegan como un tándem que funciona a la perfección y saca lo mejor de su bagaje. Por un lado, tenemos a Bob Persichetti, quien salta al ruedo como Director luego de trabajar como “inbetweener” de películas como Hercules, Mulán, Tarzan y ser parte del departamento de animación en Shrek 2 y Monster vs. Aliens; también conseguimos a Peter Ramsey quien ha hecho carrera por casi 3 décadas como dibujante de storyboards de películas tan icónicas como Bram Stoker´s Dracula, Independence Day, Men in Black, Fight Club, Minority Report , Being John Malkovich y que saltó al ruedo de la animación en 2012 con Rise of the Guardians; por último, tenemos a Rodney Rothman quien se estrena como Director, pero que posee una amplia carrera como guionista y co-escribe la película junto con con Phil Lord (responsable de Cloudy with a Chance of Meatballs y The Lego Movie). En resumen, tenemos a un Director con experiencia dirigiendo animaciones, otro que ha trabajado haciendo storyboards para genios como Francis Ford Coppola, Spike Jonze, Steven Spielberg y David Fincher y otro cuya labor ha sido darle forma a bocetos de clásicos de Disney… juntos, forman un cocktail donde la conciencia de la animación manual, el lenguaje de las viñetas y el dinamismo en el uso del color y las formas tiene muchísima fuerza, dando como resultado la estética única y artesanal que posee Spider-Man: Into the Spider-Verse (un proyecto tan ambicioso que necesitó alrededor de 180 animadores para terminarla, siendo la mayor apuesta de Sony en el campo animado hasta la fecha).

Spider-Man: Into the Spider-Verse cierra con broche de oro el 2018 y va directo al Top de lo mejor del cine de super héroes de la historia. Su guión está tan bien construido que fácilmente puede dialogar con obras como Avengers: Infinity War, Guardians of the Galaxy o The Dark Knight. Sus realizadores lograron tomar el personaje de Marvel con más encarnaciones en la pantalla grande y darle una mirada fresca, revitalizando su mitología y creándole la génesis más épica que ha tenido un super héroe en la historia del cine. Su estética es única y aporta una nueva impronta al mundo del cine animado, algo que se aprecia muchísimo en los tiempos que corren. Por encima de la manida “un gran poder lleva una gran responsabilidad”, Spider-Man: Into the Spider-Verse nos deja una valiosa lección, parafraseando a Stan Lee, cualquiera de nosotros puede ser un héroe, solo debemos hacer las cosas correctas y ayudar a quien lo necesite. Un mensaje necesario y humano en un mundo plagado de largometrajes de personajes fantásticos y poderosos que viven salvando el mundo, haciendo que su heroicidad parezca imposible de alcanzar para cualquier mortal. Spider-Man: Into the Spider-Verse logra sacarnos una sonrisa enorme al final de su proyección —y unas cuantas lágrimas—, llenándonos de inspiración y con ganas de salir de la sala de cine para poner nuestro granito de arena en la construcción de un mundo mejor. Sin lugar a dudas, un grandioso homenaje para nuestros queridos Stan Lee y Steve Ditko quienes deben estar satisfechos, donde sea que estén, al ver una interpretación tan sincera y humana de su obra maestra.

Lo bueno: la animación, tanto por su estilo como por la adaptación del código del cómic a la narrativa. La construcción del personaje principal y su antagonista. La justificación de los otros Spider-Man y la dinámica entre ellos. La revisión de las convenciones del héroe. La música.

Lo malo: aunque el doblaje es bastante bueno, es una pena no poder verla en su idioma original para disfrutar de las voces de Mahershala Alí, Nicolas Cage y Chris Pine. Quedas con ganas de conocer más de la historia de algunas versiones de Spider-Man.

@luisbond009

About The Author

Deja una respuesta