Pompeyo y Teodoro
Se trata de dos personas extraordinarias a quienes tuve el honor de conocer y contar entre mis amigos: Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff.
In memoriam

A poco más de un año han desaparecido dos políticos grandes de Venezuela, de talla internacional, cuyas afinidades no fueron solo ideológicas y cuyas trayectorias convergieron a lo largo de sus vidas.

Se distinguieron por virtudes que les fueron comunes, como probidad en el manejo de los recursos públicos cuando estuvieron al frente de responsabilidades de Estado, honestidad consecuente en sus compromisos políticos, valentía, lucidez, capacidad de enfrentar y rectificar públicamente sus posiciones equivocadas en la lucha y acción políticas, generosidad, sencillez, honradez intelectual, lealtad y apoyo fraterno a los amigos en situación de penuria, coraje y apertura al debate.

Se han dicho muchas mentiras y se mantienen estereotipos para descalificarlos, que demuestran el analfabetismo político y la ignorancia crasa acerca de la historia contemporánea de Venezuela de muchos ‘guerreros del teclado’, que escriben a través de las redes sociales en Internet.

Se atrevieron a desenmascarar el estalinismo o socialismo real y sanguinario de la Unión Soviética, se enfrentaron a Leonid Brezhnev, secretario general del Comité Central del Partido Comunista Soviético y al marxista Fidel Castro, Primer Ministro de Cuba, comunista totalitario, que los odiaba

Se trata de dos personas extraordinarias a quienes tuve el honor de conocer y contar entre mis amigos: Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff. Ambos han dejado una obra que es referente a escala mundial en el campo del pensamiento político. Ante la invasión de Moscú a la entonces República Checoslovaquia, Teodoro escribió en 1969 Checoslovaquia, el socialismo como problema, que marcó la ruptura entre el socialismo democrático y la izquierda burocratizada y criminal vigente tras la cortina de hierro durante la Guerra Fría. Se convirtieron en progresistas luchadores por una democracia social fundada en las libertades y los derechos humanos.

Fue afortunado que las policías secretas de ambas dictaduras no los mandaran a asesinar cuando fueron convertidos en traidores revisionistas, como hizo Stalin con Trotsky en México en 1940, al rebatir y denunciar el horror ante los propios líderes de Cuba y de la antigua URSS. Rompieron con el partido comunista donde habían militado en su juventud. Fundaron el Movimiento al Socialismo. Se fueron del partido MAS, al que habían contribuido a fundar, cuando sus partidarios se plegaron al proyecto de Chávez y apoyaron al caudillo mesiánico y demagogo, seductor de multitudes.

Hoy hemos de despedir a Teodoro. Hará mucha falta. Una pérdida inmensa por su agudeza intelectual, su valentía, su integridad, su inteligencia lúcida y sin concesiones. Desde el primer día de la aparición del diario TalCual con su desafiante portada —“Hola Hugo”— fue crítico de Chávez y de este proyecto infame, militarista y cavernario. Denunció su vocación totalitaria y hegemónica. Por eso fue perseguido y arrinconado con multas y demandas judiciales inicuas hasta el final de sus días. Un símbolo de lucha cívica, resistencia y democracia.

Teodoro fue hijo de ingeniero búlgaro y médica polaca de origen judío, educado primero en el estado Zulia y luego en Caracas, donde egresó con honores como economista de la Universidad Central de Venezuela. En 1949 se enroló en las juventudes comunistas y luchó en la resistencia contra el dictador Pérez Jiménez. Fue guerrillero en la lucha armada urbana durante el gobierno de Rómulo Betancourt.

Tanto Pompeyo como Teodoro tomaron conciencia de que esa insurrección era un callejón sin salida frente a una democracia apenas naciente. Seguir en la guerrilla era suicida. No podían destruir aquello por lo cual luchaban: la democracia verdadera.

Abandonaron el partido comunista y se acogieron a la pacificación impulsada por el presidente Rafael Caldera, en su primer gobierno. Teodoro fue su ministro de Planificación Nacional, Cordiplan, del 14 de marzo de 1996 al 2 de febrero de 1999, durante el segundo gobierno de Caldera.

En nuestra comunidad de Santa Eduvigis fuimos los primeros en organizar asambleas de ciudadanos, con rango constitucional en la Constitución de 1999. Al menos tres veces tuvimos el privilegio de invitar como líder político a Teodoro, quien nunca rechazó discutir con los vecinos. Fueron experiencias inolvidables de pedagogía ciudadana.

En octubre de 2004, después de haber visto la investigación del amigo periodista —el joven Jonathan Gutiérrez— sobre cómo el gobierno de Chávez, mediante las programaciones de los canales estatales de televisión Vive TV y VTV, estaba construyendo la arquitectura para estructurar un pensamiento monolítico y la hegemonía comunicacional y excluyente que luego se consolidaría y que hoy padecemos, le propuse hacerlo público. Decidí invitar a mi casa a varios líderes políticos. Pompeyo, Teodoro, quien llegó de primero después de haberme confirmado su asistencia su entrañable asistente por casi 40 años, Azucena Correa. También llegaron Luis Manuel Esculpi, Felipe Mujica y dos personas más cuyos nombres no recuerdo ahora. Queríamos informar y alertar de las estrategias de dominación y sumisión ideológica que estaba preparando el primer gobierno del aún no declarado dictador Chávez.

Todos muy atentos, Teodoro no perdió un segundo de las imágenes proyectadas en una pantalla y del discurso, cual discípulo aplicado. A pesar de algún tropiezo audiovisual, al final de la exposición de Jonathan, que Teodoro consideró excelente, lo felicitó y dijo: “no nos extrañe que dentro de poco Chávez se declare marxista…” En 2005 en el Foro de Sao Paulo, Chávez se declara socialista del siglo XXI; dice que la revolución bolivariana también lo es y que estaba armada.

En 2010 se declara marxista y su revolución, marxista y cristiana, aunque reconoce no haber leído El Capital de Marx. Esto muestra, como siempre, que Teodoro, con su olfato político y su agudeza excepcional para leer el país, se anticipaba y entendió lo que se avizoraba. Esta conversación amistosa se prolongó por más de dos horas. Dejó tan profunda huella en Jonathan que se sintió motivado de manera imperativa a seguir estudios políticos como complemento al periodismo.

Evidentemente, lo que ocurría con las comunicaciones en Venezuela en 2004 mostraba que se estaba cayendo la máscara. Con la estructura ideológica marxista también se consolidaba de manera contradictoria la línea militarista del Estado cuartel. Los presentes en la reunión vieron claramente la paradójica mezcla y confusión entre la ideología marxista y el apoyo a un militar, que revelaba las contradicciones de ese pastiche ideológico. Luego, analizaron el viejo debate de la izquierda venezolana y a raíz de esta conversación, Teodoro nos caracterizó la izquierda retrógrada y la izquierda democrática. Pocos meses después, en 2005, salió publicado Las dos izquierdas.

Como parte de la familia talcualera, me siento honrada de haber compartido la etapa democrática de Teodoro y de haber contribuido de manera pionera en la reunión de mi casa a poner de relieve el carácter autocrático de la hegemonía comunicacional y de coerción de la libertad de expresión que pretendía el proyecto autoritario de Chávez. Teodoro era un vanguardista, siempre adelante en el análisis del hecho político. Honor a quien honor merece.

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