Sed de mal
‘Sed de mal’ muestra a un genio del cine en su mejor momento, alcanzando cotas mayores en su obra y asombrando al mundo.

Sinopsis. Un agente de la policía de narcóticos (Charlton Heston) llega a la frontera mexicana con su esposa justo en el momento en que explota una bomba. Inmediatamente se hace cargo de la investigación contando con la colaboración de Quinlan (Orson Welles), el jefe de la policía local, muy conocido en la zona por sus métodos expeditivos y poco ortodoxos. Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tiene pruebas contra el otro. Obra maestra de Welles con un extraordinario reparto y una compleja historia sobre el poder y la corrupción. Atención a su escena de apertura, un prodigio de dominio de la técnica y puesta en escena, y sin duda uno de los mejores comienzos de la historia del cine.

Análisis de Jacobo Penzo. Esta obra constituye uno de los espectáculos unipersonales más asombrosos de la historia del cine. Todo en este film gira alrededor del personaje interpretado por Orson Welles, en alguna medida un eco de Charles Foster Kane, aquél fáustico hombre de empresa de su brillante primer film, pero en este caso el asunto viene en clave sórdida, rodeado por ese oscuro universo de corrupción y maldad que exuda la perversa y fascinante figura de Hank Quinlan, el mítico y obeso ángel caído de la historia.

Hay tal maestría en el manejo de los instrumentos del cine, tal conocimiento de los recursos expresivos, que Sed de mal configura un muestrario excepcional de logros narrativos y estilísticos. Bastaría citar, por ejemplo, la mítica escena inicial con ese prolongado travelling que ha asombrado por décadas a los directores de cine. Pero es un placer también  rememorar detalles como el uso del gran angular, en ese breve plano del jefe de la pandilla que secuestra a la esposa de Heston, cuando declama esa corta y ominosa frase “¡Amárrenle las piernas!” O la muerte de Akim Tamiroff en un plano invertido que hace más monstruoso a Quinlan, más que un personaje una presencia oscura que planea sobre todo el desarrollo del film.

Hay también ciertos manierismos, señalados por algunos críticos, como ese nervioso empleado de hotel interpretado por Dennis Weaver, un primo hermano de aquellos personajes de Shakespeare —por citar uno: el portero con problemas de próstata del castillo de Macbeth— que el dramaturgo inglés coloca en sus obras como breves pero memorables destellos de humor y que Welles utiliza con el mismo fin. En el mismo tono fluye la encantadora presencia de Marlene Dietrich en función de coro griego que acompaña la caída y destrucción final de Quinlan, pero en un tono más bien elegíaco como un noble homenaje y despedida al malvado policía. El plano final de la película, que Orson le dedica a Marlene, ella despidiéndose del film y de nosotros, con esa picardía que le era tan propia, es un dulce adiós que revela mas allá de la ficción el afecto personal de Welles por la estrella alemana. 

La construcción del guión, obra del mismo Welles, es otro logro manifiesto y muestra la seguridad de éste en la articulación de un universo moral en el cual todos sus personajes contribuyen a la dinámica trágica de la historia, que podía haber sido otra historia de la serie negra ambientada en la frontera, pero que se transforma en una compleja reflexión sobre el poder y la corrupción, tan compleja y conmovedora como el personaje de Welles, que se destaca con su oscuro brillo sobre los representantes del bien y la decencia.

Una obra para el más puro goce del público cinéfilo, Sed de mal muestra a un genio del cine en su mejor momento, alcanzando cotas mayores en su obra y asombrando al mundo a pesar de los numerosos intentos de los productores del film por arruinar sus mejores secuencias, lo cual Welles siempre lamentó y cuyo montaje original fue restaurado años después de la muerte del director.

Este clásico de Orson Welles se exhibe el 26 de mayo en los Sábados Selectos del Cinecelarg3. A las 2:00 pm. Entrada libre.

SED DE MAL (Touch of Evil). EEUU, 1957, 106 minutos. Dirección y guion: Orson Welles. Fotografía: Russell Metty. Música: Henry Mancini. Intérpretes: Charlton Heston, Janet Leigh, Orson Welles, Marlene Dietrich, Joseph Cotten, Zsa Zsa Gabor, entre otros. Producción: Universal Pictures.

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