Rafael Cadenas en Salamanca
El escritor —sin tapujos ni alfeñiques— efectuó acervas críticas al socialismo del siglo XXI.

¡Abajo cadenas! / gritaba el señor  / y el pobre en su choza / libertad pidió. / A este santo nombre / tembló de pavor/ el vil egoísmo / que otra vez triunfó.

Fragmento del Himno de Venezuela

En el Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca se realizó la lectura poética de la obra del escritor venezolano Rafael Cadenas, quien estuvo acompañado por Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca, y por el también escritor Antonio López Ortega. Este acto formó parte del merecido homenaje que la Universidad de Salamanca organizó para reconocer la obra de Cadenas. El mismo fue coordinado por la catedrática Carmen Ruiz Barrionuevo, del Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la USAL.

Cadenas leyó algunos de sus más emblemáticos poemas, precediéndolos de comentarios de muy diversa índole: eruditos y académicos, jocosos y salpicados de fino humor, sin faltar alguna referencia a sus dolencias seniles y a sus vividas experiencias como lector y escritor. Igualmente tuvo palabras de elogio y gratitud para con los diversos creadores que han concitado su interés de profesor universitario, acucioso investigador y reflexivo poeta.

El escritor —sin tapujos ni alfeñiques— efectuó acervas críticas al socialismo del siglo XXI, aupado por la hablachenta e ineficiente revolución bolivariana, liderada por el difunto comandante Hugo Chávez y continuada por el chofer de autobuses Nicolás Maduro, acompañados por una camarilla de corruptos e inútiles pseudo  revolucionarios castro–comunistas.

Acerbamente el poeta criticó los peligrosos preceptos sobre los que la nomenklatura bolivariana ha cimentado su vigencia durante largos veinte años de oprobioso gobierno socialista: un exagerado abuso de la noción de patria, esa enfermedad infantil que se llama nacionalismo, el vetusto concepto de soberanía nacional en un mundo de crecientes interdependencias, la conculcación de la libertad personal y el atentado continuado a la democracia. En especial, el escritor se refirió muy dolidamente a la dolosa y premeditada destrucción de un país que antes era para querer y hoy es para llorar y sufrir. En 2002, escribí este premonitorio poema que leí el 5 de julio, día nacional de Venezuela, en el Instituto de Empresa de Madrid.

BOLIVARIANOS

¡Lo destruyeron todo / todo lo destruyeron! / Queda la placa de un país sin nombre.

¡Lo acabaron todo / con todo acabaron!

Las hojas secas recubren los restos / del cuerpo institucional.

Un perro hirsuto / reclama gruñendo / su porción de cadáver insepulto.

Dos chivos negros / relamen la ladera / de un convento sin dioses / campanas ni plegarias.

¡Coño! / resta un bostezo,  un sollozo / ¡se lo llevaron todo / todo se lo llevaron!

En Venezuela es frecuente entonar el Himno en las marchas y manifestaciones en contra del gobierno bolivariano, chavista y castro–madurista, para demandar ¡Abajo Cadenas!  En Salamanca, después de la sentida lectura y los valerosos comentarios del escritor homenajeado, hemos podido gritar con orgullo libertario:

¡Arriba Cadenas! 

 

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