Alemania campeona Copa Confederaciones
El equipo teutón celebra la victoria en la Copa Confederaciones.

Este fin de semana, la selección absoluta alemana, con un equipo alternativo y la sub 21, conquistaron los títulos de la Copa Confederaciones (único título grande de selecciones que le faltaba) y del Europeo Sub 21, producto de un modelo que pusieron en práctica hace más de una década y que le ha dado multitud de éxitos.

Alemania fue campeona del mundo en 1990 de la mano de Franz Beckenbauer, el káiser como DT, con un equipo plagado de estrellas de la talla de Lothar Matthaus, Andreas Brehme, Jürgen Klinsmannn, Pierre Littbarski, Bodo Illgner y Rudy Voller, pero a partir de allí esa generación de excelsos futbolistas se hizo mayor y no fue reemplazada por futbolistas de talento similar, lo que ocasionó que la Mannschaft quedara eliminada en cuartos de final de USA 94 y Francia 98, ante Bulgaria y Croacia respectivamente y que solo ganara un título hasta el conseguido en el verano 2014 en Brasil, la Eurocopa de 1996 en Inglaterra, al batir en la final a la República Checa con un gol de oro del delantero Olivier Bierhoff.

El punto de inflexión se produjo en las Eurocopas de 2000 y 2004, donde cayó en la primera fase de ambos torneos, siendo particularmente vergonzosa su participación en el año 2000, en Holanda y Bélgica, competición en la cual solo empató en su debut ante Rumania 1 a 1, para luego perder 1 a 0 ante Inglaterra y ser goleada por Portugal 3 a 0, siendo su peor participación en un torneo desde el Mundial de Francia en 1938. Mientras que en la Euro de 2004, cosechó un sonrojante empate sin goles ante Letonia, un 1 a 1 ante Holanda y una derrota 1 a 2 ante República Checa.

A partir de ese momento los teutones se convencieron que debían cambiar los cimientos de su modelo de producción de nuevos talentos, ya que el viejo modelo se le había agotado y era menester hacer un buen mundial en 2006 que se disputaría en casa. Es por esta razón que enviaron a varios técnicos de la Federación Alemana de Fútbol a Francia y a España para que vieran que se estaba haciendo en esos países con respecto al fútbol base, que ya le había dado logros a la selección francesa haciéndolos campeones del mundo en su Mundial en 1998 y de Europa en el 2000 y a España, proyecto que ya estaba fraguando en la divisiones inferiores con la conquista del Mundial sub 20 en Nigeria 1999 y el subcampeonato en el 2003, donde ya empezarían a dar sus primeros pasos esa generación gloriosa de los Casillas, Xavi, Iniesta, Sergio Ramos, Fernando Torres, Xabi Alonso, etcétera. También visitaron la inagotable cantera holandesa y la argentina, donde José Pekerman y sus chicos habían logrado los mundiales sub 20 de 1995 y 1997.

Allí tomaron nota de los sistemas de trabajo en cuanto a la formación y captación, obligaron a los equipos profesionales a destinar una parte de su presupuesto al fútbol base y abrieron la puerta de la selección a los hijos de inmigrantes (un sector de la población que aumentó exponencialmente con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría), siendo el abanderado Mezut Özil, descendiente de turcos, al que se le unieron Khedira (Túnez), Boateng (Ghana), Gundogan (Turquía) y Mario Gómez (España).

Joachim Low, técnico de la selección absoluta después del Mundial de 2006, que se disputó en suelo germano y donde una joven y renovada selección teutona cayó en semifinales ante la postre campeona Italia, apostó por el modelo español, siendo para él el que había que replicar.

Se crearon las academias juveniles, obligando a los clubes de la Bundesliga a crear centros de entrenamiento para los jóvenes futbolistas y para capacitar a los entrenadores, estableciéndose que los clubes que no invirtieran en estas divisiones no podían formar parte del fútbol profesional.

En 2003 se puso en marcha un programa de desarrollo de talentos para identificar promesas y educarlas.

En 13 años, los clubes invirtieron unos mil millones de euros, con el pico en la temporada 2013/2014 (el último balance disponible) con una inversión de 120 millones. No en vano, el desarrollo de este modelo llevó a que por vez primera en la historia del fútbol germano, dos clubes de ese país disputaran la final de la Champions League en 2013, cuando el Bayern de Múnich venció por 2 a 1 al Borussia Dortmund y desde el 2006 la selección alemana ha llegado al menos a las semifinales en los torneos que ha disputado, siendo Mundial de Alemania 2006 (Perdió en semifinales 0 a 2 ante Italia), Mundial de Sudáfrica 2010 (Derrota en semifinales ante España por 1 a 0) y Mundial de Brasil 2014 (Campeón al derrotar en la prórroga a Argentina por 1 a 0). Mientras que en la Eurocopa de 2008 de Austria y Suiza (Finalista, siendo derrotada en la final por España 1 a 0), 2012 Ucrania y Polonia (Semifinalista, al caer ante Italia por 2 a1) y 2016 en Francia (Semifinalista al caer ante Francia por 2 a 0).

Alemania imitó el modelo francés del centro de entrenamiento Clairefontaine, donde trabajan los talentos de fútbol y rugby, y del Ajax, cuyo modelo instauró Marinus ‘Rinus’ Michels y perfeccionó el tulipán volador, el eterno flaco, Johan Cruyff.

Las escuelas élite del fútbol consisten en siete etapas de formación. Comienza con niños de entre 6 y 7 años, que en los primeros años del colegio hacen un entrenamiento basado en juegos de movimiento y van superando etapas hasta llegar, sobre los 21 años, al perfeccionamiento de los jugadores de alto rendimiento en las ligas profesionales. Veintiséis jugadores que disputaron la final de la Champions League de 2013, anteriormente mencionada, salieron de estas escuelas de élite.

Cada jugador realiza un proceso que se inicia en los clubes locales y aficionados, y tras pasar por la tercera y segunda división ascienden a la Bundesliga. De forma paralela, los jugadores empiezan a foguearse en los equipos nacionales Sub 15, Sub 17 y Sub 19.
Jugadores de la talla de Schweinsteiger, Götze, Reus, Draxler, Schürrle, Müller y Lahm son algunos nombres que realizaron este proceso. Todos empezaron sus carreras deportivas en clubes locales, siguieron a la liga A-Junior, los torneos Sub 15, Sub 17 y Sub 19 hasta llegar a la selección absoluta y coronarse como campeones mundiales en 2014, luego de 24 años. En total, un jugador realiza un año entero de entrenamiento con solo 4 semanas de descanso. A los 12 y 13 años entrenan doce horas semanales, y progresivamente aumentan hasta 18 horas por semana, entre los 18 y 19 años.

Los entrenadores también forman parte de este esquema de formación. Están obligados a estudiar para ejercer, siendo que, a día de hoy, Alemania cuenta con unos 30.000 entrenadores con licencia B de la UEFA y más de 1.000 con licencia Pro, que le permiten dirigir al más alto nivel.

Los estadios de los equipos de la Bundesliga están, en promedio, a más de 92% de su capacidad, siendo su media de espectadores de 41.914, por encima de los 35.921 de la Premier League y los 28.249 de la Liga Española, siendo la clave para esto en que al fijar el horario de los partidos se piensa más en el espectador que en el televidente y que el valor promedio de una entrada ronda los 30 euros.
Además, los clubes deben abrir sus balances todos los años y si existen mayores egresos que ingresos son sancionados.

El 51% de la propiedad debe permanecer en manos del club, lo que impide el desembarco de magnates con dineros de origen dudoso, como ha ocurrido en la liga inglesa y española y el reparto por los derechos televisivos es el más equitativo de las grandes ligas europeas. Se toma en cuenta los años en primera división del club, el ranking actual, una media de los últimos cinco años, se paga un plus de cuatro millones de euros por el título y hasta bonus por jugadores convocados a la selección.

En conclusión, el modelo del fútbol alemán debe servir de paradigma para los países que quieran evolucionar en este deporte, puesto que un país que ya era tricampeón mundial y europeo no se quedó regodeándose de sus éxitos una vez que vio evidencias de que se le agotaba el modelo, sino que dio un giro de 180 grados, tuvo humildad para copiar los métodos de aquellos a los que les estaba funcionando y engrasó una vez más la máquina para hacer buena esa mítica frase del delantero inglés Gary Lineker en 1990, cuando definió el fútbol como “el deporte que se juega once contra once y que siempre ganan los alemanes”.

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