Pompeyo Márquez 6
«Venezuela se salvará cuando restablezca una democracia, con funcionamiento de sus instituciones y entre ellas sus partidos, cuando se tome en consideración los nuevos cambios que se operan en la sociedad».

Se fue el legendario Santos Yorme. Se fue Pompeyo: el guerrero incansable. Se inició en la política con 14 años, cuando el país se abría tardíamente al siglo XX, y militó hasta el pasado miércoles 21 de junio, cuando falleció. Secretario general del Partido Comunista, secretario general del Movimiento Al Socialismo —la  adelantada apuesta por un socialismo democrático y de rostro humano—, Pompeyo fue una figura singular de la política venezolana durante más de medio siglo.

La entrevista que sigue fue fruto de una serie de conversaciones sostenidas con Pompeyo Márquez en los primeros meses del año 2010, realizadas con la intención de publicar un libro que nunca vio luz. Nos veíamos en Cumbres de Curumo, en la sala de un modesto apartamento desde donde Pompeyo seguía atento y activo a sus 88 años el día a día de la compleja política venezolana. Sin pizca de decepción, contrariado pero entero. “No me coloco en un plan negativista”, soltó al comentar los costosos esfuerzos de los sectores de oposición para enfrentar el chavismo con su líder aún vivo, enérgico y avasallador. Pompeyo repasa un largo período histórico, que va del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, la política de la izquierda insurreccional, el declive de los partidos y el surgimiento de la antipolítica, hasta los aciagos días —meses, años— de la actual etapa política.

Pompeyo, ¿imaginó alguna vez que la sociedad venezolana podría vivir un período tan aciago como el actual?

Nunca, nunca me lo imaginé, porque es una involución histórica y en la calidad de vida.

Pero hay quienes ven en este proceso un cambio de los tiempos.

Bastantes, pero en este momento hay una respuesta muy importante desde el punto de vista académico, con la cantidad de libros, de folletos que se editan, que ayudan a formar opiniones. Manuel Caballero, Elías Pino, Simón Alberto Consalvi, Germán Carrera Damas, ayudan a trabajar a quienes a su vez somos transmisores para la formación de opinión pública, pero hay que hacer una campaña masiva donde se desbarate el discurso de Hugo Chávez, su trayectoria, lo que persigue, la manipulación de Bolívar, el mesianismo, las ansias de poder, los efectos que tiene y tendrá en la vida nacional. No me coloco en un plan negativista, sé que se están haciendo cosas pero son insuficientes.

¿El papel de la izquierda venezolana, de la que viene del tronco original comunista, está, a su juicio, suficientemente valorada en la construcción de la sociedad democrática?

La lucha insurreccional de los años seseta opacó para algunos el esfuerzo que hicimos nosotros a lo largo de todos esos años que van del 48 al 58, porque el 23 de Enero no es sino la culminación de ese proceso. A menudo se toma el año final, pero ¿y toda la resistencia? Todos los intentos de unidad, como el caso del 30 de noviembre de 1952 que fue una victoria clamorosa, que para algunos significó una  conmoción porque tuvieron que asilarse esa noche, está en la génesis de lo que vendrá después, esa victoria del 52 es la que prepara todo lo relativo al año 1957. A menudo se olvida cuales fueron las decisiones fundamentales que condujeron a ese proceso unitario.

Siempre se dijo que a la izquierda le faltó vocación de poder en aquellos acontecimientos que dieron al traste con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Eso planteó un gran debate. Cuando se da el 23 de Enero se dijo eso, que a nosotros nos faltó decisión para tomar el poder. Hay quienes llegaron hasta la exageración de acusar al Partido Comunista de no haber impulsado la toma del poder. Es una verdadera superficialidad en el análisis y en no comprender cómo es que se da el 23 de Enero y cuáles eran las fuerzas dominantes en ese momento. Los partidos estaban destruidos, lo único coherente eran las Fuerzas Armadas; el 23 de Enero se da por la movilización popular, por la unidad, y por la participación de las Fuerzas Armadas, que es la que decide el derrocamiento de Pérez Jiménez, no lo decide la huelga. La huelga precipita una decisión por parte de un sector de las Fuerzas Armadas de evitar al país un derramamiento de sangre. Ahí viene la anécdota difundida por Ramón J. Velásquez que cuenta que Luis Llovera Páez le dijo a Pérez Jiménez “Vámonos, Marcos Evangelista, que el pescuezo no retoña”. O la anécdota de los generales que le dicen a Pérez Jiménez: “hasta aquí lo acompañamos mi general”. Esas eran las circunstancias en las cuales se da el 23 de Enero, ¿Con qué fuerza íbamos a tomar el poder la izquierda? Hubo errores, indudablemente. No había una concepción del poder y, como he relatado en otras ocasiones, nosotros salimos corriendo, gritando libertad, para Ciudad Bolívar y para la plaza Morelos a buscar a los presos y ponerlos en libertad; otros corrieron hacia Miraflores.

¿Acción Democrática, por ejemplo?

No, AD no, Alirio Ugarte Pelayo, Edecio La Riva, esos corrieron para Miraflores y nosotros salimos a buscar a los presos y viva la libertad y a mover la calle y a pedir la renuncia de los generales que apenas duraron horas. Hay un gran amigo que habla de que el Partido Comunista andaba buscando un burgués para postularlo. Eso no tiene nada que ver con la realidad y yo puedo hablar con propiedad porque era el secretario general del partido. Se amplió la Junta en los términos que en aquel momento se hizo, quizás de haber tenido una visión más clara del poder nos hubiera llevado a una representación de la Junta Patriótica en el seno del Gobierno, a darle un giro de mayor correspondencia con el movimiento que se había gestado. Luego los hechos se sucedieron a una velocidad que nos sobrepasó. Por ejemplo fue una precipitación —y esta es una opinión a posteriori mía— el llamado a elecciones para diciembre de 1958, cuando los partidos estaban todavía embrionarios y en la práctica había una nueva situación: ya no era la unidad nacional en los términos que nos condujo al derrocamiento de Pérez Jiménez sino que había otro cuadro que obligaba a otra correlación de fuerzas. Y no se supo captar con precisión los cambios que se habían producido en la vida venezolana.

Y en ese contexto ocurre la Revolución Cubana.

El triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959 lo trastoca todo, el impacto de esa victoria, que se convierte en una esperanza para los pueblos latinoamericanos, tuvo una gran influencia en sectores de la juventud latinoamericana y por supuesto en  nosotros, que cometimos el error de querer convencer al país de que había fracasado la democracia venezolana cuando la democracia se había instaurado con nuestra participación apenas unos meses antes. Fue una pérdida del sentido de la realidad por completo y que llevó a una confrontación armada con un gobierno constitucional. Planificamos e hicimos alzamientos en Carúpano, en Puerto Cabello, la formación de grupos guerrilleros en Falcón, Lara, Portuguesa y en el oriente y hubo una represión verdaderamente salvaje: hubo tortura, hubo desaparecidos, presos, perseguidos.

La izquierda no fue una santita.

Así es y sobre ese particular las responsabilidades están muy claras. Recientemente alguien consultó mi opinión sobre ese período y le dije: todo lo que tenga que ver con errores políticos me buscas a mi, yo puedo decir cómo fueron esos errores políticos y cómo participé en ellos; ahora todo lo que tiene que ver con asesinato de policías, lucha armada, asalto a bancos, búscate a otro, le dije. Y le di el nombre. Pero si comparamos la represión con la de Pérez Jiménez se verá que fue hasta igual, pero Pérez Jiménez no tuvo una oposición armada… yo quisiera ver a Chávez con unos cuarteles y con unas guarniciones alzadas, quisiera verlo con guerrillas en las ciudades, secuestrando aviones, barcos, a agregados militares, o al futbolista Alfredo DiStefano, quisiera verlo con una oposición de esa naturaleza y el tipo de represión que haría, cuando hace este tipo de represión contra una oposición que es fundamentalmente democrática y pacífica.

Pero vino la rectificación y la incorporación a la vida democrática.

Esa situación de los años sesenta y todos esos movimientos insurrecciónales causó serios daños al país, de parte y parte, y sin lugar a dudas que la rectificación que hicimos vuelve a poner en su cauce el funcionamiento democrático, que así como criticamos lo de la lucha armada se tiene que valorar el coraje que tuvimos de decirle al país que nos equivocamos y que ese no era el camino, que el camino era el camino democrático. Eso facilitó esos primeros 20 años de la democracia.

Y los puso a pelear con la izquierda que nunca rectificó y que siguió empeñada en el camino de la violencia.

Efectivamente…

Que es precisamente la izquierda que está con Chávez.

Justamente, él busco a los que se opusieron a la política de pacificación.

Los logros de la democracia en esos 40 años, a la que ustedes contribuyeron con su respaldo político y con su integración, son innegables.

Son años de crecimiento del país, del 58 al 98. Venezuela da un salto gigantesco en todos los órdenes. Eso es evidente, ahí esta la obra. Chávez sataniza el puntofijismo y el puntofijismo es el que le deja todos los planes y le deja todas las obras. Aquí está Caracas, no ha hecho ni un elevado, ahí está el Pulpo y la Araña, el Teresa Carreño, el Metro. Venezuela llegó a ser objeto de estudio en todos los organismos internacionales por la calidad que se generaba, hubo, sin embargo,  una gran parte de olvido con respeto a las llamados excluidos, a los sectores marginales, se mantuvo un alto un porcentaje de pobreza.

¿Cuál fue el momento que marcó el punto de quiebre, cuándo esto se fue para el carajo?

La baja del precio del petróleo, esos ciclos de bajas y alzas le dan inestabilidad a la marcha económica y social del país y lleva al caracazo, a la explosión social que significó el caracazo, y eso unido al alzamiento del 1992 va a crear un cuadro nuevo e imprevisible en el país, eran las manifestaciones de esa tempestad  que se estaba incubando.

¿No le parece que el caracazo fue contra todo el aparataje institucional y no sólo contra el Gobierno de Pérez?

Exactamente, en el análisis hay que señalar la devaluación, el viernes negro… ¿cuándo se jodió la democracia venezolana? Cuando no supo comprender lo que significa el caracazo, el golpe del 92, aunque hubo un intento y ese intento le correspondió a Rafael Caldera con la reforma constitucional. Yo formé parte de esa comisión. Antes del 92 se estaba trabajando en una reforma constitucional que era modesta, después esa reforma se amplió: estaba lo de la segunda vuelta, estaba el desarrollo del proceso de descentralización, de elección de gobernadores primero y de alcaldes y juntas parroquiales; hoy Chávez está creando una estructura totalmente inconstitucional  y además no electa por las bases. La reforma ampliaba el proceso de descentralización, que veníamos trabajando los miembros de la Copre.

Qué fue creada paradójicamente en el gobierno de Jaime Lusinchi, que designó gobernadores a los secretarios generales de su partido.

Si la creó Lusinchi, pero la elección de los gobernadores y alcaldes fue una decisión de Carlos Andrés Pérez, que cuando lo nombran candidato del partido hace un acto en el 23 de Enero y anuncia la elección directa de los gobernadores. Lusinchi estaba en contra y Gonzalo Barrios también, porque decían que eso era crear pequeñas republiquitas, el mismo argumento que ahora usa Chávez.

Se tiene la impresión de que Caldera tampoco era partidario de la descentralización.

Para ser justos con él, en el proyecto de la reforma constitucional se ampliaban las facultades de la descentralización; ya en el gobierno había determinados mecanismos a los que no se opuso como el Fides y la Ley de Asignaciones Especiales y tampoco se opuso al Situado Constitucional, ni hizo trampas como esas que se hacen ahora para restarle participación a los estados y a los municipios en la renta petrolera y en el ingreso nacional.

En ese análisis de lo que sucedió, de los vientos que trajeron estas tempestades, habría que mencionar como elemento novedoso y significativo la aparición de la antipolítica.

Junto con la burocratización y la corrupción de los partidos, la antipolítica y los antipartido juegan un papel importante en la creación de un clima de opinión que desbarata por completo la institución partidista, y se hace patente esa incomprensión de lo que significó el caracazo y el golpe del 92, que —y hay que dejar constancia de ello— fue un golpe que a diferencia de otros golpes tuvo un eco popular, cierta simpatía… pero no se  comprendió, como si no pasara nada y eso es luego lo que acaba con los partidos, cuando sale AD con la candidatura de Luis Alfaro Ucero y Copei con la de Irene Sáez.

Ahora, a la distancia, ¿cuál es el juicio que le merece la intervención de Rafael Caldera en el Congreso a propósito del golpe de Chávez, que ha sido entendida como una justificación de la acción de los militares alzados?

Lo voy a decir porque los personajes están vivos y me pueden desmentir: algunos en el MAS propusimos que Teodoro se incorporará en aquel momento al Congreso, a esa sesión posterior al golpe de Estado. El jefe de la fracción era Luis Manuel Esculpi, una persona de todo mi aprecio y todo mi reconocimiento, que tiene todo el valor, pero en ese momento, después de la reunión de la comisión política del MAS, era necesario introducir una variante en el discurso, después de lo de Caldera, que fue lo que hizo Aristóbulo Istúriz.

Y contrario a eso el MAS se mantuvo en la posición inicial de condenar el golpe.

Y con esa postura, el mundo se nos vino encima.

Y quien resulta favorecido, además de Caldera, es la Causa R, que inició un crecimiento insospechado.

Eso fue lo que pasó, ahora bien yo tuve un a posición distinta en el Comité Ejecutivo del MAS.

¿Y la dijo?

La dije en el MAS y en una declaración radial en la que di un matiz personal.

¿Y qué fue lo que dijo?

Que había que estudiar por qué se producían esos hechos, lo dije con absoluta claridad. Moisés Moleiro varias veces repitió lo que yo dije en el Comité Ejecutivo. Sin desmedro de Esculpi, yo soy promotor de todos los cuadros emergentes y Luis Manuel hizo una excelente labor como parlamentario, como investigador y como conocedor del mundo militar, pero en ese momento se necesitaba un peso político superior, que estuviera precisamente a la altura de Caldera.

Lo que necesitaban era un cuarto bate y ese para ustedes era Teodoro.

Efectivamente y eso se discutió, pero lo fundamental que quería destacar era que esos hechos no eran analizados dentro de un contexto ni las consecuencias que se derivaban de esos hechos, que nos indicaban algo, y ese algo era que la gente quería un cambio, un cambio profundo.

Más profundo que el que ofrecía el mundo político.

Toda esa acción de los grupos defensores de la patria con respecto al petróleo, los defensores de la patria con respecto a los límites, los antipartido, la llamada antipolítica, todo ello fue creando un clima que se expresó en las elecciones del 98.

Y que no pudo ser revertido durante el gobierno de Rafael Caldera.

El gobierno de Caldera habrá que analizarlo como corresponde a los hechos históricos, que es a distancia.

¿En el apoyo a Caldera hubo plena coincidencia entre Teodoro y Pompeyo?

Eso era unánime en el MAS, fuimos factor fundamental y llegamos a tener 5 ministros.

¿Con esa alianza subsanaron el error del 4F, cuando no apoyaron su discurso?

Claro, porque Caldera ya no era Copei, Caldera estaba fuera, se había roto el bipartidismo. Yo acompañé a Caldera en la comisión binacional de reforma de la Ley del Trabajo; ahí es cuándo comienza a distanciarse de Copei, que lo deja solo y ahí encuentra el apoyo nuestro, hicimos infinidad de actos en el interior con Caldera. Y luego la comisión bicameral de la Reforma Constitucional. Caldera intentó dar un vuelco siendo presidente pero estaba en minoría, y no le pararon. Más de una vez intentó volver con lo de la reforma que elaboró antes de su presidencia. Lo acusaron de pactar con Alfaro. Cuando Copei no lo apoya busca el apoyo de Alfaro, porque él comenzó buscando el apoyo de Copei, pero no se da y no se iba a cruzar de brazos. La no aprobación de esa reforma fue uno de los hechos que contribuyó al deterioro de la democracia. Nosotros, Teodoro y yo, fuimos y hablamos con Alfaro dos veces.

¿Antes de que fuera candidato?

Cuando estaban proponiéndolo. A varios dirigentes de AD, entre ellos un amigo que se acercó a preguntarme mi opinión, les dije: “No cometan ese disparate”. Alfaro Ucero era unánime en AD mientras no aspirara a la candidatura presidencial, era el factoctum de la organización, el poder, el que manejaba los hilos, el ‘caudillo’ como lo llamaban. Cuando aspira a la presidencia y se lanza eso cambia. La sucesión de todos esos hechos, su acumulación, fue generando cualquier cosa y esa cualquier cosa se llamó Chávez; pero hay que dejar muy claro que una parte importante del MAS se opuso. Teodoro dijo aquello de “yo los espero en la bajadita” y yo dije: “eso es un salto al vacío”. En 1998 en una extensa declaración en El Universal hablé de ese salto al vacío: sólo bastaba leer los documentos que sirvieron de base al golpe del 92 para llegar a esa conclusión.

Pero antes de decidirse por Chávez, en el MAS las preferencias se inclinaban por Irene Sáez.

A nosotros se nos presentó una situación muy complicada. Yo tenía conversaciones con Henrique Salas Romer, tuve en el Congreso contactos con él cuando era diputado por Copei y tenía mucho interés en la pequeña y mediana industria y en el cooperativismo. Tenemos una relación muy fraterna, establecimos contactos a nombre de un grupo del MAS pero él quería un apoyo sin hacerlo público, tal era la estigmatización y satanización de los partidos y eso era muy difícil para nosotros.

Era volver a ser clandestinos cuatro décadas después.

En los año 67 y 68 pasamos por eso cuando apoyamos a Luis Beltrán Prieto Figueroa e inventamos aquello de: “por la chiquita con el puño y por la grande ya tu sabes”. Prieto nos puso como condición que no fuera un apoyo público y nosotros aceptamos porque en ese momento era una ruptura con Acción Democrática.

¿Es la época de Unión Para Avanzar (UPA), verdad?, ¿Cuántos diputados lograron?

Sacamos 7 diputados por el Partido Comunista, ese fue el comienzo de la pacificación y una señal de apertura al camino político. Pero, volviendo al tema, a la reflexión: ¿cuándo se jodió Venezuela? Cuando no hubo fuerza para detener el deterioro, no hubo fuerza para responder después del caracazo y después del golpe del 92.

Pero están Los Notables y los medios de comunicación.

Los Notables eran la salida no partidista y los medios amplificaban esas opiniones y crearon un clima. La elección de 1998 significó el entierro de los partidos y en el comportamiento de Los Notables y los medios tuvo una contribución decisiva. Pero la forma cómo retiraron los candidatos le dio un chorro de votos a Chávez. Impresionante. El retiro de Alfaro y de Irene fue hecho de una forma vergonzosa. Venezuela se jode cuando su democracia se jode. Venezuela se salvará cuando restablezca una democracia, con funcionamiento de sus instituciones y entre ellas sus partidos, cuando se tome en consideración los nuevos cambios que se operan en la sociedad. No se puede volver al pasado que es volver a la derrota. El pasado es derrota. Ahora bien, no podemos construir nada destruyendo el pasado. Ese es el absurdo de los absurdos. No puedes satanizar 40 años con el complejo de Adán, de que la vida comienza contigo. Los países tienen historia y esa historia hay que respetarla. Hay unos desarrollos y de esos desarrollos hay que ver lo que hay que continuar y lo que hay que corregir. Que es lo que ha venido haciendo la humanidad a lo largo de los siglos. Nada es monolítico, nada es eterno. Nuestra dinámica social era muy compleja y tenía una serie de  variantes implícitas. Una de esas variantes fue Chávez.

¿Pompeyo Márquez no fue parte de la procesión a Yare?

Yo no, yo estuve en contra de eso.

Pero Petkoff si fue.

Teodoro lo hizo porque él tiene un espíritu inquieto, de investigación, de conocimiento directo… los contactos que yo tuve con Chávez fueron escasos: lo conocí personalmente cuando invité a Miraflores a todos los candidatos de 1998 para exponerles lo que se estaba haciendo en las fronteras y pedirles que nombraran representantes en el Consejo Nacional de Fronteras. Eso fue en los últimos meses de la campaña para que se empaparan y asimilaran lo que estábamos haciendo. Ahí lo conocí.

 

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