El gusto es nuestro (20 años)
Lo que sucedió a partir de las 8 de la noche y durante tres horas y media fue un reencuentro hermoso… con unas arrugas más, nuevas canas y algún jadeo, pero siempre divertido.

Hace dos décadas cuatro iconos de la canción española recorrieron los escenarios más importantes de la península y las principales capitales de América Latina, incluida Caracas, con su concierto El gusto es nuestro. En aquellos tiempos, Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat ofrecieron un espectáculo de gran impacto. Estaban en pleno apogeo de sus carreras. Eso ya es historia.

Veinte años después, estos tres simpáticos septuagenarios y una encantadora ‘sexygenaria’ asumieron el reto de llevar adelante una recreación de aquel show de los noventa, como una suerte de reencuentro con el público, especialmente el de este lado del Atlántico, aunque Caracas no esté incluida en la gira. Se llama igual, pero no es el mismo concierto. Cambió un poco el formato. Pero el impacto fue igual de exitoso. Claro, mucho talento y buen humor.

La nostalgia llenó la noche bogotana el 18 de febrero, cuando un heterogéneo público de distintas edades y generaciones llenaron los espacios de la Carpa América de Corferia en la capital colombiana. Lo que sucedió a partir de las 8 de la noche y durante tres horas y media fue un reencuentro hermoso… con unas arrugas más, nuevas canas y algún jadeo, pero siempre divertido. Al igual que en la gira original iniciaron el concierto con Hoy puede ser un gran día que cantaron a coro mientras el público aplaudía.

Recuerdo que hace veinte años los cuatro ocuparon el escenario del Poliedro de Caracas de forma permanente. Siempre estuvieron juntos. Esta vez no. Cuando Miguel Ríos estremecía con su rock hispano, los otros descansaban en sus camerino. Cuando Serrat abrió los fuegos lo hizo, obvio, con Cantares y el escenario fue sólo para él. Después Ana Belén y Víctor Manuel fueron desplegando sus repertorios, con ciertas pausas de descanso. Algo lógico, dabas las edades. Lo cierto es que se fueron turnando como solistas o como grupo.

Apenas comenzó su actuación, Ríos se quejó de los 2.600 metros de altura de Bogotá que lo dejaban exhausto. «Si me vierais a nivel del mar: soy una hostia». Bromeó sobre sus 72 años y la Casa de la Tercera Edad del Rock, pero a medida que recordaba sus viejos temas fue adquiriendo un brío y una potencia no solo insospechada sino envidiable. A Serrat, en cambio, se le notó más el cansancio de la edad y fue asistido por sus compañeros de gira en varias oportunidades. A su vez, el otrora muy guapo Víctor Manuel mostró sus kilos de más pero siempre con su potente voz, sobre todo al cantar su himno Asturias. Y Ana Belén, vamos, es un milagro. A sus 64 años pasea con desenfado elegante su encanto y su belleza por el escenario entonando El hombre del piano o España camisa blanca de mi esperanza.

Estas cuatro figuras, más una extraordinaria banda de doce músicos —pianista, tecladista, percusionistas, guitarristas y un trío de metales— y dos coristas ocuparon los sonidos del recinto. ¿Qué cantaron? Desde los clásicos de cada cual —Mediterráneo, Luna llena, Solo pienso en ti, El himno de la alegría, Nada sabe tan dulce, La fiesta, Mackie Navaja, Paraules d’Amor y muchas más— hasta el vallenato El amor, amor, que puso a bailar a los asistentes. El cierre fue con La Puerta de Alcalá. Apoteósis.

La noche del 18 de febrero fue muy especial para ese público heterogéneo que iba desde veinteañeros hasta septuagenarios unidos por unas viejas canciones llenas de nostalgia e inteligencia. Ese público salió feliz y satisfecho de la Carpa América. Algunos canturreaban «Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta».

 

 

 

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