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La química entre Emma Stone y Ryan Gosling salta de la pantalla.

La La Land es una mezcla ecléctica para los que disfrutan del cine independiente, abreviado como Indie. Este nicho cuenta historias de una forma más íntima y personal, lejos de la industria masiva hollywodense. Damien Chazelle ha logrado dos éxitos seguidos, luego de Whiplash (2014). En esta ocasión Emma Stone y Ryan Gosling deslumbran como una triple amenaza, llenan la pantalla de emoción, encanto y fuerza. El final en La La Land impactará a más de uno. Este largometraje se explaya en los “y si…” que harían nuestra vida diferente. Siendo tan única y bien ejecutada es lo mejor que se ha estrenado en este año que concluye (2016).

La La Land explora las vidas de Mia Dolan (Emma Stone), aspirante a actriz, y Sebastian Wilder (Ryan Gosling), un pianista de jazz luchando por hacerse un nombre, y cómo se relacionan en Los Ángeles, mejor conocida como ‘la ciudad de las estrellas’. John Legend coprotagoniza como el amigo de Sebastian, Keith, Rosemarie DeWitt es Laura, la hermana de Sebastian. J.K. Simmons también aparece brevemente en un momento relevante.

Damien Chazelle cuenta historias de forma envolvente e irresistible, tanto en el guion como en la dirección. Desde la primera toma quedas hipnotizado. Se vale de herramientas muy diversas que funcionan al usarse en conjunto y de la forma indicada. Cantan y bailan, pero no es el típico musical, las explosiones artísticas sirven para aliviar la tensión y avanzar en la historia. Hay tanto comedia como drama, los giros en la trama tienen hilos comunes: como por ejemplo, el flashmob con el que abre la película, y el primer encuentro entre los personajes principales. Vemos el plano general, nos adentramos en el punto de vista de ella y luego de él, para luego unirlo todo y seguir. Esta técnica revela el iceberg poco a poco. Cuando estamos cercanos al final, el mensaje del cineasta está expuesto en pantalla, esperando que el espectador lo interprete. Sin revelar nada importante, se puede decir que el desenlace será agridulce para los idealistas. Te quedarás anonadado al salir de la sala por este golpe que salió de la nada.

La banda sonora es otro elemento esencial, compuesta por Justin Hurwitz. El tema principal combina lo clásico y atemporal con el atractivo de lo contemporáneo, siendo extremadamente pegajosa. Es tan buena que cada vez que aparece en pantalla te conecta con la base de la película. Este es otro hilo conductor. Fred Berger, Jordan Horowitz, Gary Gilbert y Marc Platt son los productores, haciendo una magnífica labor al coordinar lo que debió ser una pesadilla logística con números musicales más grandes que la vida misma. Entre las hazañas de producción están filmar al estilo plano secuencia con pocos cortes, rodar usando el formato CinemaScope sacado de los años cincuenta y usar la luz natural durante la escurridiza ‘hora mágica’. Tom Cross edita otra pieza de Chazelle, luego de haber salido victorioso en los Oscar hace dos años con Whiplash. El panorama indica que sería posible repetir una estatuilla en esta categoría.

Chazelle llenó su filme con nostalgia. El vestuario parece de época, al igual que los carros. El toque retro hace diferente a la ambientación de un plató típico del siglo XXI. Es la vuelta de tuerca a la dicotomía de querer detener el tiempo, y a la misma vez buscar avanzar en la vida. Al rescatar estos elementos de la Era de Oro del cine, La La Land está en un nivel superior que el resto de los largometrajes de 2016. ¿Cuántos de ellos usaron una orquesta en vivo para grabar la banda sonora?

La química entre Emma y Ryan salta de la pantalla, solidificada al haber trabajado juntos en tres ocasiones. Se alimentan de los talentos del otro. La belleza de Stone es diferente, tiene porte, encanto, elegancia, además de ser ocurrente y magnética. Por el otro lado, lo apuesto de Gosling es complementado por su capacidad de transmitir incluso cuando no hay diálogo. En cierto momento es posible comparar esta pieza con The Notebook, porque comparten similitudes en cuanto al tiempo que transcurre. Este hecho nos hace sentir todavía más empatía por el personaje de Ryan.

La La Land como película prueba que ‘puedes tener tu torta y comértela también’, impecable desde todo punto de vista. Cautivante visualmente y a la vez con un mensaje sólido de fondo. Se inspira en éxitos pasados como Singing in the Rain y el dúo de Fred Astaire y Ginger Rogers. Sin embargo, es capaz de sostenerse por sí sola. Salimos de sala con reflexiones filosóficas, nos preguntamos qué es el éxito verdaderamente y si vale la pena después de todo. Un largometraje que es capaz de despertar una reacción tan compleja es más que merecedora de alabanza. Cuando tienes lágrimas, risas, música y glamour, creas el embriagador cóctel que es La La Land, una obra maestra con 5/5.

 

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