La voluntad penderÃÂÂÂa no de un hilo sino de un pincel, ahàsu fe, ahàsu sustento. Creyente desde el prodigio de lo posible, desde el resquicio milagroso del color y de la forma, el creador maracaibero Bernardo Bermúdez pintó también al Creador universal y lo involucrarÃÂÂÂa en su trabajo, en el lienzo como arte y parte, como agradecimiento.
Hombre de condición especial, fÃÂÂÂsicamente impedido, con dificultades motrices pero con la cabeza bien puesta, harÃÂÂÂa de la pintura hasta el último dÃÂÂÂa â€â€ÂÂfalleció a los 57 años en 2009 una conquista personal y la manera de expresión más expedita de su sentir torrentoso; y allàplasmó â€â€ÂÂde manera más reverencial que simbólica sus sueños y cuitas, y allàpermanecen sus dioses en imágenes presenciales junto a su humanidad, fundidas.
Hijo de la reconocida escultora LÃÂÂÂa Bermúdez, Bernardo Antonio Bermúdez se tomó su trabajo como arte providencial, y asàes, según el artista y crÃÂÂÂtico Perán Erminy, “porque trabajó siempre animado por el impulso de su profunda devoción cristiana, devoción que implicaba su esperanza plena en que la fuerza de su fe no lo dejarÃÂÂÂa desamparado, al borde de la nada a la que lo condenaba la parálisis de su cuerpoâ€ÂÂÂ. Con ese anhelo, su vocación por la pintura, estimulada familiarmente, vino a socorrer a su espÃÂÂÂritu como tabla de salvación, como boya a la que se asirÃÂÂÂa para sortear la inmanencia del vacÃÂÂÂo y la desesperanza. “En el arte fue encontrando a Dios, en ese sentido sus obras expresan vivencias celestialesâ€ÂÂÂ, añade Perán Erminy. Estas pinturas, con notorios componentes lúdicos, con vÃÂÂÂrgenes y jesucristos atentos y cuidadosos, son una representación del consuelo divino que habrá sentido ante el desamparo. A la vez dan cuenta de su devoción por la carne, por la realidad que lo empacó en circunstancias extremas, y asàconsignó alas y palomas que son santidad sin dejar de lado el cuerpo, la realidad sensorial, lo genital. Obra de singular trazo, no es su pintura un desfogue o una herramienta para el grito herido, o decir lo que es o lo que quiere ser. Es él pensando, deduciendo, contando lo que le serÃÂÂÂa primordial.
Legado artÃÂÂÂstico conmovedor, sin lugar a dudas, que viene bendecido por el Todopoderoso en su trazo reflexivo e imaginativo, marco de lo sublime. En el Museo de Arte Popular Bárbaro Rivas de Petare se inaugura una exposición suya este domingo 22 de mayo a las 11 de la mañana, una muestra de 50 obras â€â€ÂÂentre pinturas y dibujos que hablan de la obstinación y porfÃÂÂÂa, de la intransigencia de la pasión, de la persistencia de la vida como trazo. Como huella. La fuerza de ser y su posibilidad eterna.
Como corolario, a mediodÃÂÂÂa, en la casona del Museo â€â€ÂÂcalle Guanche, en el Casco Histórico de Petareâ€â€ÂÂ, la cantantautora Paula Andrea, con su cuatro, hace dúo con Jorge Torres, quien interpreta la mandolina de 10 cuerdas â€â€ÂÂinstrumento que hace las veces de una guitarraâ€â€ÂÂ, en un recital cuyo el repertorio se paseará por temas propios y estándares de la música venezolana y latinoamericana. Asàqueda consagrada, con más belleza, esta experiencia artÃÂÂÂstica.